Por qué la ratio de alumnos por profesor en clase es importante

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

Alumnos en el último día de clase
Alumnos en el último día de clase Xoán A. Soler

Es una batalla del profesorado para potenciar la atención personalizada que ha mejorado en el curso de la pandemia. ¿Se mantendrá?

28 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Hay que mantener el refuerzo de profesores de la pandemia? Es el debate que sigue abierto a la espera de planificar el nuevo curso. La contratación de esos docentes facilitó que ninguna clase superase los 25 alumnos (de hecho no pasaban de 20) en primaria ni los 30 (eran muchos menos) en secundaria. Esa es la última batalla educativa, entre sindicatos y familias por un lado (a favor) y Administraciones por otro (menos proclives si el gasto tiene que salir de sus presupuestos). Es lógico que haya dudas sobre el valor de las ratios y lo que significan. Estas son algunas:

¿Cuál es la ratio en Galicia? ¿Siempre ha sido la misma?

En Galicia las clases de infantil y primaria tienen como máximo 25 alumnos por profesor. En ESO, bachillerato y FP la cifra se eleva a 30 estudiantes. Pero la realidad tiene algún matiz, ya que ni los repetidores ni los traslados a medio curso cuentan, así que es normal que en las ciudades haya aulas de 26 o 27 alumnos en primaria y 32 o 33 en secundaria. En el rural gallego el problema es justamente el contrario, con colegios enteros en los que hay menos de 50 alumnos.

En Galicia la ratio es la misma desde hace años. El ministro José Ignacio Wert permitió en el 2012, en la ola de recortes, que se aumentasen un 20?% las ratios, pero Núñez Feijoo no lo hizo. Sí amplió las horas lectivas del profesorado (horas que tiene que estar dando clase) pero no el tamaño de los grupos.

¿Qué razones dan los que apoya una reducción de la ratio?

Sobre todo se centran en una: atención a la diversidad. Entienden que un profesor no puede ofrecer una atención personalizada con el volumen actual de alumnos.

El problema no es tanto el número de estudiantes como tal como tal, sino el hecho de que la escuela ordinaria gallega absorbe al 93% de los alumnos con necesidades educativas especiales (NEE). Esto, que es un hecho positivo porque permite a todos los niños crecer con sus iguales, cada uno con sus puntos débiles y sus fortalezas, exige un tiempo extra al tutor, y se convierte en un problema si no hay suficiente profesorado de apoyo. En general, la Administración determina un plan de recursos humanos y materiales de apoyo para cada alumno con NEE, pero muchas veces es insuficiente (un par de horas al día o no todas las jornadas).

Además, en un aula no solo hay alumnos con un plan de apoyo, sino estudiantes que requieren más atención, ya sea de forma puntual o permanente, por razones de desarrollo o del entorno socioeconómico. Hay que tener en cuenta que todos los menores de 16 años tienen que acudir obligatoriamente a clase, y eso supone una variedad de situaciones que deben ser tenidas en cuenta si se quiere que estén bien atendidos.

¿Qué razones dan los que le quitan importancia a la ratio?

Hay dos grupos en esta tendencia: quien recuerda que en los 70 y 80 las clases eran de 40 o 45 alumnos, y los que aportan datos actuales.

Los primeros —normalmente ajenos al mundo educativo— se olvidan que en esa época dorada los estudiantes de entornos desfavorecidos dejaban la escuela a los 14 años, o se iban a la FP, que para entonces era la salida de quienes no querían (o podían) estudiar; tampoco había niños con NEE, que o bien se quedaban en casa (la mayoría) o iban a centros de educación especial. Finalmente, tampoco tienen en cuenta las diferencias que hay entre aquella sociedad y la actual: desde el miedo al profesor (los malos tratos se iban abandonando, pero todavía se sufrían tirones de orejas o collejas) al temor de una represalia en casa. Hoy existe otra realidad y con esa hay que trabajar en el aula.

El otro grupo lo forma quien piensa que la ratio 25-30 según la edad es suficiente. Entre ellos, el propio conselleiro, Román Rodríguez, que recuerda que Galicia está entre el grupo de cabeza de las comunidades españolas en lo que a formación de sus alumnos de 15 años se refiere (el Informe PISA), con niveles que nada tienen que envidiar a los países de referencia (de Suecia a Estonia o Finlandia) y con unos índices de equidad, de protección al alumno vulnerable, ejemplares, al mismo nivel que los Estados nórdicos.

¿Están en contra de la reducción de ratios? En absoluto, pero entienden que hay otros asuntos que tienen más urgencia con los recursos disponibles. O, dicho de otro modo, piden ayuda del Estado para cofinanciar la reducción de ratios.

¿Es mejor grupos pequeños o más profesores?

La ratio de 30 alumnos no quiere decir que sea el aula de 30 alumnos. Suele serlo, pero no es necesariamente así.

Los colegios más innovadores de hecho apuestan por otra cosa: unir dos clases en una (algo, por otra parte que ya se hacía hace cien años, como en la Grande Obra de Atocha de A Coruña). Eso sí, mantienen la ratio de un profesor cada 30 alumnos, pero si juntan dos aulas son 60 estudiantes y dos docentes. En ese caso, lo ideal es contar incluso con un tercer profesor, normalmente de apoyo, para el grupo; esto lo hacen en centro públicos, como el IES Valadares (Vigo). Esta modalidad se complementa con las clases tradicionales, de un aula por grupo, pero sirve cuando se trabaja por proyectos y son varias las asignaturas afectadas.

En algunos colegios de primaria, por su parte, echan mano de las familias para apoyar la clase. Es una práctica muy interesante, de la que el CEIP San Xoán de Filgueira (Ferrol) fue uno de los pioneros. El objetivo es que dos adultos estén con los menores; no se trata de que un el padre o la madre que acuda se ponga a dar clase, sino que atienda a los niños, les anime o simplemente les acompañe.

La Consellería de Educación lleva años favoreciendo estas prácticas, aunque se exige siempre un plan completo de centro que las enmarque. También se contemplan en el Plan da Nova Arquitectura Pedagóxica que presentó la consellería hace unas semanas, y en donde se piensa en aulas flexibles, que se puedan comunicar y abrir en función de las necesidades. Además, la Lomloe, la nueva ley que ya ha entrado en vigor, las va a potenciar.

En cuanto a qué es mejor, dependerá de las circunstancias del centro, pero la tendencia es a trabajar en grupo varios profesores, por lo que se prima la unión de dos clases. En ese caso, se intenta siempre que haya tres docentes —es decir, una ratio menor de la actual—, pero no tienen que estar siempre juntos, uno puede ser de apoyo o del equipo de orientación.