ETA irrumpe en las fiestas de La Rioja con un coche bomba que no causó víctimas

D. BERIAIN / AGENCIAS LOGROÑO

ESPAÑA

ABEL ALONSO

Logroño celebraba ayer las fiestas de San Bernabé. A las 6:30, cuando la gente volvía a su casa después de bailar en las verbenas, ETA hizo estallar un coche bomba con entre 25 y 40 kilos de dinamita en la calle más céntrica y concurrida de la capital riojana. Sólo dos personas resultaron heridas pero la explosión redujo a escombros cinco pisos del edificio frente al que los etarras aparcaron el coche bomba, causando el pánico entre los vecinos. Los efectos de la dinamita se hicieron sentir en un radio de 400 metros. La Policía atribuye el atentado a un grupo itinerante llegado de Francia.

10 jun 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

El sábado, día de La Rioja, el presidente de la comunidad, Pedro Sanz, había convertido su discurso festivo en un alegato en defensa del diálogo y la convivencia pacífica, que opuso a las convulsiones que vive «alguna región vecina, como el País Vasco». A las 5.30 horas de la madrugada del sábado, una persona que dijo hablar en nombre de ETA, llamó a la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) de San Sebastián para advertir de la colocación del vehículo cargado de explosivos en la esquina de las calles García Trevijano y Gran Vía de Logroño. «Junto a una torre blanca», dijo. Siete minutos más tarde, una segunda llamada a SOS Rioja reiteró el mensaje. La policía localizó el vehículo sospechoso, un Fiat Tempra de color blanco, sobre las 6.15 horas. Estaba a unos 300 metros del sitio que señalaron los terroristas. El turismo, con matrícula falsa de Navarra, se encontraba estacionado en el carril lento, aparcado en batería y marcha atrás, con la carga pegada al edificio. Los agentes acordonaron la zona, por la que en esos momentos regresaban algunas personas de las verbenas. A las 6.30 el coche estalló. Los entre 25 y 40 kilos de dinamita que componían el artefacto hicieron volar al vehículo que se elevó hasta caer, envuelto en una «inmensa bola de fuego», en el centro de la calle. Sus restos, convertidos en metralla, se esparcieron en un radio de 400 metros, arrancando de cuajo varios árboles del entorno. La onda expansiva afectó a una docena vehículos situados a 150 metros a la redonda y destrozó dos kioscos. Varios inmuebles resultaron dañados, principalmente la Torre de Logroño o el Banco Atlántico frente a cuyo portal los etarras habían aparcado el coche. La bomba acertó de lleno a las cinco primeras plantas de la edificación y, según los primeros análisis, afectó a la estructura. Afortunadamente, los primeros pisos de la torre, cuyas fachadas desaparecieron literalmente, están ocupados por oficinas que en ese momento estaban vacíos. Los vecinos no pudieron abandonar sus casas hasta mediodía, ya que el portal del edificio quedó totalmente destruido y con un metro de escombros. Dos personas resultaron heridas, una con cortes por el estallido de los cristales y otra con un traumatismo auditivo provocado por la explosión.