Por eso, su labor ahora es la de acompañar a los colegios e institutos en este asesoramiento. «Siempre pedimos que los dispositivos, ya sea Windows o una pizarra interactiva, sean gestionados. Qué quiero decir con esto, que desde el propio centro se definan las políticas de uso. Nosotros ahí les acompañamos también. Qué puede estar permitido dentro del aula, qué no... qué aplicaciones tienen sentido que se puedan instalar, a qué páginas pueden acceder. Para nosotros esto es muy importante porque hemos evidenciado que cada vez que en un centro están aplicando este tipo de gestiones, el alumno se centra en lo que realmente es importante, que es la explicación del profesor, sabe el uso que le tiene que dar al dispositivo y no se pierde a lo mejor accediendo a contenidos que no deben. Si yo cuando estudiaba me entretenía con una hoja y un papel, imagina si das un dispositivo que no está limitado en ciertas maneras. Todo esto es algo que muchas familias y muchos centros muchas veces desconocen de nuestro trabajo», explica.
Estos proyectos se complementan con iniciativas como Aula del Futuro, que desarrollan junto al Ministerio de Educación: «La idea es crear un espacio dónde los profesores vayan a explorar y a experimentar con las nuevas tecnologías y que vayan cogiendo ideas para aplicar luego en las aulas. Se trata de que allí se formen y vayan adquiriendo esas nuevas metodologías y vean cómo le pueden sacar más provecho a las herramientas», destaca Granja.