El símbolo del vuelco político en el 2011 vuelve a ser clave en el 2015

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ELECCIONES 2016

De Cospedal queda en manos de Ciudadanos y se juega su futuro en el PP

14 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La Comunidad de Castilla-La Mancha se ha convertido en una de las batallas decisivas de las próximas elecciones. Hace cuatro años, el PP convirtió su triunfo en esta autonomía en el símbolo del vuelco político que se produciría poco después en toda España con la victoria de Mariano Rajoy en las generales de noviembre del 2011. El asalto a un feudo en el que los socialistas se habían mostrado inexpugnables desde las primeras elecciones autonómicas, con una histórica serie de seis victorias por mayoría absoluta de José Bono, revalidada después de la marcha de este al Gobierno de Zapatero con el triunfo de José María Barreda en el 2007, terminó de convencer a los populares de que la Moncloa estaba ya en su mano.

La historia se repite ahora a la inversa y los socialistas aspiran a desbancar de la presidencia castellanomanchega a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, para convertir así la derrota de la número dos del PP en un anticipo de lo que le puede esperar al número uno del partido y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. La gestión de la presidenta regional estuvo marcada desde su inicio por la polémica, dado que los populares pusieron en duda las cifras oficiales de déficit suministradas por el Ejecutivo de Barreda, asegurando que estas estaban falseadas y que los cajones estaban llenos de facturas sin pagar.

Recortes

Duro plan de ajuste. El recorte del déficit y el cumplimiento estricto de los topes marcados por el Gobierno ha sido la obsesión de De Cospedal, que no ha dudado en aplicar duros ajustes, incluso en materia de Sanidad y Educación, que han afectado a cerca de 70.000 funcionarios y han resultado muy polémico. Ese duro plan de choque permitió reducir el déficit en más de seis puntos, pasando del 7,7 % con el que terminó el 2011 al 1,4 % en el 2012, por debajo del 1,5 % que había fijado el Gobierno para la comunidad en ese ejercicio. En el 2014, no pudo cumplir sin embargo con el tope del 1 %, cerrando finalmente en un 1,76 %.

Cambio de ley electoral

Adiós al bipartidismo. Tradicionalmente, el voto en Castilla-La Mancha ha estado monopolizado por el PSOE y el PP. Solo en 1991 y 1995 consiguió Izquierda Unida un escaño, lo que no impidió que Bono mantuviera la mayoría absoluta, aunque en 1995 fuera por solo un escaño. El mismo margen por el que se impuso el PP en el 2011, al conseguir 25 escaños frente a los 24 del PSOE. El resultado se presenta ahora mucho más incierto. Primero, porque el PP impulsó y aprobó un doble cambio en la ley electoral. De Cospedal elevó en el 2012 a 53 el número de escaños respecto a los 49 que se eligieron en el 2011. Pero en julio del 2014 la misma presidenta impulsó otra reforma que redujo ese número hasta los 33 escaños con el argumento de la austeridad. Esa circunstancia, unida a la irrupción de nuevas fuerzas políticas a nivel nacional, hacen que, según los sondeos, por primera vez vaya a haber un mínimo de cuatro partidos representados en las Cortes de Castilla-La Mancha. Según la encuesta del CIS, elaborada en abril del 2015, el PP ganaría los comicios con una horquilla de 14-15 diputados frente al PSOE, que lograría 13, aunque en número de votos se impondrían los socialistas con un 35,1 % frente al 34,9 % del PP. Podemos obtendría 2 y Ciudadanos entre 3 y 4. Esas cifras, de confirmarse, dejan todo en el aire, excepto la constatación de que, también por primera vez, sería necesario un pacto para gobernar en Castilla-La Mancha.

Cambios en el PSOE

Nuevo liderazgo. El PSOE estuvo marcado en esta comunidad durante 21 años por el fuerte liderazgo de José Bono, un histórico barón del PSOE que supo captar con un discurso moderado y un fuerte componente católico una buena parte del voto conservador, lo que le garantizó seis mayorías absolutas. Su sucesor, José María Barreda, no mantuvo esa línea, escorándose a la izquierda, lo que le hizo perder apoyo hasta ser derrotado por De Cospedal en el 2011. Luego, Emiliano García-Page se hizo con el liderazgo del PSOE gracias a sus buenos resultados en Toledo, localidad de la que es alcalde. Abandonadas sus aspiraciones de liderazgo nacional del PSOE, García-Page mantiene un perfil moderado tratando de repetir el esquema de Bono para hacerse con la presidencia.

De Cospedal se la juega

Aspiraciones nacionales. María Dolores de Cospedal se juega mucho más que la presidencia en estas elecciones. La secretaria general del PP está inmersa en la batalla soterrada que se vive en el partido de cara al futuro liderazgo y tiene sus propias aspiraciones. Según el CIS, está en manos de Ciudadanos. Pero una victoria cómoda que le permitiera gobernar la situaría en esa carrera, en especial si los resultados del PP en otros territorios son tan malos como los que indican las encuestas. Por el contrario, la pérdida de la presidencia la dejaría muy debilitada frente a un sector del partido que no aprueba su gestión y frente a la vicepresidenta del Gobierno y gran rival interna, Soraya Sáenz de Santamaría, que compite con ella por la confianza de Rajoy. Es muy probable que, en caso de derrota, deje la secretaría general.