El procesado Juan Antonio Roca defiende su derecho a volver a su puesto de trabajo en Marbella

Efe

ESPAÑA

16 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El ex asesor urbanístico del Ayuntamiento de Marbella Juan Antonio Roca, que salió el lunes de la cárcel tras pagar una fianza de un millón de euros por el caso Malaya, pidió ayer «coherencia» a los partidos políticos y dijo que está en su derecho de reincorporarse a su puesto de trabajo. Roca, que se presentó en los juzgados de Marbella para cumplir con la obligación de firmar diariamente en la sede judicial, impuesta por el instructor del caso, explicó que su fianza fue reunida gracias a las aportaciones de una veintena de amigos.

El ex asesor urbanístico afirmó que deberá pedirle a las personas que le han ayudado a reunir la fianza que «se olviden durante un tiempo» de la misma, dado que no cree que a través de una resolución judicial le devuelvan pronto ese dinero, aunque mostró su confianza en que se modifiquen y suavicen las medidas cautelares. En relación con la manifestación prevista para mañana jueves, organizada por las asociaciones de vecinos de Marbella y secundada por las formaciones políticas, Roca indicó que se trata de un «derecho fundamental», aunque ha pedido «coherencia» a los partidos. En este sentido, recordó que el PP cuenta también con una alcaldesa y concejales imputados en causas judiciales por corrupción.

Sobre la posibilidad de reincorporarse a su puesto de trabajo en el Ayuntamiento marbellí, el presunto cerebro de la trama de corrupción municipal investigada en el caso Malaya manifestó que «es un derecho que tengo», y destacó que no ha sido condenado.

«No lo he sopesado, pero si lo sopeso y decido hacerlo estoy en mi derecho», señaló el ex asesor urbanístico, que reiteró que la salida de la cárcel le permitirá trabajar para demostrar su inocencia.

Roca afirmó que lo más importante que debe hacer ahora es demostrar su inocencia, tras una instrucción «cargada de irregularidades» y acusaciones «gratuitas». Roca aseguró que el caso Malaya se ha caracterizado por su «desproporcionalidad», como si se hubiera pretendido «lograr un Guinness».