Gritos contra ETA y vivas a España en el oficio fúnebre

Melchor Saiz-Pardo

ESPAÑA

21 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cientos de personas se congregaron ayer en Bilbao para dar su último adiós Eduardo Puelles García y arropar a la familia del agente asesinado el viernes por ETA en Arrigorriaga. Los Príncipes de Asturias asistieron el funeral por el policía, cuyos restos mortales fueron recibidos por la multitud con aplausos, vivas a España y gritos contra la banda terrorista. El oficio religioso, al que acudieron representantes de los Gobiernos español y autónomo y otras autoridades, se convirtió también en el último homenaje del Cuerpo Nacional de Policía a su compañero fallecido.

Horas antes de que comenzara el oficio, centenares de personas se agolpaban ya en las inmediaciones de la iglesia de San José del Monte, distante solo un centenar de metros de la Subdelegación del Gobierno en Vizcaya, donde los restos del inspector Puelles García fueron velados hasta instantes antes de que comenzara el funeral.

Más de cien compañeros del policía, con rigurosos uniformes de gala, fueron los primeros en llegar al templo, acompañados de representantes de otros cuerpos. A las 12.50 horas llegaron los Príncipes de Asturias, recibidos entre vítores y con una cerrada ovación. A don Felipe y doña Letizia los esperaban en la puerta de la iglesia la vicepresidenta primera María Teresa Fernández de la Vega; el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba; el lendakari Patxi López, el presidente del Senado, Javier Rojo; la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga; el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, y el consejero vasco de Interior Rodolfo Ares.?También asistieron a las exequias representantes del PNV y de otros partidos.

A las 13 horas, el féretro abandonó la sede de la Subdelegación del Gobierno a hombros de seis agentes de la Policía, Guardia Civil, Ertzaintza y Policía Local. Tras el ataúd, cubierto por una bandera española, marcharon la viuda del agente, Francisca Hernández, abrazada en todo momento por sus dos hijos, Rubén y Asier. Detrás, una treintena de familiares, amigos y compañeros del funcionario. ?La multitud rompió entonces en un cerrado aplauso y en nuevos vítores a España. La viuda, con el rostro desencajado por el dolor, sostenía una rosa blanca. Intentó esbozar una sonrisa para agradecer las muestras de afecto de la muchedumbre que llenaba la plaza.

En la homilía del funeral, el obispo Ricardo Blázquez reclamó a todo el pueblo vasco un «no rotundo e inequívoco al terrorismo, con la cabeza y el corazón, en la conciencia y en la calle, personalmente cada persona y unidos como ciudadanos».

Al final del oficio, Francisca Hernández recibió la bandera que cubría la caja y la gorra del uniforme del agente. ?Tras este sencillo acto, la viuda y los huérfanos de Eduardo Puelles se fundieron en un abrazo con los Príncipes de Asturias a las puertas de la iglesia. Luego partieron para incinerar en una ceremonia íntima los restos del policía.