López, primer lendakari que asume el cargo prometiendo respetar la ley

Ramón Gorriarán

ESPAÑA

El malestar nacionalista por los cambios lleva a Anasagasti a decir que siente asco por la democracia española

08 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Poco después de las 11.15 horas, Patxi López se convirtió en el sexto lendakari de la historia del País Vasco y en el primero no nacionalista. No fue la única novedad. A diferencia de sus predecesores, que juraron, el líder socialista prometió su cargo «desde el respeto a la ley», y asumió su condición de «representante ordinario del Estado» en el País Vasco. Unos detalles nada inocuos, porque los gobernantes del PNV obviaron siempre la primera referencia y aludieron a la segunda de forma subrepticia.

Se esperaban cambios y los hubo en la ceremonia de toma de posesión del lendakari en la Casa de Juntas de Guernica. Patxi López prescindió de la frase «ante Dios humillado», que encabezó los juramentos de los gobernantes vascos anteriores, y también cambió la alusión a los «representantes del pueblo vasco» por «representantes de la ciudadanía». Pero sobre todo introdujo «el respeto a la ley» como condicionante para desempeñar su cargo, algo que nunca mencionó Ibarretxe en sus tres tomas de posesión ni tampoco sus predecesores, porque el PNV está encastillado en que la Constitución no obtuvo el refrendo de los vascos en el referendo de 1978.

Unas novedades que, como era de esperar, no gustaron a los nacionalistas, que asistieron impasibles a toda la ceremonia y en ningún momento aplaudieron. La reacción más visceral fue la del senador Iñaki Anasagasti, quien en su blog escribió que siente «asco» por la democracia española y que se ratifica en su «identidad solo vasca». El líder del partido, Íñigo Urkullu, no asistió a la ceremonia, pero en un acto en Bilbao avisó de que los nacionalistas estarán vigilantes en las instituciones para que el PSE y el PP «no cometan ningún desmán en este país». Aunque más agria, si cabe, fue la actitud de los diputados del partido de la izquierda aberzale, que no se levantaron de sus asientos cuando López prometió el cargo.

El nuevo lendakari, sin soltar la makila (bastón de mando) recibida de manos de Ibarretxe, no quiso hacer comentarios políticos en aras de no embarrar la solemnidad del día. El líder socialista, además de prescindir de la simbología religiosa, quiso imprimir un sello de modernidad al acto. El aurresku (baile de honor) tras la toma de posesión fue bailado a los sones de un oboe en lugar del tradicional txistu y tamboril; el Gernikako arbola fue entonado por un cuarteto de voz sin música; prometió el cargo sobre un ejemplar de Estatuto, en lugar de la biblia en vasco del siglo XIX, con tapas de acero y sin costuras de encuadernación para recordar que es un texto abierto.