Cuatro claves para entender el debate a cuatro

Tomás García Morán
Tomás García Morán LA VOZ / REDACCIÓN

ELECCIONES 2016

Benito Ordóñez

Pablo Iglesias fue el candidato menos acartonado en un debate que no exprimió su novedoso formato y que no dejó una frase histórica de las que valen una presidencia

08 dic 2015 . Actualizado a las 02:15 h.

¿Quién ganó?

Si se analiza como un espectáculo televisivo, ganó Pablo Iglesias, para quien el debate es un día más en la oficina. Fue el candidato menos acartonado (aunque la próxima vez llevará americana o camisa blanca para disimular la transpiración), dijo todo lo que su parroquia quería escuchar y protagonizó la intervención final más brillante, en la que hizo un repaso de todos los escándalos de la legislatura y, mirando a la cámara, pidió a los espectadores que «no lo olviden». La duda es si fue capaz de mover algún voto. Probablemente no.

Soraya tenía trabajo doble: debatir con sus rivales y justificar la clamorosa ausencia de su jefe. Salió bastante bien parada de ambos retos y no se puede decir que contribuyera a perder ningún voto. Le ayudó, sin duda, que televisivamente es la que llegaba menos quemada al debate.

Rivera, con un lenguaje corporal que habrá sacado de quicio a muchos espectadores, (parecía un caballo de carreras justo antes de que den la salida) no acertó a explicar todas les reformas que lleva en su programa. Y su discurso regenerador, dejémonos de discutir y pongámonos a reconstruir un país, empieza a sonar a visto.

Sánchez lo tiene muy difícil. En un debate de estas características tiene los mismos lastres que el PP, la herencia de Zapatero y no le sigue el ritmo a los emergentes. Incapaz de entusiasmar a nadie.

¿Funcionó el formato?

No fue un debate a cuatro. Hubo algún cara a cara interesante, pero ni los moderadores ni los candidatos fueron suficientemente hábiles para exprimir el formato. Nadie tuvo la agilidad de aprovechar las brechas del adversario: Soraya dijo que la mayoría de los jóvenes que se han ido de España no son españoles, y nadie reaccionó. Iglesias propuso como solución al problema independentista ver Ocho apellidos catalanes. Rivera incluyó a España en la lista de países aliados que «derrotamos» al fascismo. Y Sánchez no fue capaz de negar que no es él quien manda en el PSOE.

¿Alguien propone algo nuevo?

Se habló de lo de siempre: el paro, las pensiones, la corrupción, la independencia de Cataluña, el futuro del Senado. ¿Pero cuál es el modelo de país de los cuatro principales partidos? Cómo piensan arreglar los problemas estructurales que sufre el país? ¿Qué planes tienen en sanidad, educación, modelo productivo? Nos quedamos sin saberlo, porque a estas alturas de la campaña, los candidatos y sus asesores sólo buscan pescar en algún caladero ajeno. Pero nadie expuso una idea nueva, ni nadie dijo la frase histórica que gana una presidencia.

¿Hizo bien Rajoy en no acudir?

El presidente que empezó la legislatura anunciando el fin de los macropuentes, como ejemplo para recuperar la competitividad, vio el debate desde Doñana. Fue el más citado de la noche, tanto en el plató de Atresmedia como en las redes sociales. Quizás si hubiera acudido habría sido peor, pero la única evidencia es que durante dos horas, en prime time, se sometió a debate el futuro del país y en el mismo participaron cuatro políticos menores de 45 años. Ninguno de ellos el actual presidente.