Díaz exhibe su fuerza ante Sánchez, al que pide que se quede en la oposición

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Jorge Guerrero | AFP

Errejón sugiere que su partido podría proponer a un independiente como presidente

23 dic 2015 . Actualizado a las 09:25 h.

Susana Díaz salió muy reforzada del 20D. El PSOE ganó en Andalucía y, además, frenó en seco a su rival en la izquierda, Podemos. En contraposición a ese éxito, los socialistas cosecharon el peor resultado de su historia a nivel estatal, aunque resistieron el asalto de la formación morada. Pedro Sánchez es ahora el árbitro de la situación, ya que puede facilitar que Mariano Rajoy sea presidente del Gobierno, buscar una alianza con Podemos para llegar a la Moncloa o abocar al país a la celebración de nuevas elecciones generales. Cualquiera de esas tres opciones supondrían un desgaste político para el secretario general.

En este escenario endiablado, irrumpió el martes con fuerza la presidenta andaluza, que acotó el terreno de juego a Sánchez, ejerciendo sin contemplaciones su papel de poderosa baronesa. Díaz le instó directamente a que se quede en la oposición y no pacte con Podemos, además de hacer un llamamiento al partido a reflexionar sobre el resultado del domingo. Eso sí, reiteró, en línea con la dirección federal, que el PSOE votará no a la investidura de Rajoy y a cualquier otro candidato que pudiera presentar el PP.

Díaz lanzó numerosos mensajes llenos de carga política con destino a Sánchez. En su opinión, el PSOE debe aceptar el papel que le han otorgado las urnas como «principal partido de la oposición» y ser consciente de que ha «sufrido daños», por lo que urge «revertir la situación y que no se agudice». La presidenta andaluza pidió a Sánchez que actúe con calma y no tenga ansiedad y huya de aventuras políticas y oportunismos, como única vía para recuperar la credibilidad. «Los socialistas no vamos a permitir nunca que se juegue con la unidad de España», aseguró en referencia a la exigencia que Pablo Iglesias -al que calificó de prepotente- ha impuesto a Sánchez para pactar, que acepte una referendo en Cataluña. Explicó que a medio plazo el PSOE tiene que ser la «garantía de la estabilidad» y para «recuperar la confianza» tiene que ser «reconocible» y, al mismo tiempo, cambiar cosas sin «entrar en ningún momento en la autocomplacencia».

Presume de resultados

Además, no dudó en exhibir la fortaleza de los socialistas andaluces en comparación con el resto del PSOE. Destacó que no solo han ganado sino que han doblado en votos a la tercera fuerza, Podemos, a la que han sacado 15 puntos mientras a nivel estatal la distancia ha sido de s. Para la presidenta, eso se debe a que «el PSOE de Andalucía tiene un rumbo claro y reconocible para los ciudadanos y eso lo valoran positivamente en las urnas». Otro directo al mentón de Sánchez.

Díaz recibió respuesta desde Ferraz por parte del portavoz en el Congreso, Antonio Hernando, que aseguró que el rumbo del PSOE es «absolutamente firme, reconocible y claro». Reconoció la fortaleza del PSOE andaluz, pero dejó caer que eso ya era así antes de que Díaz fuera presidenta.

Por otro lado, el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, sugirió que su partido vería con buenos ojos la elección de un presidente del Gobierno independiente. «No sé si veo mucho a Pedro Sánchez de presidente. Para transformaciones importantes pensamos en figuras independientes», señaló.

Los barones marcan la línea al resistirse a un pacto con Podemos

Pedro Sánchez se ha convertido en una especie de pimpampum al que todos le dicen lo que tiene que hacer. Rajoy le hace un llamamiento, sin citarlo, para que tenga altura de miras y responsabilidad y le deje gobernar. Rivera le pide que se abstenga en la sesión de investidura con el mismo fin. La CEOE, el Ibex y los llamados mercados aprietan para que forme una gran coalición con el PP. Desde el otro lado, Pablo Iglesias le pone una condición imposible de cumplir, el referendo de autodeterminación en Cataluña, que es lo mismo que decirle que no está dispuesto a pactar.

Pero las presiones, solo un anticipo de las que está por recibir, también le llegan desde su propio partido. Y son las más inquietantes para Sánchez. Los barones, con Susana Díaz a la cabeza, le exigen que se quede en la oposición y no pacte con Podemos.

No a Pablo Iglesias

La presidenta andaluza, reforzada por el nuevo triunfo electoral en Andalucía, lo dijo rotundamente. El día anterior lo expresaron Guillermo Fernández Vara, el presidente de Extremadura, la otra comunidad donde ganó el PSOE, y Emiliano García-Page, que paradójicamente es presidente de Castilla-La Macha gracias a un pacto con el partido de Iglesias. El hecho de que este exija un referendo para pactar les carga de argumentos para rechazar la alianza, que en cualquier caso no quieren. Esa es la misma posición que defiende de forma beligerante el expresidente Felipe González, cuyo discurso contra Podemos es durísimo y que hace meses abogó por una gran coalición, de la que ya no habla.

Otros barones aún no se han pronunciado. Ximo Puig gobierna en la Comunidad Valenciana con Compromís, aliado de Podemos en las generales, por lo que debe mantener cautela.

Sánchez aún no ha dado señales de si está dispuesto a explorar la vía de un acuerdo con Podemos. El lunes no compareció públicamente pero sí consideró oportuno comunicar a la ejecutiva federal que se presentará a la reelección como secretario general. Lo que traducido en términos internos quiere decir que está dispuesto a resistir y que quien quiera moverle la silla tendrá que dar la cara. Con su exhibición de fuerza, Susana Díaz da un puñetazo en la mesa para hacer valer el peso del PSOE andaluz, que aporta casi la cuarta parte de los diputados. Indudablemente es la alternativa a Sánchez, al que ha marcado la línea roja de no pactar con Podemos y le reclama la autocrítica que el líder socialista no mostró en la noche electoral, en la que dijo que «hemos hecho historia, hemos hecho presente y el futuro es nuestro». Una aseveración que sembró el desconcierto y fue criticada por los barones y buena parte de la militancia.

Temor a nuevas elecciones

La vieja guardia, es decir Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Luis Rodríguez Zapatero, verían con buenos ojos que Díaz aterrizase en Madrid, ya que dan por amortizado el proyecto de Sánchez. Al igual que los barones, temen que si hay nuevas elecciones el PSOE continúe desangrándose en beneficio de Podemos. Sería el momento de que Díaz diera el paso adelante.