Artur Mas apela al bipartidismo para intentar frenar a Esquerra

La Voz A. L. | BARCELONA

ESPAÑA

10 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

?ás de mil mujeres vitoreaban ayer al mediodía en un hotel de la estación de Sants a Artur Mas, candidato de CiU, al grito de «¡macu, macu!» (guapo, guapo). El voto femenino es una de las armas del joven candidato de Convergencia i Unió. Otra es el fantasma del poder madrileño, ante la posibilidad de que por primera vez un partido no nacionalista, el PSOE, pueda presidir la Generalitat. Por eso, según van pasando los días, Mas radicaliza su discurso ante Esquerra Republicana, después de haberle tendido la mano en el debate del viernes. «Sólo hay dos opciones: CiU y el PSC», proclamó Mas para evitar «confusiones». Así trata de evitar que los votos nacionalistas se dividan entre su partido y ERC en una proporción que les obligue a abandonar el poder que detentan desde hace 23 años. Ayer a Mas se le escapó que «23 años son mucho tiempo». Lo dijo al explicar desde cuándo conocía a su esposa. Contó que a comienzos de los 80 recibió una oferta para irse fuera de Cataluña, con un trabajo mejor pagado, pero su mujer, que tenía un empleo más estable y de mayor retribución, le convención para quedarse. «Se lo agradezco», dijo para seducir a su auditorio femenino. También apeló a la procreación porque «un país sin una natalidad elevada es un país en decadencia». La sombra de los Pujol Al margen de Mas, los mayores vítores los recibió Marta Ferrusola, la esposa de Pujol, que estaba en la comida. También se encontraba allí, entre bambalinas, Oriol Pujol, el hijo del actual presidente de la Generalitat, que forma parte del más selecto grupo de asesores de Mas, a quien ayudó a convertirse en sucesor de su padre.