El escondite de Miguel Ángel Blanco, la incógnita sin resolver tras diez años

Melchor Saiz-Pardo MADRID

ESPAÑA

Esta semana se cumple un decenio del secuestro y muerte del concejal de Ermua El juicio a los autores permite ahora saber más sobre el asesinato del edil de origen gallego

08 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Miguel Ángel Blanco, natural de Ermua -a donde habían emigraron sus padres, originarios de la localidad ourensana de Xunqueira de Espadañedo-, fue secuestrado y ejecutado hace ahora una década. Sin embargo, toda la verdad y la crudeza de lo ocurrido durante aquellas 48 horas sólo salieron a la luz hace un año, cuando sus asesinos se sentaron en el banquillo. La verdad judicial y un extenso sumario permiten completar con mayor rigor el recuerdo de aquellos dos días que conmocionaron a España. La tragedia comienza cuando Xabier García Gaztelu, Txapote , se muda en junio de 1997 a Éibar con su comando Donosti: su novia Irantzu Gallastegi, Amaia , y José Luis Geresta Múgica, Oker . Txapote había recibido la orden del entonces jefe militar de ETA, Javier Arizkuren, Kantauri, de secuestrar y matar en 48 horas a un desconocido concejal del PP en Ermua. ETA les proporciona un piso franco seguro. Los terroristas tardan una semana en confirmar sus informaciones: el concejal trabaja como economista en Éibar, el edil va siempre en tren desde Ermua y vuelve a casa para comer. Txapote lo tiene decidido: el secuestro será el 9 de julio por la tarde. Sin embargo, ese miércoles Blanco no aparece. Los etarras vuelven el jueves. A las 15.30 horas, se baja del tren y camina distraído hacia su oficina. Amaia se acerca por la espalda y lo encañona en los riñones. Blanco no se resiste. A las 17.30 horas, una llamada a Egin reivindica el secuestro y comunica el ultimátum: a las 16.00 horas del sábado, Blanco será asesinado si no se traslada a todos los presos de ETA a cárceles de Euskadi. La incógnita Diez años después, la misma incógnita sigue sin despejarse. ¿Dónde mantuvieron secuestrado a Blanco? Quizás en un caserío cerca de Lasarte, quizás en un maletero de un vehículo, quizás en un zulo que nunca ha sido descubierto... A las 19.00 horas, el entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, moviliza a todas las fuerzas de seguridad para buscar el escondite. Pero nadie lo ha visto. Mayor se reúne con Aznar a las 20 horas. El jefe del Ejecutivo es tajante: «El Gobierno no va a ceder al chantaje». En todo caso, es imposible trasladar a más de medio millar de presos en 48 horas. Las calles de Ermua se llenan de miles de personas que pasan la noche en vigilia. En otros muchos puntos de España comienzan también manifestaciones espontáneas. El viernes la movilización alcanza a todo el país. El Papa, la UE y la ONU se unen al clamor. A mediodía, decenas de miles de personas se concentran frente a los ayuntamientos. Las televisiones reemplazan sus logotipos por un lazo azul. Con la caída de la tarde, las movilizaciones se multiplican. Sólo en Madrid, 50.000 personas hacen vigilia en la Puerta del Sol. El Gobierno no descansa. Aznar da luz verde la noche del viernes para contactar en Santo Domingo y en Francia con el jefe del aparato de interlocución de ETA, Antxon , y con el ex jefe etarra encarcelado, Pakito. Los terroristas no ceden. El sábado, el día que expira el ultimátum, España es un clamor. En Bilbao se dan cita medio millón de personas en la mayor manifestación que ha conocido nunca el País Vasco. Pero los gritos no llegan a Txapote. Minutos antes de las 16.00 horas, los terroristas llevan a Blanco, en el maletero del coche, hasta una arboleda en Lasarte. Amaia se queda en el automóvil. El edil, con las manos atadas con unos cables, camina unos pasos. Geresta sujeta a la víctima. Txapote desenfunda su arma, una pistola del calibre 22, demasiado pequeña para una ejecución, y «con el arma encima de la piel», según los forenses, le dispara en la cabeza. El primer minúsculo proyectil no causa más allá que una fractura ósea en el cráneo del concejal, que ni siquiera pierde la conciencia. Los verdugos, nerviosos, obligan a Blanco a arrodillarse. Txapote realiza un segundo disparo, también a «cañón tocante», por debajo de una oreja. Esta vez sí es mortal, aunque el concejal agonizará hasta las 23,00 horas en el Hospital Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián.