Auge y caída de Izquierda Unida, una historia de 18 años

Ramón Gorriarán MADRID

ESPAÑA

11 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Izquierda Unida estrena mayoría de edad, este año cumplió los 18 años de su fundación, en pleno declive. Lejos queda su época de mayor fuerza. Lo que en los años ochenta -y ya menos en los noventa- era una coalición, hoy es el PCE con apenas algún aditamento testimonial. Amalgamados por el no a la OTAN, una serie de partidos casi sin espacio político a la izquierda del PSOE encontraron su tabla de salvación en 1986 con la creación de IU. El PCE, Izquierda Republicana, Pasoc, Convocatoria por Andalucía y hasta el Partido Carlista alcanzaron un acuerdo que ahora languidece. Un decadente Partido Comunista sufrió en 1982 el abandono de su gran líder, Santiago Carrillo. En los comicios de ese año, la formación logró cuatro escaños en el Congreso y poco más de 800.000 votos, el 4% del total. Había que salir a flote. La oportunidad surgió en 1986 con el referéndum sobre la OTAN. Toda la izquierda, salvo el PSOE, propugnó el no. Aquella identidad de posiciones, aunque derrotada, fructificó. Y casi sin tiempo para preparar los comicios, la coalición, que aún no era más que una ensalada de siglas, remontó. La recién nacida Izquierda Unida, con el secretario general del PCE, Gerardo Iglesias, como coordinador general, sacó siete diputados y se acercó al millón de votos (5% del electorado). Tres años después, más ascenso. IU logró en las elecciones de 1989 más de 1.800.000 votos, el 9%, que se tradujeron en 17 escaños. Ya era la tercera fuerza política detrás del PSOE y del PP, y relegó de esa posición al Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez. Se había producido el relevo al timón y el asturiano Iglesias dejó paso a Julio Anguita. El desembarco del ex alcalde de Córdoba motivó la primera crisis interna relevante. Tres grandes activos de IU, Nicolás Sartorius, Cristina Almeida y Pablo Castellano, fueron relegados en los comicios de 1993. Con todo, la coalición siguió al alza: 18 diputados y más de 2.200.000 votos, el 9,5%. El minuto de gloria llegó en las elecciones de 1996, las de la derrota del PSOE y victoria del PP. IU se encaramó a los 21 escaños con 2.639.774 papeletas y superó la barrera del 10% del electorado. El descalabro El gran resultado ya nunca regresó. Pero ¿cuándo empezó el descalabro de Izquierda Unida? Todos apuntan a esa legislatura, la primera de Aznar, en la que Anguita puso en práctica la pinza con el PP, en el poder, y contra los socialistas, en la oposición. Una estrategia equivocada, afirmaron a posteriori los dirigentes de IU consultados, pero nadie la puso en tela de juicio entonces. ¿Nadie? No, un grupito primero, algo más serio después, con el nombre de Nueva Izquierda mostró su disconformidad. El adversario era el PP, no el PSOE. El planteamiento llevó a la escisión o expulsión, según quién cuente la historia, del sector capitaneado por Cristina Almeida y Diego López Garrido que formó su propio partido y acabo fusionado con los socialistas. El retroceso era inevitable. En el 2000 volaron casi millón y medio de votos para quedarse en 1.263.043, el 5,4%, y ocho escaños. Anguita, con problemas de salud y fuerte contestación interna, decide cambiar la política por la enseñanza un poco antes. La cara para los comicios fue la del secretario general del PCE, Francisco Frutos, quien selló una alianza con el PSOE de Joaquín Almunia, ruinosa para ambas formaciones. En octubre de hace cuatro años, llegó el momento de Gaspar Llamazares, quien por un solo voto de diferencia sobre Frutos obtuvo el liderazgo de IU en la sexta asamblea. La coalición, sin embargo, ya no era la de antaño. Ni Pasoc ni Izquierda Republicana ni los carlistas ni otros grupos menores estaban ya en la nave. El PCE gobernaba el barco en solitario, como en 1986. Como en 1982 14 de marzo de 2004. El naufragio. IU, gracias al aporte de dos diputados de Iniciativa per Catalunya, un socio que huyó durante el anguitado, apenas logra cinco escaños, los votos se quedan en poco más de 1.200.000, el 4,9%. Casi como en 1982. El que resulte ganador de la VIII Asamblea Federal tendrá que administrar una ruina política con escasa presencia institucional y un complicado papel en la oposición. Pero, ¿cómo oponerse al PSOE en el Gobierno y, al mismo tiempo, crecer?. Ese ha sido siempre el gran problema de IU: el espacio a la izquierda de los socialistas.