La noche en que Iglesias oscureció a Rivera

ELECCIONES 2020

EFE | JuanJo Martín

24 abr 2019 . Actualizado a las 01:03 h.

Me interesaba el segundo debate por muchas razones: porque, como decía su publicidad, era el decisivo; por el formato y las preguntas de los presentadores, que garantizaban mayor agilidad; por saber si los candidatos tenían algo nuevo que decir, y por ver cómo reaccionaban todos contra Rivera, porque en política ganar un día reclama revancha inmediata. Eran toros ya toreados, pero Casado salía al ruedo cabreado por los focos que le había arrebatado Rivera; Iglesias, con la decepción de que Sánchez no le había prometido entrar en su gobierno; Rivera, obligado a no malgastar el capital ganado, y Sánchez, armado con su detector de verdades, porque su mejor defensa es desmentir datos falsos. Y anoche volvieron a abundar. Casado y Sánchez no coinciden ni en las estadísticas.

Primeras impresiones: el formato y los presentadores triunfaron. Formalmente, el debate ha sido vivo, pero tan desencorsetado que sus protagonistas tendían a amontonarse y se perdía el hilo argumental. Rivera buscó desesperadamente encontrar el hueco que le diera protagonismo. Cataluña y los supuestos pactos lo emponzoñan todo y se cuelan en todos los temas, aunque se hable de empleo. Todos quieren ser abanderados de la política social y de las pensiones. Les diferencia la política fiscal y los enfrenta la atribución de méritos y de causas de las desgracias.

Balance global: se trataron todos los temas que están en la discusión pública. Un analista conservador podría decir que eran asuntos en los que la izquierda se sentía más cómoda, sobre todo por los patinazos de candidatos del PP en campaña, pero sería una versión parcial. Sánchez e Iglesias achacan a Casado y Rivera las posiciones ideológicas de Vox. Se siguieron viendo los dos bloques que tomarán forma tras las elecciones. Dada la variedad de temas, se consiguió ver alguna novedad, pero los candidatos tienen una tendencia irrefrenable a mezclarlo todo; por ejemplo, inmigración y equiparación salarial de la policía, y eso creó sensación de barullo. Y siguió faltando algo sustancial: el cambio de modelo productivo. Esa gran meta no existe en España, gobierne quien gobierne.

Me preocupa el futuro: ni un asomo de pacto de estado en ningún tema. Los reproches entre PSOE y PP por sus responsabilidades en los fracasos históricos abren camino a los nuevos partidos y me temo que den aire a Vox. Y en la valoración personal, he visto a un Sánchez más seguro que en TVE, pero sin sobresalir; a un Casado que aprendió de sus errores; a un Rivera que estuvo a punto de perder el liderazgo por su ansiedad, y a un Iglesias que supo ser el más concreto y luchó por ser la voz de la mesura y la sensatez, aunque sea el más utópico. Anoche ganó la izquierda.