Del culto al desencanto con Zapatero

ESPAÑA

La crisis económica y la arbitrariedad en los ceses de algunos dirigentes del PSOE y ministros independientes minan el liderazgo y la credibilidad del líder socialista

13 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«Zapatero tiene mala conciencia por cómo ha tratado a algunos de los que más le hemos ayudado y la tendrá durante mucho tiempo». Así se expresa uno de los diputados y dirigentes del PSOE distanciados en este momento del jefe del Ejecutivo. Hace apenas tres años, esa especie estaba al borde de la extinción. Pero hoy renace con vigor aunque ni los motivos ni las ganas de expresar en público la amargura sean iguales para todos. El mal viene de lejos, pero en los últimos días se ha hecho evidente con el abandono del escaño por parte de dos destacados ex ministros.

Pese a ser uno de los precursores de Nueva Vía, movimiento que encumbró a Zapatero como líder socialista tras la dimisión de Almunia, a Jordi Sevilla se le negó el Ministerio de Economía al que parecía predestinado, para dárselo a alguien ajeno al PSOE como Solbes. En el 2007, Zapatero lo cesó y le cerró además la salida digna de dirigir un PSOE valenciano en plena crisis. Harto del ninguneo, Sevilla ha dado el portazo y se marcha al sector privado. Su caso es equiparable al del ex ministro del PP Eduardo Zaplana, que, sabedor de que con Rajoy no tocaría poder, optó por hacer caja en Telefónica.

Buena parte de ese grupo Nueva Vía ha acabado distanciada de Zapatero. Solo José Blanco y Trinidad Jiménez, esta tras no pocos desaires, han permanecido fieles. El caso más notable es el de Jesús Caldera, que fue mano derecha de Zapatero y que tras su paso por Trabajo y Asuntos Sociales fue desterrado a una fantasmagórica Fundación Ideas que ni siquiera aparece en la página web del PSOE.

Otro agraviado perpetuo es el ex ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar, histórico también de Nueva Vía, cesado sin contemplaciones en Justicia y enviado a la misión suicida de arrebatar Canarias al PP y Coalición Canaria. Tras un papel digno, Zapatero no lo recuperó para el Gobierno sino que lo envió a otro frente perdido: las elecciones europeas para que perdiera frente a Mayor Oreja.

Felipe González y Borrell

Otro caso destacado y anterior incluso es el del ex ministro y ex presidente del Parlamento Europeo Josep Borrell, al que Zapatero negó apoyo para renovar en el cargo y que acabó tirando la toalla y refugiándose en la universidad. Hasta Joaquín Almunia, alejado en puente de plata a una comisaría europea, no pierde ocasión de distanciarse de la política de Zapatero.

En ese grupo de desencantados se podría incluir incluso al ex presidente del Gobierno Felipe González, que no se ha cortado en cuestionar abiertamente la capacidad de Zapatero frente a la crisis económica. Veterano al fin y al cabo, González acaba de descartarse para la presidencia de la Unión Europea con la que, a decir de algunos, Zapatero pretendía silenciarlo.

Esto, en cuanto a dirigentes del PSOE. Pero el descontento es acaso mayor entre los independientes de los que Zapatero ha echado mano para paliar las carencias en los cuadros socialistas a la hora de formar Gobierno. El caso más palmario es el de Pedro Solbes, convencido para continuar al frente de la Economía en una segunda legislatura para la se que resistía. El argumento definitivo fue la promesa de máximo poder frente a otros ministros. Pero el resultado fue el contrario. Fuentes socialistas dan hoy por seguro que abandonará el escaño. El plazo máximo es la aprobación de unos Presupuestos para el 2010 lastrados por un déficit por el que en ningún caso votará.

Las apuestas solo giran ahora en torno a si dejará el escaño antes o después que el ex ministro de Sanidad Bernat Soria. El investigador valenciano fue fichado a bombo y platillo poco antes de las elecciones generales para elevar el prestigio de un Gobierno con escaso currículo. Antes de cumplir dos años, fue destituido por una lega en la materia como Trinidad Jiménez. Su salida del Congreso es inminente y su destino será la investigación en el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa de la Junta de Andalucía.

Son dos ejemplos de independientes a los que, según uno de ellos, Zapatero ha utilizado. De momento, el único que ha dado la cara ha sido el ex titular de Cultura, César Antonio Molina. Tras una brillante gestión en el Instituto Cervantes, Zapatero lo elevó al ministerio encargándole un gran proyecto cultural sin regateos presupuestarios. Pero solo le dejó poner los cimientos. Antes de dos años, el coruñés fue relevado por alguien cuyo currículo y proyección internacional no pueden estar más alejados de los de Molina: la guionista de cine Ángeles González Sinde. El objetivo era claro: retener el apoyo del mundo del cine en momentos difíciles. El resultado: discreto. A las últimas convocatorias del PSOE solo han acudido actores secundarios. La precariedad de apoyos parlamentarios de Zapatero se hace evidente cada semana. La desafección creciente en su propio partido todavía no ha estallado públicamente.