El Ejército colonial español empleó armas químicas en la guerra del Rif

Paco Soto NADOR | ENVIADO ESPECIAL

ESPAÑA

España nunca reconoció de forma oficial el uso de sustancias como el gas mostaza en este conflicto La zona tiene en la actualidad el índice de cáncer más alto de todo el reino alauí

21 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Entre 1921 y 1927, el Ejército colonial español bombardeó de manera sistemática los poblados de la comarca marroquí del Rif para acabar con la rebelión independentista dirigida por Abdelkrim El Khattabi. Y en los bombardeos empleó armas químicas como el fosgeno, la cloropicrina, el difosgeno y el gas mostaza. La denuncia está avalada por el trabajo de historiadores como los españoles Rosa María de Madariaga, Ángel Viñas y Juan Pando, y los europeos Sebastian Balfour y Jean Marc Delaunay. El Rif es una región del norte de Marruecos de cultura y de lengua bereberes, rebelde e históricamente hostil a la monarquía alauí, pero también a la presencia española en la época colonial. En 1924, las autoridades españolas abrieron dos fábricas de armas químicas, una cerca de Madrid y otra en Melilla, y contaron con el asesoramiento de expertos alemanes y franceses para su elaboración y empleo. Según los historiadores, España llegó a fabricar 470 toneladas de gases tóxicos y utilizó 530 aviones de construcción francesa, alemana y danesa, pilotados en muchos casos por mercenarios europeos y estadounidenses, para bombardear el Rif. Protocolo de Ginebra En virtud del Tratado de Versalles de 1919, los vencedores de la Primera Guerra Mundial prohibieron a la Alemania vencida la fabricación de armas químicas; el Protocolo de Ginebra de 1925 hizo extensiva esa prohibición a todos los países. Pese a esas normas, los historiadores Rosa María de Madariaga y Carlos Lázaro Ávila establecen en un estudio conjunto que España utilizó masivamente gases tóxicos durante la guerra del Rif y Francia lo hizo en el año 1925 en los alrededores de Fez, una ciudad situada en la zona bajo su control colonial. Los bombardeos españoles fueron silenciados, pero algunos observadores de la aviación militar, como Pedro Tonda Bueno en su autobiografía La vida y yo , publicada en 1974, se refiere al lanzamiento de gases tóxicos desde aviones y el consecuente envenenamiento de los manantiales rifeños. Por su parte, Ignacio Hidalgo de Cisneros, en su obra autobiográfica Cambio de rumbo , revela cómo fue protagonista de varios bombardeos con gases tóxicos. España, que contó con la colaboración activa de Francia durante la guerra contra los rebeldes rifeños -un conflicto que provocó la muerte de 20.000 soldados españoles- jamás ha reconocido oficialmente los hechos. Los historiadores franquistas silenciaron el asunto y las autoridades marroquíes no han demostrado el menor interés por esclarecer los hechos. Tiene su lógica teniendo en cuenta que el régimen marroquí utilizó también masivamente armas químicas contra la rebelión rifeña entre 1956 y 1958, una vez alcanzada la independencia. La utilización de armas químicas ha provocado consecuencias catastróficas para la salud de la población rifeña, que padece infecciones y mutaciones genéticas que provocan cánceres, además de disfunciones psíquicas como la depresión, la angustia y el pánico. Así lo han establecido en sus investigaciones científicos extranjeros y marroquíes como el psicólogo y criminólogo Ahmed Hamdaoui. El propio Instituto Oncológico de Rabat está estudiando las razones por las cuales el cáncer es una causa de mortandad más frecuente en el Rif que en el resto de Marruecos. Algunos expertos consideran que este hecho es una consecuencia directa de la utilización de armas químicas.