Torra calla ante el plan de Tsunami de parar Cataluña durante tres días

Mercedes Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES 2020

Europa Press

El grupo pretende también quebrantar la jornada de reflexión

09 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cataluña sigue fuera de la normalidad democrática con un presidente, Quim Torra, que no se desmarca de las movilizaciones que ha convocado para paralizar la comunidad durante tres días a partir del lunes la plataforma independentista Tsunami Democràtic, considerada por la Guardia Civil una «organización criminal con fines terroristas».

El citado colectivo ha hecho un llamamiento al independentismo para su «acción más ambiciosa»: «Un tsunami de tres días». El grupo que promovió el colapso al aeropuerto de El Prat el 14 de octubre al conocerse la sentencia contra los líderes secesionistas pide a sus seguidores que se preparen para pasar la noche fuera de casa y «una actitud tenazmente no violenta». Tsunami también ha organizando para este sábado, jornada de reflexión electoral, acciones reivindicativas en más de 300 municipios, convocatorias que el PP ha recurrido ante la Junta Electoral por considerar que el objetivo es «incidir» en los resultados y «favorecer» las candidaturas independentistas.

Esta violación de la calma y el orden junto con la ocupación del espacio público por el independentismo y la falta de neutralidad ante la jornada electoral parecen no preocupar a Torra, de ahí su silencio.

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, le ha pedido que se pronuncie en contra de acciones que puedan ocurrir hoy y mañana. «Iría muy bien que el presidente Torra dijera que no es bueno que haya actividades como las que se están planeando el día de reflexión. Que dijera que no es bueno que nadie intente perturbar un acto de votación», aseguró Iceta, probablemente ya sin esperanza de ser oído. Y es que no es la primera vez que el máximo representante del Estado en Cataluña calla ante la violencia. 

Acorralado

Tras días de revelaciones del sumario que se instruye en la Audiencia Nacional contra siete CDR detenidos, en el que se revela posesión de explosivos, datos sobre sitios críticos como cuarteles de la Guardia Civil y torretas de electricidad, entre otros, con el señalamiento directo a Torra de pretender encerrarse en el Parlamento autonómico y proclamar la independencia, el mandatario catalán está más que acorralado. Y si tras los graves altercados de Barcelona, y pese a ser el máximo responsable de los Mossos d’Esquadra, tardó varios días en reaccionar y evitó en todo momento una condena rotunda de la violencia, en esta ocasión se limitó a divulgar un comunicado desmintiendo su relación con los radicales encarcelados. Y en el mismo texto, asumió la postura de la defensa de los acusados al cuestionar las circunstancias en las que estos habrían declarado en la Audiencia Nacional.

No es de extrañar pues que una vez más Torra use su activismo de apisonadora de la institución que representa. Ya en sede parlamentaria, el 25 de septiembre, había calificado de «detenciones arbitrarias» las de la célula catalana. En su defensa encendida del grupo aseguró que «es intolerable que otra vez se quiera criminalizar al independentismo acusándolo no ya de rebelión, sino de terrorismo». 

Connivencia con violentos

A la connivencia de Torra con los violentos se sumó la candidata de JxCat, Laura Borrás, quien incluyó en la lista de «presos políticos» a los siete CDR detenidos. Comunes y socialistas solicitaron que el mandatario comparezca en la Cámara para que explique su conexión con estos grupos. De momento, ayer, aplazó una reunión con el secretario general del sindicato Intersindical-CSC, Carlos Sastre, próximo a la CUP, impulsor de las huelgas secesionistas y miembro destacado de Terra Lliure condenado en 1985 a 48 años de prisión por el asesinato del industrial José María Bultó en 1977.

Pero el «apreteu, apreteu» de Torra le perseguirá tanto como a Pedro Sánchez su «no, es no»; a Zapatero, «los parados no son parados, son gente que se ha apuntado al paro»; a Rajoy, su «cuanto peor, mejor»; o a Juan Carlos I, su «¿por qué no te callas? a Chávez.