La consellería desconoce todavía si habrá pruebas diagnósticas en mayo, mientras en otros países sí se han hecho diagnósticos
24 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.No hay ningún estudio hecho, o en proceso, ni en Galicia ni en el conjunto de España, para saber cuánto aprendizaje se ha dejado de obtener por culpa del confinamiento derivado del covid. Al menos, ni la consellería ni el Ministerio de Educación tienen constancia de que haya algún trabajo de campo en ese sentido. Sí se han hecho investigaciones a partir de datos norteamericanos o europeos, pero nada específico español.
Es más, desde la Consellería de Educación no está decidido qué pasará con las pruebas diagnósticas del mes de mayo, las que nacieron con afán académico (reválidas) pero que nunca llegaron a tener esa consideración; este curso las tendrían que organizar en 3.º y 6.º de primaria y 4.º de ESO. Aunque la nueva ley contempla otros exámenes (en 4.º de primaria y 2.º de ESO) todavía no se pueden desarrollar hasta que se aplique la norma completamente en esos cursos (será en mayo del 2024).
Según explican desde San Caetano, «a nosa prioridade é seguir desenvolvendo este curso con normalidade, reforzando o que se necesite e acadando os obxectivos académicos é, por suposto, salvagardando a seguridade sanitaria nas aulas». No hay ninguna decisión sobre las citadas pruebas. Lo malo es que si no se realizan, Galicia estaría dos años seguidos sin hacerlas, porque el curso pasado no se llevaron a cabo.
En cuanto al Ministerio de Educación y FP, solo se encargan de la realización de las pruebas diagnósticas en Ceuta y Melilla, pero por su singularidad los datos no pueden extrapolarse al resto del país.
Mientras esto sea así resultará casi imposible hacer un balance del aprendizaje perdido en esta pandemia. Eso es lo que apunta el propio Consejo Escolar del Estado, que niega que con los datos actuales se pueda decir que haya habido «descensos irrecuperables» en el rendimiento de los estudiantes durante la pandemia, y ha advertido de que cualquier información que apunte a ello es un «prejuicio». Sin un examen real, aunque sea en un grupo muestral de estudiantes, «cualquier apreciación» estará «basada en impresiones o supuestos». En su informe Situación actual de la educación en España a consecuencia de la pandemia se dice precisamente qué le falta al país para hacer un examen certero de lo ocurrido: «No se dispone de los resultados académicos, de promoción de curso y etapa en el curso anterior, como tampoco de los que han o vayan a obtener los alumnos y alumnas en la primera evaluación de este curso». Ni siquiera hay publicadas estadísticas sobre la selectividad.
Así que para valorar el rendimiento del alumnado «habrá que esperar al menos un curso» para poder contar así con «estadísticas fiables», así como las que proporcionan los estudios internacionales y las evaluaciones externas. «Sin esta información es aventurado valorar la marcha de los aprendizajes», añade.
Las familias desfavorecidas hicieron un mayor esfuerzo en la búsqueda de recursos educativos en Internet durante la pandemia
Un estudio sobre la búsqueda de recursos educativos en Internet indica que España ha mantenido un nivel de equidad superior a Estados Unidos durante la pandemia. El trabajo, realizado por Ismael Sanz, Miguel Cuerdo y Luis Miguel Doncel, de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) para Funcas, analiza cuánto creció durante un año (de septiembre del 19 a septiembre del 20) el uso de esas herramientas educativas frente a lo acontecido en el mismo período de los años 2015-16. Y cruzando esos datos con los de la renta (según las estadísticas de Hacienda por zonas) se ha detectado que los municipios y áreas con menos ingresos son los que más aumentaron la búsqueda de recursos educativos en ese período: un 230% frente al 175% de los municipios y zonas con rentas familiares superiores a 25.500 euros/año.
El trabajo contradice las conclusiones de Bacher-Hicks, Goodman y Mulhern, que publicó el mismo modelo en el Journal of Public Economics con respecto a Estados Unidos (sobre los 55 millones de estudiantes de hasta 12 años que estuvieron confinados), y sacaron como conclusión que la pandemia duplicó la búsqueda de recursos educativos en la Red, pero esta tendencia creció más en las zonas de ingresos más altos y en las áreas urbanas; esto supone que aumentará la brecha de rendimiento académico entre los colectivos más y menos favorecidos.
El informe español, que lleva la firma de una de las personas que más sabe de estadísticas educativas del país, Ismael Sanz, no pretende ser categórico ni triunfalista, ya que asume que los datos disponibles son muy limitados. «Podría ser que fueran las familias menos desfavorecidas de localidades de menor renta (...) las que hubieran reaccionado con mayor intensidad en la búsqueda de aplicaciones», se lee en las conclusiones, que también alude a que se trata de herramientas gratuitas, por lo que también pueden no interesar tanto a familias con más recursos. Incluso añade que no se analizan «otras fuentes de desigualdad, como el hecho de que los padres hayan podido ayudar en los estudios a sus hijos durante el confinamiento de forma muy diferente en función de sus competencias y habilidades cognitivas y no cognitivas o que la disposición de dispositivos digitales y la calidad de la conectividad sea muy diferente».
Pero a pesar de estas salvedades importantes, el estudio indica lo que se vio durante el confinamiento en España: la brecha social perjudicó especialmente a las familias vulnerables, pero las Administraciones (desde la central a la autonómica, pasando por las locales y hasta por las direcciones de los colegios) y las propias familias hicieron un esfuerzo para seguir conectados, al menos desde el punto de vista técnico.