Martitegi es el tercer jefe militar de ETA detenido en solo cinco meses

Melchor Saiz-Pardo

ESPAÑA

Había huido a Francia el año pasado, después de dirigir el «comando» más activo tras la ruptura de la tregua

19 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Jurdan Martitegi Lizaso, Arlas, el supuesto máximo dirigente del aparato militar de ETA desde el pasado mes de diciembre, fue capturado por la Policía Judicial en Montauriol, al sur de la localidad francesa de Perpiñán, cuando acudía a una cita de seguridad con otros dos miembros de la banda, recién llegados de España, que igualmente fueron detenidos. Se trata de los etarras legales (sin antecedentes) Alex Uriarte y Mikel Oroz. Uno de ellos era, al parecer, su guardaespaldas y el otro, un miembro de un comando listo para recibir órdenes. La captura de Martitegi es la tercera de un jefe de ETA en tan solo cinco meses, tras los arrestos en noviembre y diciembre de los dirigentes Garikoitz Aspiazu, Txeroki, y Aitzol Iriondo, Gurbitz.

La operación contra el cabecilla terrorista supuestamente encargado de reconstruir los comandos operativos tuvo su continuación en el País Vasco, donde los servicios de información, bajo la coordinación del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, detuvieron a otras tres personas relacionadas con Uriarte y Oroz en Vitoria (Aiser Ortíz de Guinea y Olaritz Arakama), y una más en Otxandio (Igor García , Motri).

En el momento de la detención, Martitegi no opuso ninguna resistencia, pese a ir armado con una pistola. El etarra facilitó su identidad de inmediato. Los agentes también intervinieron a Uriarte y a Oroz sendas armas y se incautaron de un vehículo con matrícula falsa. Según todos los indicios, la cita de seguridad en Perpiñán tenía como objetivo que uno de los dos etarras legales, que supuestamente pertenecía a un comando listo para comenzar a atentar en España, recibiera las últimas instrucciones para empezar su actividad.

Los especialistas de la Comisaría General de Información de la Policía tenían conocimiento desde hace días de que este terrorista se iba a reunir al otro lado de la frontera con uno de los máximos responsables de la banda, probablemente Martitegi, como luego se ha confirmado.

Desde que se refugió en Francia en junio del 2008, tras abandonar el sanguinario y ya desarticulado comando Vizcaya, había centrado su actividad en la instrucción y creación de comandos con los que tratar de sustituir los grupos fuera de combate. De hecho, la última noticia que el Ministerio del Interior había tenido de este cabecilla terrorista es que en octubre del pasado año había dado cursillos de armas y explosivos a dos miembros (Aurken Sola y Xabier Rey) del último comando Nafarroa, ya desarticulado.

De 29 años y nacido en Durango, había llegado accidentalmente a la cúpula de ETA después de apenas dos años de clandestinidad, aunque su historial delictivo se remonta a febrero de 1998, cuando compareció ante el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por su participación en varios sabotajes. Entonces quedó en libertad, pero enseguida volvió a ser acusado de un ataque con artefactos explosivos contra la comisaría de la Ertzaintza en Amorebieta (Vizcaya). Fue detenido de nuevo el 5 de marzo del 2001. Entonces ingresó en prisión unos años por varios ataques de violencia callejera, entre ellos la colocación de un artefacto en los juzgados de Durango. En el 2006 se integró en ETA, según los archivos de la Comisaría General de Información, para no cumplir condena por un nuevo ataque con cócteles molotov en Galdácano.

Junto al ya detenido Arkaitz Goikoetxea, Martitegi fue líder del comando Vizcaya que mantuvo en jaque a las fuerzas de seguridad desde febrero del 2007 hasta junio del 2008 con una docena de atentados. Participó directamente en los atentados contra los cuarteles de Durango, Calahorra y Legutiano (donde murió un guardia civil) y planeó matar al juez Fernando Grande-Marlaska y a un concejal socialista de Éibar, y ordenó los seguimientos para tratar de asesinar al ex diputado general de Álava Ramón Rabanera. Jurdan Martitegi ya mantenía por entonces contacto directo con la cúpula militar de ETA.

Logró salir indemne de la caída del comando Vizcaya porque un mes antes lo había abandonado para integrarse en la estructura directiva de ETA en Francia, país en el que se ha mantenido en absoluta clandestinidad debido a su reconocible apariencia física (mide casi dos metros) y a que su fotografía figura desde hace dos años en todos los carteles.