«No entiendo por qué los partidos no ayudan a denunciar a sus corruptos»

ESPAÑA

Considera que el sistema procesal español no está diseñado para luchar contra la corrupción, que es una delincuencia compleja, y critica el aforamiento

04 nov 2009 . Actualizado a las 13:52 h.

Formó parte de la Fiscalía Anticorrupción durante ocho años (1995-2003) y su caso estrella fue el de Torras-KIO. Luego se convirtió en el único fiscal español que trabajó en el Tribunal Internacional de la Haya para perseguir los crímenes de la antigua Yugoslavia, donde llevó el caso de la terrible matanza de Srebrenica. Desde el 2006, Salvador Viada Bardají, barcelonés de 53 años, es fiscal del Tribunal Supremo.

-¿Por qué afloran ahora tantos casos de corrupción? ¿Se debe a que la Fiscalía Anticorrupción investiga más?

-La Fiscalía Anticorrupción sufrió un golpe durísimo en el 2003, cuando su jefe, Carlos Jiménez Villarejo, fue removido del puesto. Piense que funcionaba con gran armonía interna y todos los fiscales lo respetaban como el gran profesional que era. Al cesar se produjo un período de transición: varios fiscales salieron y los que entraron hubieron de dedicarse a ir sacando las causas vivas en la Fiscalía. Además, ampliaron sus competencias para incluir los delitos mafiosos. Ese proceso ha durado un tiempo. Ahora vuelve a estar engrasada y actuando con eficacia. Cuenta con más fiscales y, sobre todo, con algo que Jiménez Villarejo pidió hasta la saciedad y se le denegó: los fiscales delegados. Son fiscales en determinadas poblaciones conflictivas que actúan sobre el terreno con el apoyo de la Fiscalía de Madrid. Los de Barcelona, Málaga, el litoral mediterráneo y Baleares están trabajando de maravilla.

-¿Por qué no surgieron apenas casos en los años de gobierno del PP?

-Sí afloraron casos, pero de naturaleza básicamente económica. Recordará usted los casos de Mario Conde, de KIO, del Banco de Santander, del BBV Privanza o los de Telecinco o Gescartera. Hubo mucha dedicación a la delincuencia económica, no tanto a la corrupción política.

-El PP ha puesto en duda la imparcialidad de la Fiscalía.

-Me hace gracia, no porque lo diga el PP, sino porque se dice siempre desde la oposición. Mire, si se quiere cambiar la legislación es muy fácil: se presenta una proposición de ley en el Parlamento. Pero no hacen eso; lo que hacen es quejarse del control del Gobierno sobre la Fiscalía, pero esperando el momento de gobernar para mantenerlo o incrementarlo. Son críticas oportunistas. Por otra parte, el fiscal general del Estado puede hacer bastante, pero no todo en relación con los asuntos concretos. Los fiscales, en general, somos profesionales cuya vocación es la de actuar con imparcialidad. No nos gustan, en general, las órdenes en asuntos concretos si no compartimos su sentido, y cuando ocurren no es infrecuente que se resistan estatutariamente. De todas formas, yo preferiría un modelo de Ministerio Fiscal que no generara sospecha alguna sobre su imparcialidad, francamente.

-¿Cuál es la principal causa de la corrupción?

-La codicia, que puede ser individual o grupal, para beneficiar a una organización o a un partido. Esta última es mucho más difícil de investigar y de llevar a juicio, porque el que recibe el dinero no es el funcionario infiel corrupto, por lo que hay que desmadejar todo el ovillo con enormes resistencias y a veces acudiendo a inferencias sobre la base del sentido común.

-¿Cómo es la investigación de estos delitos?

-La investigación de estos delitos es en general muy compleja y lleva años. Además, el sistema procesal español no ayuda nada, pues no es como en otros muchos países donde es el fiscal el que investiga los delitos y lo hace hasta un cierto momento sin contradicción. Tampoco los aforamientos, que obligan a tribunales superiores no preparados para ello a investigar estos delitos. Todo esto dificulta y retrasa las investigaciones. El sistema procesal español no está diseñado para luchar contra la corrupción, que es una delincuencia compleja. Quienes cometen estos delitos están en posiciones de poder político o económico y, además de ser gente normalmente inteligente y preparada, se esfuerzan primero en que no se descubra el hecho (con complicaciones técnicas) y luego en que no llegue a término la investigación fiscal o judicial, sin ahorrar medios.

-¿Echa en falta la colaboración de los partidos en la lucha contra la corrupción?

-Siempre actúan diligentemente con la corrupción del adversario y normalmente a la defensiva -hasta que las pruebas son abrumadoras o la presión pública es insostenible- en los casos dentro de sus propias filas. Los corruptos son delincuentes, estafadores de los ciudadanos y nefastos para el sistema democrático. No entiendo muchas veces por qué los partidos no ayudan a la Fiscalía a denunciar y a condenar a los corruptos que han aparecido en su seno. Por su puesto, cuando estamos ante financiación ilegal de partidos, la cosa es mucho más compleja y difícil para ellos.