PP-PSE y nacionalistas se enzarzan en una «guerra» por los minutos de silencio

La Voz

ESPAÑA

07 may 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

«Pobre país nuestro si ni tan siquiera sabe ponerse de acuerdo en el horario para rendir homenaje a los muertos», decía ayer el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, después de ver cómo los concejales del PP y el PSOE hacían mutis por el foro después de guardar silencio durante cinco minutos en protesta por el atentado de ETA en Zaragoza. Azkuna y los concejales del PNV, acompañados por Javier Madrazo, candidato de Izquierda Unida, siguieron a medias -once minutos- la convocatoria del lehendakari, Juan José Ibarretxe, que cronometraba en quince la duración del duelo. Los constitucionalistas se sumaron a la convocatoria de la Federación Española de Municipios de Provincias (FEMP), que estipulaba el paro en cinco minutos. No hubo acuerdo. Los asistentes al acto de Bilbao no daban crédito a lo que veían, al constatar que su clase política ni tan siquiera mostraba unidad para establecer el tiempo de los silencios por los muertos. Unos volvían al edificio consistorial, mientras otros se quedaban en silencio, con los brazos cruzados, en las escaleras del ayuntamiento bilbaíno hasta que su reloj marcara su hora. La sonrojante situación de división política se repitió en Vitoria y San Sebastián. En Bilbao, los constitucionalistas rompían por primera vez el protocolo y dejaban un espacio vacío que hablaba por sí solo. Al término del acto, Leopoldo Barreda, portavoz parlamentario del PP, justificó la actitud de su formación en que «debe marcar la pauta el partido al que estaba afiliado la víctima». Ante el edificio de Sabin Etxea, sede del PNV, se concentró la dirección del partido con Xabier Arzalluz a la cabeza. Mantuvieron los 15 minutos de silencio, mientras enfrente, en el palacio de Justicia, jueces, fiscales y funcionarios y un ostensible grupo de escoltas hacían lo propio. Sólo les separaba una calzada, pero no se mezclaron. La situación que se generó en Vitoria fue mucho más tensa. Mientras los nacionalistas guardaban silencio, los constitucionalistas rompían en aplausos y en reproches. «¿Dónde está el lehendakari?», vociferaban entre la emoción y el enfrentamiento. También se escuchó algún que otro «¡PNV fuera!» en medio de las mayoritarias demandas de libertad.