«Tengo miedo de los humoristas guapos y simpáticos, de los que se ponen al servicio de los publicistas»

La Voz L.C. | MADRID

ESPAÑA

07 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Leo Bassi concibe el humor como un arma incendiaria, un instrumento al servicio de la contra cultura, y todo lo que quede fuera de este punto de partida es víctima de su incontinencia verbal. Sin concesiones. Le irrita, por ejemplo, cualquier intromisión de los publicistas o guionistas. «Tengo miedo de los cómicos jóvenes, guapos y simpáticos, de los que se ponen al servicio de los publicistas, de los del Club de la Comedia», apunta el showman. Respecto a sus polémicos sketch , no se arrepiente de nada y reconoce sentirse un incomprendido en los países «ricos». «En los lugares menos desarrollados, mis espectáculos los ven como algo cómico, no les asustan mis provocaciones. Incluso, me piden más caña. En Sao Paulo o Lagos no ven raro que coma mierda, porque allí la comen todo el día. El futuro es hacer reír a la gente pobre, porque los ricos ahora no tienen hijos», señala. En los estados más pudientes, sin embargo, asegura que sus propuestas provocan miedo y fascinación al mismo tiempo. «Mi deber es hacer despertar los instintos», sentencia.