La nueva política sangra como la vieja

ELECCIONES 2020

EUROPA PRESS

BNG y PSOE son las fuerzas que mantienen mayor fidelidad entre sus votantes

14 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El tablero político es de arenas movedizas. No hay agarraderas y es difícil hacer pie en el fango. Lo que hace poco aportaba frescura ahora huele a rancio, y lo reseso de antes sigue siendo reseso. Siempre hay quien cree tener buen ojo y anticipa las jugadas. Hay muchos ejemplos. Uno es el ex primer ministro francés Manuel Valls. Rompió con 37 años de militancia socialista, proclamó la muerte de su partido y se mudó de París a Barcelona cortejado por Ciudadanos. Muy pronto se verá si tuvo olfato o si el partido que abandonó en Francia acaba resucitando en España, por eso de que empieza la Semana Santa.

El tracking de Sondaxe es una muestra más de lo volátil que se ha vuelto la política. Ciudadanos, Podemos o En Marea fueron en su momento propulsados con la etiqueta de la nueva política para reemplazar a la vieja, al sistema tradicional de partidos, formado en Galicia por el PP, el PSdeG y el BNG. Y no hay más que observar la tabla del trasvase de votos para comprobar que la nueva política sangra lo mismo, o incluso más, que la vieja.

Y es que son el BNG y el PSOE son, por este orden, las fuerzas que mantienen una fidelidad mayor entre sus votantes, pues más del 70 % de quienes votaron a ambos partidos en el 2016 volverán a hacerlo ahora. En el caso del PPdeG, la fidelidad baja al 54 %, debido a que ahora tiene que competir en su espacio político con Ciudadanos y con Vox, que en conjunto le arrebatan siete de cada cien votantes, mientras un tercio de los antiguos electores populares están ahora sumidos en la indecisión.

Pero son los representantes de la nueva política los que se desgastan y sangran mucho más que el PP. El caso de En Marea es el más visible. Esta formación rompió su alianza con las fuerzas estatales Podemos e Izquierda Unida, que ahora se llevan un tercio de la representación que tenía en conjunto. El otro gran beneficiario de esta fractura es el PSOE, que recibe dos de cada diez votantes del rupturismo.

Quizás el caso de Ciudadanos sea menos visible, pero es igual de relevante. El partido de Albert Rivera solo fideliza a cuatro de cada diez votantes que tuvo en el 2016 y tiene dos hemorragias apreciables hacia el PSOE, al que cede el 10 % de sus electores, y hacia Vox, que recibe al 8 %. La estrategia de la vetocracia seguida por Rivera, al anunciar que nunca pactará con el PSOE, como tampoco lo hará con Podemos, el PNV y, por supuesto, tampoco con ERC, PDECat o EH-Bildu, lo empuja a la orilla del tablero. Ciudadanos anhelaba ser el nuevo PP, más transparente y aseado, pero parece que se está metiendo en el fango.