Maragall abandona la dirección del PSC y vincula su futuro a la política europea

Pablo Carballo
Pablo Carballo LA VOZ | BARCELONA

ESPAÑA

30 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Una etapa histórica toca a su fin en el socialismo catalán. Pasqual Maragall, ex alcalde de Barcelona, ex presidente de la Generalitat, ex presidente del Comité de las Regiones de la UE, figura política prominente y controvertida durante los últimos 25 años, abandona la presidencia del Partido Socialista de Cataluña, en el que José Montilla ejerce ya el liderazgo con mando en plaza. Maragall confirmó ayer, mediante una carta publicada en el diario La Vanguardia , lo que había anunciado a Montilla hace medio año: su intención de abandonar su puesto como presidente. La renuncia, aunque sea a un cargo con más carácter honorífico que ejecutivo, supone el final de un ciclo en el que el socialismo catalán se convirtió en alternativa real de poder tras varios lustros de nacionalismo bajo la tutela de Jordi Pujol. «Creo que se han cumplido los objetivos que me propuse», afirma en su misiva el ex presidente. que matiza a continuación: «Quizá no todos, pero sí los más significativos». A su juicio, «pocos pueden negar» que sus años de gobierno en la alcaldía y en la Generalitat han resultado provechosos para Barcelona y Cataluña. En el repaso a su carrera política, Maragall reivindica haber completado «los proyectos de los herederos de la Lliga Catalana», entre ellos la recuperación de la gestión del castillo de Montjuich, y su llegada a la presidencia catalana, «abriendo una alternancia en el Gobierno después de un largo período conservador». En cuanto a los trabajos pendientes para los socialistas, señala la necesidad de conseguir un grupo parlamentario propio para el PSC en el Congreso. Maragall postula la fórmula política que, a su juicio, desterraría la problemática territorial en España: «El federalismo ha sido y es desde hace un siglo la única solución a los problemas de formato político en España y en Europa». Preocupado por Europa Europa es, precisamente, la idea que ocupa la cabeza de Maragall de cara a su futuro político. Buena parte de su carta va dedicada a los desafíos del Viejo Continente, que es «nuestra nueva gran patria». Por eso, quiere participar en la formación del naciente Partido Demócrata Europeo, fundado en Roma hace unos meses.