Pedro Sánchez culmina la resurreción del PSOE y la suya propia

Tamara Rivas Núñez
T. Rivas REDACCIÓN

ELECCIONES 2020

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez Salvador Sas | EFE

Le obligaron a dimitir como líder del partido en septiembre del 2016, pero regresó y conquistó primero a la militancia y ahora al electorado

28 abr 2019 . Actualizado a las 23:16 h.

Pocos podrían imaginar allá por octubre del 2016 que Pedro Sánchez, obligado en aquel momento a dimitir como secretario general del PSOE tras la dimisión en bloque de 17 miembros de la Ejecutiva Federal, regresaría para liderar al partido todavía con más fuerza y llevaría a los socialistas a convertirse tres años después en la formación con más respaldo en unas elecciones generales. Con los resultados de este 28A, en los que el PSOE se ha convertido en la primera fuerza política del país y todo apunta a que gobernará con la posibilidad de hacerlo con diversos pactos -le valdría solo con Ciudadanos o con Podemos y sus confluencias más el PNV y algún otro partido sin necesitar a los independentistas- Pedro Sánchez culmina la resurrección de los socialistas y la suya propia.

Su carrera política a nivel estatal comenzó en septiembre del 2009 cuando la renuncia de Pedro Solbes lo convirtió por primera vez en diputado del Congreso. Dos años después, en las elecciones generales del 2011, se quedaría fuera, ya que los socialistas solo lograron diez diputados en Madrid y él ocupaba el puesto once. Una nueva renuncia, esta vez la de Cristina Narbona en el 2013, lo llevó de vuelta a las Cortes.

Tras el descalabro del PSOE en en las elecciones europeas del 2014, Pedro Sánchez dio un paso adelante y se impuso a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias como sucesor de Rubalcaba. Llegó al cargo con la misión de recuperar la unidad del partido, la confianza de los votantes y devolver la fuerza a una formación en la que las tensiones internas eran la tónica dominante. Y en parte lo logró. En las elecciones generales de diciembre del 2015, el PSOE cayó y apenas consiguió 90 escaños. Se presentó a la investidura solo con el respaldo de Ciudadanos y Coalición Canaria. El rechazo del resto de partido de la Cámara obligó a convocar unas nuevas elecciones, las de junio del 2016, en las que el PSOE obtuvo 85 escaños, su mínimo histórico. Y además vio cómo el partido de Albert Rivera, que le había brindado su apoyo, pactaba con Mariano Rajoy para convertirlo en presidente.

Las guerras de poder en el seno del partido le obligaron a dimitir tres meses después, cuando 17 miembros de la Ejecutiva Federal presentaron su dimisión en bloque.

Con todo el núcleo duro del partido en su contra, Pedro Sánchez se presentó a las primarias de mayo del 2017 para luchar contra Susana Díaz, la candidata de los barones, y Patxi López. Pero un periplo por España a bordo de su Peugeot 407 le sirvió para ganarse el respaldo de la militancia e imponerse en el Congreso que los socialistas celebraron en junio.

En su regreso a la primera línea tomó algunas decisiones controvertidas, como la de ofrecerle su apoyo al Gobierno con la aplicación del 155 en Cataluña o la de presentar una moción de censura contra Rajoy, que a la postre saldría victoriosa, tras la sentencia de la Gürtel.

Pedro Sánchez prometió su cargo como presidente del Gobierno en junio, y aunque lo hizo con la voluntad de agotar la legislatura y no convocar elecciones hasta el 2020 se vio abocado a hacerlo cuando el Congreso de los Diputados tumbó la propuesta del Gobierno de los Presupuestos Generales del Estado.

En las elecciones de este domingo el PSOE ha salido reforzado y Pedro Sánchez victorioso. Los socialistas se han convertido en la fuerza política con mayor respaldo, pasando de los 85 escaños del 2016 a 122 y cosechando un millón de votos más que en los comicios anteriores. Ahora llega el momento de los pactos y las negociaciones. Para convertirse de nuevo en presidente y lograr una mayor estabilidad que le permita gobernar durante los próximos cuatro años, necesitará además de a Podemos como muleta, llegar a acuerdos con otras fuerzas, aunque sin necesidad de pactar con los independentistas. Fue precisamente el apoyo de los secesionistas lo que hizo que se convirtiese en el blanco de las críticas del bloque de centroderecha, el perdedor de estas elecciones.