Vacaciones de primavera para ZP

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Crisis, guerra del agua y turbulencias en el País Vasco son suficientes elementos de preocupación; sin embargo, la política, de momento, es una balsa de aceite

27 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Zapatero vive sus vacaciones de primavera por más que los datos económicos empeoren: sube el paro, el petróleo y hasta el arroz mientras baja la expectativa de crecimiento para este año y el próximo. «Ahora hablar de crisis ya no conlleva el insulto de antipatriota», se quejan con razón en el PP. Crisis, guerra del agua y turbulencias en el País Vasco son suficientes elementos de preocupación y, sin embargo, la política, de momento, es una balsa de aceite.

Es una primavera para ZP propiciada por el revuelo interno del PP, donde algunos están empeñados en que Mariano Rajoy no pueda, por fin, impulsar libremente su proyecto político, alejado de las hipotecas aznarianas y mediáticas que tanto lo condicionaron la pasada legislatura. No había suficiente con amagar con Esperanza Aguirre que ahora sacan a Rodrigo Rato a comer con Ángel Acebes en restaurantes de Madrid para que resucite otro candidato posible. Incluso algunos comentaristas se permiten escribir: «Aznar solo volvería si la situación se hiciera insostenible». El caso es moverle la silla a Mariano, que, sin embargo, es cada vez más apreciado en las encuestas. Gusta más el Rajoy con ideas claras y firmes que el dubitativo de antaño.

Primavera para el presidente, pero graves dificultades para otros en su partido, por ejemplo, Marcelino Iglesias. El presidente de Aragón comparece mañana en Madrid, en su momento más bajo, para tratar de explicar por qué Aragón niega agua del Ebro para que beba Barcelona, o en el futuro, si el mismo problema se diera, para Valencia, Murcia o ciudades de Castilla-La Mancha. Es difícil de explicar, sin duda: «Marcelino en parte es presidente por su oposición al trasvase, y ahora no puede dar el cambiazo sin más», comentaba el viernes en Zaragoza uno de sus puntales mediáticos.

Pero habrá que afrontar el discurso de que el agua hay que repartirla, si se garantiza que no sirve para el derroche de los regantes, para proseguir con la destrucción del litoral mediterráneo de la época Zaplana en Valencia, o de las urbanizaciones murcianas descontroladas. En la oposición al trasvase había razones objetivas, pero también demagogia, y en épocas de escasez la demagogia sobra.

Observen que en el decreto del Gobierno autorizando el suministro de agua del Ebro a Barcelona se dejaba la puerta abierta a que suceda lo mismo con otros territorios en condiciones críticas similares. Parece razonable, y en Valencia y Murcia lo han sabido leer. Pasará igual en poco tiempo con la oposición a las centrales nucleares. La Costa Brava puede sufrir cortes diarios de luz este verano como ya le sucedió a la ciudad de Barcelona mientras se agita la bandera antinuclear. Ya han escuchado a Felipe González, el más sensato de los dirigentes socialistas contemporáneos: «No es coherente oponerse a las nucleares en España y comprar electricidad producida en nucleares en Francia». El discurso ecologista reiterado estos días con todas las letras -«antes restricciones de agua y de luz que trasvases o nucleares»- no tiene futuro. Otra cosa es que el rozamiento del cambio de posición sea agrio. Ahí tienen a los dirigentes de ERC del Bajo Ebro acusando a Montilla de estalinista por promover el alimento de agua a Barcelona mediante una tubería, operación que se puede llamar trasvase o cualquier otro nombre, pero que es lo que es. Si Iglesias lo pasa mal negando el agua, Montilla no está feliz soportando tensiones en su Gobierno porque le falta. De no pertenecer al mismo partido, estaríamos hablando de una guerra entre comunidades.

Entretanto, en el País Vasco suceden cosas importantes. ETA sigue fustigando a los barrios obreros, donde los socialistas cosechan más votos, pero en el interior del PNV el enfrentamiento es cada vez mayor. De un lado, el lendakari Ibarretxe, que convocará elecciones anticipadas -solo él tiene la llave- para evitar que se le jubile por su empeño en convocar en octubre una consulta ilegal sobre la autodeterminación. De otro, Urkullu, el joven presidente del PNV que sustituyó al fagocitado Imaz, que es expresión del pragmatismo. Prepárense para elecciones anticipadas en octubre. La primavera será corta.