Iglesias y Montero, cada vez más solos en Podemos en su plan por entrar en el Gobierno

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ELECCIONES 2020

EUROPA PRESS

Garzón, líder de IU, cambia de criterio y aboga solo por un pacto

29 may 2019 . Actualizado a las 15:46 h.

Si la pretensión de Pablo Iglesias de conformar un Gobierno de coalición con el PSOE ya parecía difícil después de las elecciones generales por la notable pérdida de fuerza de la formación morada, la debacle del domingo lo ha convertido casi en imposible. Casi, porque en política nunca se sabe. El líder de Podemos y su número dos, Irene Montero, sin embargo, insisten en considerar su partido «clave» y «decisivo» para formar un Gobierno progresista y estable con el PSOE, pese a que se están quedando cada vez más solos en la defensa de esa tesis.

El último en descolgarse ha sido el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, que ayer antepuso alcanzar un acuerdo programático con los socialistas a entrar en un Gobierno de coalición. Explicó que su organización estaba «abierta a todas las posibilidades de acuerdo con el PSOE» siempre que se negociara sobre la máxima de «programa, programa, programa», popularizada por Julio Anguita. «Cuando veamos las posibilidades será cuando tengamos que decidir sobre ellas», apuntó.

Viraje en menos de un mes

Su postura dista de la de hace menos de un mes, cuando en la manifestación del 1 de mayo abogaba, al alimón con Iglesias, por tocar poder. Garzón también alertó entonces del riesgo de «regresión» que supondría que el PSOE pactara con Ciudadanos y aseguró que hacer política de izquierdas «solo es posible con un acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos». En cualquier caso, ayer el líder de IU defendió como «legítima» la pretensión de Iglesias de ser ministro con Sánchez, algo que dependerá de que fructifiquen las negociaciones de ambos líderes, cuyo primer paso fue el encuentro en la Moncloa. De él, sin embargo, Iglesias se fue de vacío, al no lograr arrancarle a Sánchez compromiso alguno más allá del de «negociar».

Andalucía, la china en el zapato

El cisma en el seno de Podemos en torno a la estrategia del líder ya se evidenció hace un mes. La agrupación andaluza de la formación, con la corriente Anticapitalista al frente, se desmarcó de Iglesias y, durante la reunión del consejo ciudadano estatal (el máximo órgano de decisión entre congresos) se opuso a que Unidas Podemos entrase en un Gobierno de coalición.

Enarbolando la «mala experiencia» del Ejecutivo PSOE-IU en Andalucía, los de Teresa Rodríguez defendieron como fórmula «idónea» un Gobierno «a la portuguesa», es decir, un Ejecutivo socialista pero con acuerdos puntuales con las fuerzas progresistas, algo que posibilitaría un acuerdo programático de legislatura a cambio del apoyo de Unidas Podemos a la investidura de Sánchez. Precisamente lo que busca el PSOE.

Esta opción toma ahora más fuerza tras los comicios municipales y autonómicos, avalada por los resultados del alcalde de Cádiz, José María González, Kichi, el único de los regidores del cambio que no solo logró revalidar sus resultados, sino que acarició la mayoría absoluta. La corriente andaluza, que ya le reclamó a la dirección del partido que someta a votación de los inscritos la pretensión de la cúpula de gobernar en coalición, no va a ceder, ahora aún más reforzada.

Pero tampoco el tándem Iglesias-Montero parece tener intención de recular. «El Gobierno tiene que hacerlo el PSOE, pero no puede hacerlo solo», necesita «alianzas» y «debería mirar a la izquierda», insistió la número dos de Podemos ayer, alertando de «presiones» para que los socialistas no pacten con ellos. Aseguró que sabían que se iban a dar y que por eso la formación morada «no se rendirá», aunque admitió «que no será fácil».

Y, efectivamente, no parece que vaya a serlo doblarles la mano a unos socialistas eufóricos tras la remontada del 26M. «Nos gustaría un gobierno socialdemócrata con independientes que traigan talento, pero del PSOE en solitario con apoyos puntuales, especialmente de Podemos», insistió la portavoz en el Congreso, Adriana Lastra, en las enésimas calabazas que les dan a sus «socios preferentes».