Las claves del cara a cara entre Rajoy y Pedro Sánchez, el último debate del bipartidismo

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez LA VOZ / REDACCIÓN

ELECCIONES 2016

Pinto & Chinto

Los ataques del socialista al líder del PP sobre la corrupción provocaron momentos muy intensos y descalificaciones entre ambos candidatos

15 dic 2015 . Actualizado a las 13:35 h.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez buscaron el voto de los indecisos en un cara a cara acartonado en lo formal y bronco en el debate. Los ataques del socialista al líder del PP sobre la corrupción provocaron momentos muy intensos y descalificaciones entre ambos candidatos

Un debate a la antigua

El último debate de la campaña del 2015 se pareció mucho, tal vez demasiado, en lo formal al primer cara a cara de esta etapa democrática, el de 1993 entre Felipe González y Aznar, también con Manuel Campo Vidal como moderador. Los candidatos estaban sentados, las preguntas eran introducidas de manera muy tradicional, había un montón de papeles en las mesas (Rajoy llegó a exhibir una hoja de libreta arrancada con un post-it encima) y no faltaron los momentos de lectura? También la realización efectuada por la Academia de Televisión fue muy criticada en las implacables redes sociales. Hubo quién escribió en Twitter que el mítico programa La Clave de televisión española parecía más moderno. Desde luego no tuvo nada que ver con el debate a cuatro que disputaron el lunes 7. Y reforzó la teoría (fundamentada por los datos de segmentación de votantes del CIS) de que hay una fractura de edad en la política española. Cuando se quedaron solos, PP y PSOE, los viejos partidos, a los que votan las capas de población con más años, debatieron a la antigua.

La ofensiva total de Sánchez

Tal vez porque tenía muy poco de perder, el candidato del PSOE a la presidencia jugó al ataque. Pedro Sánchez (de corbata roja) intentó llevar al cara a cara a un terreno en el que Rajoy, de corbata azul y muy nervioso, se sentía muy incómodo, la corrupción. Fue duro, muy duro con este tema. E hizo daño al actual presidente del Gobierno. El momento más intenso del cara a cara fue en el segundo bloque, cuando a caballo del escándalo desatado por el caso Bárcenas, el socialista acusó al pontevedrés de no ser «un político decente» y cuando le espetó que no era «ejemplar». El líder del PP reaccionó llamando «ruin y miserable» al actual líder de la oposición. Es la segunda vez que el socialistas consigue sacar de sus casillas a un hombre tan flemático como el pontevedrés. La escalada de tensión se prolongó durante bastantes minutos. Sánchez intentó acorralar a Rajoy, y llegó a ponerle contra las cuerdas, pero este logró refugiarse en el bloque temático sobre Cataluña. En el escenario político que las encuestas perfilan para después del 20D, el PP -más que probable ganador con mayoría simple- lo tendrá muy difícil para gobernar. Y las exigencias de un historial inmaculado por parte de posibles socios de gobierno como Ciudadanos pueden complicarle el futuro presidencial al candidato del PP.

Intercambio de golpes, ¿y de ideas?

Sánchez se enconmendó a Bárcenas y a los problemas de «la gente». Rajoy a los datos. El debate no tuvo mucha intensidad más allá del combate sobre la corrupción. Pedro Sánchez sacó partido del intercambio de golpes, pero ninguno de los dos sobresalió en el de ideas. Rajoy reprochó en numerosas ocasiones al líder socialista la herencia supuestamente legada al PP por el Gobierno de Zapatero. E intentó desmontar alguna de las propuestas estrella por el actual secretario general del PSOE al decir que trasladar el Senado a Barcelona «es una frivolidad». Tuvo algún otro acierto, como el afear a su rival su afición por los «esloganes». Pero en general dio la razón a los que dijeron que había hecho bien en no acudir -por su interés- al debate a cuatro del lunes 7. Habría sufrido mucho. Sánchez entonces no salió bien parado, hoy se perfila como ganador en varias votaciones online. No podremos saber lo qué dicen las encuestas demoscópicas. La ley, tan anacrónica en este aspecto como el debate de la Academia en lo formal, prohíbe su difusión.

Los dos grandes ausentes

Las encuestas no solo pronostican un escenario inédito en el sistema político español, con cuatro partidos con decenas de escaños y notable protagonismo en el próximo Congreso. También describen que hay una gran bolsa de votantes aún indecisos o que ocultan para quien será su sufragio. Cualquier escaño puede resultar determinante en el reparto parlamentario de fuerzas. Y tanto el PP como el PSOE, que antes competían casi en exclusiva por el apoyo de los votantes de centro que hasta la fecha han determinado quien ganaba las elecciones, ahora ya no están solos. Nadie mencionó en el cara a cara moderado por Campo Vidal a Ciudadanos y a Podemos. En cierta forma fue un debate de ficción, el epílogo del bipartidismo y, por lo visto en la televisión, también el síntoma de su declive. Curiosamente, ambos candidatos -Rajoy y Sánchez- coincidieron en usar la palabra cambio en su mensaje final. No son ellos, sino Albert Rivera y Pablo Iglesias, que hurgaron en la herida de PP y PSOE comentando el debate en LaSexta, los que lo simbolizan.