InspiraTICs despide el curso con una reflexión sobre el espacio a la hora de aprender

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

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El tercer encuentro de profesores abordó cómo se puede cambiar un centro para facilitar el aprendizaje

04 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Es importante el espacio de clase para el aprendizaje? Esta es la pregunta que intentó resolver el tercer y último encuentro de este curso organizado por InspiraTICs, el espacio para compartir experiencias y conocimientos entre profesores que respaldan la Fundación Amancio Ortega y la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre. Como los dos anteriores seminarios, este se hizo de forma telemática, un formato obligado por la pandemia. Fueron cinco los participantes centrales: Siro López, artista y formador, que hizo de maestro de ceremonias, y para contar sus experiencias estuvieron María Castro, directora del CEIP Santa Ana, de Pedrezuela (Madrid); José Canales, director de la escuela Ideo, también madrileña; Ana Mangas, artista y profesora de bachillerato en ese centro; y para completar las voces, Leo Donoso, miembro del AMPA del Santa Ana.

La primera y gran conclusión a la que llegaron fue destacar la importancia de cómo la escuela como espacio físico se puede convertir en un lugar diferente para generar aprendizajes.

«En las escuelas del siglo XXI el espacio también educa»

María Castro explicaba que «en las escuelas del siglo XXI el espacio también educa» e insiste en que «es complicado» hablar de autonomía, flexibilidad, inclusión, emociones, inteligencias múltiples o metodologías activas y «seguir con espacios grises y mesas individuales». La directora del Santa Ana relataba cómo rediseñaron el centro definiendo cada área por su funcionalidad: «Hay espacios para reflexionar, trabajar en grupo, resolver conflictos, estar en calma o facilitar el contacto con la naturaleza o el entorno próximo».

Siro López apuntaba que lo que conocemos hoy sobre el aprendizaje nos permite corregir esa trayectoria heredada de «escuelas fábrica», y ejemplificó el cambio en las grandes corporaciones tecnológicas, que lo primero que hacen al aterrizar en una nueva ubicación es transformar el espacio.

La cuestión es cómo empezar. En el CEIP Santa Ana se empezó modificando la biblioteca y pasaron a las aulas, el vestíbulo de infantil o el de primaria, pero también se creó el aula del futuro, un proyecto que se estuvo planificando durante meses. Con la pandemia se adaptaron aulas exteriores, y se diseñaron maletas manipulativas para los más pequeños. La sala covid se planteó como una aventura espacial, ya que había que ir con elementos de protección para aislar a los estudiantes. Leo Donoso comentó al respecto que «todo lo que está cuidado produce un impacto en la gente».

Otro caso es el de la escuela Ideo, un colegio privado en Madrid basado en la creatividad e integración. Ellos empezaron creando comisiones en las que participaron arquitectos, técnicos y familias. Ana Mangas, docente de bachillerato allí, lo recalca: «No concibo la escuela sin la familia y el entorno, no solo somos nosotros los que educamos». Por eso, entre todos «deconstruyeron» los patios y los crearon de nuevo; ahora el centro tiene una parte antigua y una moderna que animan a la observación.