Aminatu Haidar, el nuevo símbolo humano

EFE

ESPAÑA

Los simpatizantes que han acudido a ayudarla en su ayuno del aeropuerto de Lanzarote son, sobre todo, fieles a su persona, a la que admiran por su «honestidad» y «coherencia».

13 dic 2009 . Actualizado a las 16:07 h.

Dicen que Aminatu Haidar, que hoy cumple su cuarta semana en huelga de hambre, es un ser «especial» y carismático, comparable a los grandes hombres de paz de la humanidad como Gandhi, y que la corriente de apoyo que ha despertado con su protesta se debe a que ella es «un nuevo símbolo humano».

Los simpatizantes que han acudido a ayudarla en su ayuno del aeropuerto de Lanzarote son, sobre todo, fieles a su persona, a la que admiran por su «honestidad» y «coherencia» en su causa particular de ahora (volver a El Aaiún) y en su causa general: la defensa de los derechos humanos del pueblo saharaui.

«Desde muy jovencita se ha destacado como una líder por su lucha por los derechos humanos, por su fuerza y su convicción tan fenomenal», refiere Omar Bulsan, dirigente de la RASD encargado de los territorios ocupados, que destaca los numerosos galardones recibidos por Aminatu, quien en 2008 fue propuesta en EEUU para Nobel de la Paz.

Los principales responsables de la Plataforma de Apoyo Aminatu Haidar, que han logrado desplegar en el aeropuerto todo un ministerio de apoyo a la activista, la conocían personalmente de antes (algunos se consideran amigos de ella) y por eso no dudaron en abandonar sus casas para desembocar en el «campamento» hispano-saharaui del aeropuerto lanzaroteño de Guacimeta.

«Es una mujer muy singular, capaz de cohesionar a la gente; un ser muy especial», cuenta Edi Escobar, la periodista andaluza que se ha convertido en su jefa de prensa y asistente personal. «La gente viene aquí a ayudar para sentirse digno», añade.

Al popular actor Willy Toledo no le dio tampoco pereza alguna abandonar las comodidades de su casa y volar al aeropuerto para estar «tirado como un perro» al lado de Aminatu, aunque ahora «podría estar de vacaciones en cualquier playa del mundo».

«Lo llevo bien porque éste es el lado de la sociedad en el que prefiero estar», afirma. «Creo que aquí es donde se enriquece uno espiritual y éticamente, es el lado que me corresponde, que me pertenece y en el que quiero estar».

El político local Carmelo Ramírez (Nueva Canarias) sostiene que es para él «un honor» estar junto a Aminatu en una «lucha tan desigual».

Iguales pensamientos albergan el portavoz e ingeniero Fernando Peraita y la abogada Inés Miranda, quienes completan el «politburó» de Aminatu, como bromea Willy Toledo cuando se reúnen en la cafetería del aeropuerto.

Con el paso de las semanas de huelga de hambre, ellos y unos pocos más se han convertido en el equipo de gobierno de la activista saharaui, aunque afirman que ella es quien toma sus decisiones y les levanta el ánimo cuando flaquean.

Se detecta en ellos cierta idolatría por Aminatu, por la «dignidad» con la que lucha por los derechos humanos de los saharauis, el andamiaje que les une a todos ellos, ya que desde hace años están volcados en la ayuda a ese colectivo.

Y ven que esta causa ha despertado un nuevo movimiento social en torno a un nuevo «símbolo humano»: Aminatu Haidar.

Velan por ella las veinticuatro horas.

«Aminatu pasa muy malas noches ahora por los efectos de la huelga», afirma Edi Escobar, «pues tan pronto tiene frío como calor, pero es una mujer muy fuerte y no se queja de nada».

Haidar bebe todos los días litro y medio de agua, en botellas de 50 centilitros a las que hecha cuatro terrones de azúcar en cada una, según la periodista Edi Escobar, que asegura que es falso que la activista tome algo para alimentarse.

Aminatu va dos o tres veces al baño, habla con sus hijos permanentemente desde su móvil, tiene un pequeño transistor con el que escucha la radio saharaui y algunas cadenas españolas y está constantemente informada de todo lo que se publica sobre ella: por la mañana le pasan un dossier de prensa.

El habitáculo en el que se encuentra era una pequeña oficina para las empresas de guaguas que tienen allí su aparcamiento; apenas tiene seis metros cuadrados (tres metros de largo por dos de ancho) y por la noche solo caben dos personas para dormir: ella y su acompañante.

No tiene ventilación, ni luz natural, pero como padece fotofobia, la luz que podría entrarle por la puerta ya tiene el paso cortado porque han forrado la puerta para que no entre.

La iluminación interior depende de un pequeña lámpara de mesilla de noche, con la que lee algo, pero no mucho, ya que ha perdido la concentración para leer y le molestan mucho los ojos, afirma su asistente personal.

No soporta el ruido ni los olores.

Por ello, no dejan que los periodistas tomen declaraciones cerca de su puerta, ni que nadie fume en los alrededores, ni que de noche los fotógrafos usen los flashes.

Ya le molesta todo, incluso los focos que por la noche conectan las televisiones para hacer sus directos, lo que ha motivado ciertas desavenencias entre los periodistas que cubren el ayuno y los miembros de la plataforma de apoyo que piden comprensión.