La superviviente gallega del accidente de Barajas critica el retraso del rescate

ESPAÑA

La monfortina María Loreto Mercedes dice que si hubiese estado inconsciente la habrían dejado de lado

03 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Se lo comenté al juez y aún no me lo explico. Es tremendo el tiempo que tardaron en venir a rescatarnos pese a que el accidente se produjo en la cabecera de la pista y los bomberos lanzaron tres bengalas para alertar de lo sucedido. Calculo que fueron entre 40 y 45 minutos». Así relataba ayer a la prensa la monfortina María Loreto Mercedes la tardanza de los servicios de rescate de Barajas. El pasado 20 de agosto, esta gallega fue una de los 18 personas que sobrevivieron al accidente del avión de Spanair en Madrid, que se cobró 154 vidas.

Ayer, Loreto Mercedes declaró ante el juez que lleva el caso del accidente de Spanair, Javier Pérez, dejando muy claro que aquel día hubo un cúmulo de «irresponsabilidades de muchas personas y entidades». «Hay responsabilidades de todos, desde la compañía hasta Fomento. Todo el mundo tiene un poco de responsabilidad», subrayó ante el juez.

Esta mujer de 57 años, que es médico del Instituto Social de la Marina y está precisamente especializada en intervenciones sanitarias durante catástrofes, perdió en el siniestro a su hija, que estaba sentada unas filas detrás de ella.

Cuando el avión de la compañía Spanair se estrelló, Loreto Mercedes salió despedida de la aeronave y quedó tendida en el suelo con múltiples fracturas.

«Estaba consciente y avisé con la mano izquierda, que es la que podía mover, a los médicos. Les dije que tenía un hemotórax y que debían pincharme en la pleura. Estoy viva porque soy médico y porque me diagnostiqué», relató. «Si llego a estar inconsciente, me hubieran dejado de lado. Estoy segura de que estaría muerta», agregó en el juzgado de la plaza de Castilla, en Madrid.

«Me han reconstruido la cara»

Según sus cálculos, los médicos llegaron a los 40 minutos. «Iba perdiendo capacidad respiratoria. Si hubiesen tardado un cuarto de hora más, estaría muerta», añadió esta monfortina, que después de ser rescatada estuvo hospitalizada durante cinco semanas en coma inducido. Sufrió fracturas en las rodillas, en las piernas, en el rostro y en los tobillos. «Me han reconstruido la cara. Antes era más guapa», bromeó.

Viajaba con su hija en el fatídico vuelo JK5022 de Spanair para regresar a Las Palmas de Gran Canaria tras terminar una comisión de servicios en las Islas Seychelles, al noroeste de Madagascar.

Desde el primer momento sospechó que algo fallaba. «Primero se abortó un primer despegue y se cargó de combustible el avión. En el segundo despegue, algo no iba bien y pensé que se abortaría. Mi sorpresa fue que salió. A los pocos segundos giramos y chocamos», relató. Tanto ante el juez como ante los periodistas, la mujer denunció la tardanza de las operaciones de rescate, preguntándose, además, «cómo puede haber una vaguada, un río y una arboleda al lado de la pista de un aeropuerto internacional».

Su segundo accidente aéreo

La gallega se preguntó también por qué los controladores aéreos no vieron el accidente y por qué Spanair «presionó» para que el avión volase. Con gafas de sol que tapaban sus cicatrices faciales, la monfortina residente en Las Palmas contó que hace unos años vivió un accidente similar en Mauritania nada más despegar -«todos salimos ilesos porque la pista estaba bien diseñada»-y rememoró el siniestro que se produjo hace 21 años en Detroit con un MD-82, el mismo modelo de Barajas: «No sé cómo ha podido ocurrir lo mismo y no se tomaron medidas», se preguntó.

Otro de los testigos -José Alonso, de 47 años y que perdió a su mujer, a una hija y otra quedó gravemente herida-prefirió no hacer declaraciones. «No quiero hablar, bastante tengo con ver a mi hija en silla de ruedas», dijo a los periodistas poco antes de comparecer ante el juez.

Rafael Vidal, de 31 años y tercer testigo en comparecer ayer ante el juez y que aún necesita unas muletas para poder andar, solo dijo que no se produjo ninguna explosión en el avión.