Toca reflexionar. Hace cuatro años nos prometieron que las campañas serían de una semana, pero nada de nada. Veníamos de las municipales y las autonómicas y hasta el más sensato tendrá este sábado la sensación de que los candidatos no se han bajado durante tres meses de un mitin o de un plató. De entrevista en entrevista hasta la entrevista final. Siempre con el mantra de «tú pregunta lo que quieras, que yo voy a contestar lo que me dé la gana». La campaña más polarizada de la historia, en la que los dos bloques intentaron vender que mañana tenemos que elegir entre susto o muerte, duró quince días, medio mes. Una eternidad que hoy intentamos ver como un suspiro. Los hitos fueron el cara a cara entre Sánchez y Feijoo, que lo marcó todo; las encuestas diarias hasta donde dejó la ley; el voto por correo; los golpes bajos con las pensiones y el calor que tenemos encima. Los programas, como siempre, brillaron por su ausencia. Más que nunca vivimos en una cultura rápida en la que se vota emoción. No son los mensajes, son las sensaciones. Cada vez elegimos menos con la cabeza y más con el estómago.
El cara a cara entre Sánchez y Feijoo. Fue a los cuatro días del inicio, pero pareció la conclusión, visto lo visto. El ataque desde el primer segundo de un Feijoo con un tono más presidencial a un Sánchez superado fue tan contundente que lo marcó todo. Sánchez perdió el bloque de la economía y ya no se recuperó. Fue el día D, de este proceso. Tal fue el impacto que los comentarios de la jugada duraron varios días. La estela del debate se extendió hasta hoy mismo. El PSOE acusó tanto el golpe que quiso embarrar el terreno de juego con las acusaciones de mentiras. Todo se convirtió en un pulso para convencer a los votantes de quién mentía más o de quién se equivocaba menos. Una distorsión continúa de la realidad.
El peso de las encuestas diarias y el brindis al PSOE del CIS. Las encuestas fueron peso pesado, incluido el dislate del CIS. Fueron marcando el día a día hasta que la ley lo permitió. El PP fue creciendo en sus expectativas en la mayoría de los estudios publicados y en la media de los mismos. Tras el cara a cara, también se notó un incremento a favor de Feijoo.
El bum de Correos. España no es una república bananera. Tenemos que cruzar los dedos y poner toda nuestra esperanza en que el voto por correo estará mañana en las urnas cuando se cierren los colegios, a tiempo de juntarlo con el resto de las papeletas en cada colegio. El récord fue absoluto por la fecha en verano, con puente en cuatro comunidades.
Diez millones de pensionistas y el calor. Se aprovechó todo. El PSOE quiso sacar provecho de las pensiones. El PP dijo que nadie las va a tocar. Es un colectivo muy apetitoso por numeroso. Diez millones de papeletas. Fueron los golpes más duro de la campaña, dejando a un lado los insultos y ataques fuera de lugar, que no vale la pena ni recordar. Mañana, mayores y jóvenes, sufrirán otra constante de esta campaña en julio: la mirada al termómetro. Lo que está en juego es nuestro futuro, el calor más o menos fuerte, según la autonomía, no puede decidir por nosotros. Que mañana gane la democracia. Toca contar votos desde Fisterra a Algeciras y dejar de contar mentiras.