La modernización del currículo, «imperativa» según la ministra, seguirá incluyendo «los saberes relevantes no desde un enfoque descriptivo, memorístico, sino haciendo entender al alumnado su funcionalidad y su sentido», explicó Celaá. El objetivo: reducir «la fisura existente» entre lo que el sistema educativo ofrece «y lo que verdaderamente necesitan aprender los alumnos de cara a su integración en un mundo globalizado». En definitiva, lograr que tras su paso por la educación obligatoria, el alumnado pueda enfrentarse a los retos del siglo XXI y tenga capacidad para seguir aprendiendo y formándose por sí mismos.
Saberes básicos y más autonomía a los centros
La ministra estuvo acompañada por César Coll, profesor de Psicología de la Educación y miembro del grupo de expertos que colabora en el diseño del nuevo currículo, que destacó que se apuesta por «diferenciar entre los saberes básicos, cuyo aprendizaje, si no se realizar durante la educación básica, luego es muy difícil adquirir, de aquellos otros que son interesantes pero que se pueden hacer sin mayor coste posteriormente».