La dignidad de la política... y del político

ELECCIONES 2016

16 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Para ejercer con la dignidad requerida un cargo público hay que empezar por ser personalmente digno. Y eso es radicalmente incompatible con reírse de las víctimas del genocidio judío o del terrorismo. Hasta el humor negro tiene un límite, que es el respeto al sufrimiento de las personas. Quien es insensible al dolor de las personas es indigno de representar a nadie más que a sí mismo. Intentar trazar una línea entre lo que se dice antes y después de ser elegido es una muestra del cinismo que creíamos desterrado, o al menos a punto de desterrar, de nuestra vida pública. El hartazgo con el estilo de ejercer la política que se había instalado en España desde hace muchos años ha llevado a la ciudadanía a elevar considerablemente el listón en su nivel de exigencia ética. A esa depuración regeneradora han contribuido decisivamente los partidos emergentes y por ello se han visto recompensados con un histórico resultado electoral. Por todo ello, son los primeros que deben predicar con el ejemplo y demostrar que su discurso no es una simple pose. La renuncia de Zapata era una incuestionable obligación ética y política. Y no basta con dejar el área de gestión asignada. Su permanencia como concejal es inaceptable y un grandísimo error. Cualquier titubeo o retroceso en la dignificación de la política causaría un grave daño, a ellos mismos y a la democracia española en general.

Y ni Zapata es un mártir de la causa, como algunos quieren hacernos ver, ni su caso puede justificar una caza de brujas con la que otros, con un peligroso ánimo de revancha, intentan esconder las miserias propias. Porque si extendiéramos ese nivel de exigencia a todos, y así debería ser, muchos de los que ayer se hicieron los ofendidísimos, como el portavoz parlamentario y otros dirigentes del PP, y no solo del PP, hace tiempo que deberían estar fuera de la política, por sus palabras y por sus hechos. La severidad en la exigencia dignificará la política si es sincera y asumida por todos. De lo contrario, será solo un instrumento hipócrita para enfangarla aún más.