Fernández intenta poner como hombre fuerte de la Policía a uno de sus arietes antisoberanistas

melchor saiz-pardo MADRID / COLPISA

ELECCIONES 2016

Juan Carlos Hidalgo | EFE

Antes del escándalo, el ministro tenía previsto nombrar ayer al comisario Olivera como director adjunto operativo

24 jun 2016 . Actualizado a las 08:12 h.

El nombramiento tenía que haberse firmado este miércoles, pero el estallido del escándalo de las escuchas entre el ministro del Interior y el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña lo ha dejado en suspenso. Al menos hasta las elecciones. Jorge Fernández Díaz iba a designar, y todavía tiene intención de hacerlo, a uno de los más significados mandos antisoberanistas de la Policía y miembro de la facción más cercana al PP director adjunto operativo (DAO), el máximo responsable policial de la institución. El comisario José Luis Olivera iba, y puede serlo todavía, el sucesor de Eugenio Pino, jubilado esta semana y que dirigía la no Unidad de Planificación Estratégica y Coordinación, más conocido como el pequeño CNI de la Policía.

Fernández había sido muy criticado en la Policía por convocar el pasado 8 de junio el puesto de DAO, que es de libre designación, estando el Gobierno en funciones. Según las fuentes consultadas, el interés del ministro por la convocatoria exprés obedecía a que quería a toda costa que Olivera fuera el nuevo hombre fuerte del cuerpo, a pesar de que había otra decena de candidatos y de las reticencias del propio interesado.

Es más, el propio titular de Interior y su entorno tuvieron que convencer in extremis al comisario para que optara al cargo, algo que no pretendía, ya que no quería cambiar de su actual destino. Este comisario es desde enero del 2015 director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco), la fusión de las dos grandes instituciones de análisis en las que vuelcan y comparten datos la Policía, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia. Olivera cedió y presentó su solicitud el 14 de junio, al filo de que se acabara el plazo.

Este comisario es ya uno de los miembros de las fuerzas de seguridad con más poder. Pero su currículo tiene algún borrón. Olivera fue uno de los dos comisarios que el 29 de octubre de 2012, en plena campaña de las elecciones catalanas, se desplazó a Barcelona para tratar de convencer a los fiscales anticorrupción Fernando Bermejo y Emilio Sánchez Ulled de que resucitaran la investigación del caso Palau y reclamaran al juez el registro de la sede central de Convergència.

La persona que acompañó a Olivera en ese poco exitoso viaje era el también comisario Marcelino Martín Blas-Aranda, el exjefe de Asuntos Internos, otrora uno de los hombres fuertes del Ministerio del Interior y que en la actualidad es uno de los más firmes opositores al pequeño CNI, después de enfrentarse a muerte con el también comisario José Manuel Villarejo, de servicios especiales, al que acusó en un informe de estar relacionado con el conocido como Pequeño Nicolás.

Los fiscales catalanes se negaron a actuar contra Convergència porque los indicios que presentaron Olivera y Blas-Aranda no estaban en absoluto confirmados, eran muy débiles y se basaban en los supuestos informes apócrifos contra Artur Mas que circulaban esos días. Bermejo y Sánchez Ulled también desconfiaron del hecho de que los dos comisarios -uno de Asuntos Internos y el otro, Olivera, entonces al frente del Centro de Inteligencia Contra el Crimen Organizado- trataran con ellos un asunto de corrupción política ajeno a sus cometidos profesionales.

La actuación del comisario que Fernández quiere poner al mando de los 61.000 agentes provocó incluso una queja formal del Consejo Fiscal. Pero la reacción de Interior no fue la reprimenda. Ambos fueron condecorados con la medalla roja del cuerpo, pensionada.

El frustrado, por ahora, nombramiento de Olivera se produce en unos tiempos muy convulsos en la cúpula policial más cercana a las tesis de Fernández. Además de Pino, están a punto de jubilarse otros hombres fuertes del ministro, como Villarejo.