La dos caras de la vuelta al cole en Ourense

Cándida Andaluz, María Cobas OURENSE / LA VOZ

EDUCACIÓN

Santi M. Amil

El CEIP Prácticas de la capital recibirá esta semana a 609 alumnos, mientras que en Vilariño de Conso acudirán seis

09 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mañana comienza el regreso a las aulas de los 18.357 alumnos de educación infantil, primaria y especial en la provincia. Unos llegarán a centros con cientos de alumnos y otros lo harán a colegios en los que son casi familia, porque no suman como para jugar una pachanga en el patio (si estuviera permitida). La Voz visita el centro con mayor número de alumnos y también el que menos tiene.

En el CEIP Prácticas de la capital  está todo preparado para recibir a más de 600 alumnos
En el CEIP Prácticas de la capital está todo preparado para recibir a más de 600 alumnos Santi M. Amil

«Pedimos comprensión y colaboración por parte de todos, si no será imposible»

El viernes, con la incorporación al curso de todos los alumnos de Infantil y Primaria, por las puertas del CEIP Prácticas de la capital entrarán 609 alumnos. Es el colegio con más plazas de Ourense, aunque estas disminuyan desde hace un par de años por la falta de nacimientos en la ciudad (el año pasado el centro tenía 639 escolares). En el colegio tienen todo preparado para el regreso a las aulas: geles hidroalcohólicos para manos y para superficies, papeleras de pie, toallitas húmedas, flechas que indican la dirección de paso y cartelería. Pero todo esto no servirá de nada si las familias no respetan las normas y pautas que durante los pasados días han recibido por parte del claustro de profesores.

Manuela Robles es la directora del centro. En su cabeza, muy claramente, tiene diseñada cómo será la llegada de los pequeños al colegio. De forma escalonada, por edades y de la mano de los tutores. Un plan diseñado al milímetro que no admite ensayos: «Pedimos comprensión y colaboración por parte de todos, si no será imposible. Las familias deben tener en cuenta que es muy importante cumplir con los horarios previstos». En el centro se entrará por edades de diez en diez minutos con cinco de cierre de puertas entre cada uno para no coincidir en los pasillos; y se habilitarán dos entradas. Y a la salida, más de lo mismo. Además, han tenido que pautar tres horarios de recreo y dos de comedor, con el consiguiente perjuicio en la agenda de aquellos profesores que imparten en varias aulas. A este encaje de bolillos hay que añadir, por ejemplo, la coordinación en los baños del colegio. Solo podrá haber un alumno dentro que deberá, como si fuera un semáforo, señalizarlo, para que los profesores, desde las propias aulas, puedan evitar aglomeraciones de niños esperando. Y controlar que el que sale lo hace después de lavarse las manos. La parte positiva, en este centro, es que las aulas de los más pequeños (tres años) cuentan con servicios dentro, lo que facilita la labor de los profesores.

«Buena parte el tiempo de los maestros en estos primeros días será explicar a los niños las medidas que tienen que tener en cuenta y todo lo que deben hacer y evitar»

«Buena parte el tiempo de los maestros en estos primeros días será explicar a los niños las medidas que tienen que tener en cuenta y todo lo que deben hacer y evitar. Tenemos que intentar que no se mezclen aulas y actuar un poco como policías, entendemos que muchos de ellos son amigos aunque no vayan en la misma aula y que se quieran relacionar, pero no podrá ser. Luego, de puertas para fuera, no es nuestra responsabilidad, sino de las familias. A parte de eso, claro, impartir las clases», relata Robles, que defiende la formación presencial.

«Los niños llevan muchos meses sin venir al colegio y les estamos restando una parte de su infancia muy importante. Tenemos que hacerles ver lo necesario de cumplir con las medidas, pero intentando que lo vean como algo positivo, como si fuera un juego para que, poco a poco, lo vayan asumiendo de manera natural», explica. También pide que las familias se tomen en serio todas las precauciones. «Hay que cumplir con unas pautas ya en casa. Controlar si el niño tiene fiebre o tos, por ejemplo, antes de que venga al colegio», explica la directora.

El trabajo en el CEIP es frenético estos días y las reuniones de la directora se suceden: con profesores, orientadores, padres... «Tiene que estar todo muy claro, sabemos que siempre puede haber algún imprevisto, pero esperemos que sean los menos», pide.

Félix Pérez, con uno de los robots con los que cuenta el CEIP San Martiño
Félix Pérez, con uno de los robots con los que cuenta el CEIP San Martiño Santi M. Amil

 «Aínda que temos todos os servizos, non conseguimos atraer ás familias»

Lleva años luchando por mantenerse. Hasta hubo una campaña de alquileres a bajo coste para atraer familias con niños a Vilariño de Conso y así salvar el CEIP San Martiño. La iniciativa salió bien, pero duró poco. Vinieron muchas familias, pero pocas aguantaron más de un invierno en pleno Macizo Central. Y aunque hubo otros intentos, al final el colegio fue perdiendo aulas para quedarse en lo que antes se conocía como una escuela unitaria, en la que niños de diferentes edades comparten el mismo espacio. Este será el tercer curso en el San Martiño en esta situación, y ahora al límite. En el centro hay matriculados seis escolares de infantil y primaria. El año pasado eran cinco más, pero las familias abandonaron la localidad y el centro perdió a esos alumnos.

«Estamos loitando, coma sempre», explica Félix Pérez, responsable del colegio. «É un centro cunhas características demográficas moi limitadas [el censo señala que hay 519 habitantes], e seguimos baixando alumnado, agora estamos rozando o mínimo legal», resalta. Cree que, en todo caso, la continuidad del CEIP San Martiño está garantizada al menos unos años más. El próximo curso se prevé la incorporación de uno de los dos niños que están en la guardería, y al curso siguiente entraría otro más. Ese mismo año se irían dos chavales, por pasar ya a secundaria, así que se mantendrían en esos seis alumnos que tiene la Consellería de Educación como tope mínimo para no cerrar la puerta y enviar a los niños a Viana. Pérez confía en que así será. 

«As familias están comprometidas co centro, e están contentos», asegura.

En Vilariño no hay mucha natalidad, pero sí más de la que reflejan las cifras de escolares que estudian en la localidad. «O colexio de Viana ten máis nenos e servizos, e as familias vense tentadas. Nós aínda que temos todos os servizos, non conseguimos atraer ás familias»», reconoce Pérez, que cita entonces la amplitud del edificio, el transporte escolar o el comedor con cocinera como ventajas del centro. «Temos un menú con peixe fresco, que non teñen en todos os colexios», destaca el docente. Y no solo eso, también es un colegio innovador «con robótica, temos ordenadores novos, clases de inglés e extraescolares». Y a todo eso hay que sumar el hecho de que, con seis alumnos en el centro, la vuelta al cole en plena época del coronavirus la afrontan en el centro «con normalidade palmaria por ratio, e ademais ofrecendo unha atención máis personalizada». A la espera de la incorporación de los docentes que faltan, en el CEIP San Martiño habrá dos maestros a diario para seis alumnos, además de dos especialistas que acudirán en días puntuales.

 «Esta é unha zona burbulla»

«Temos aulas grandes, profesorado novo e actualizado, e un centro adaptado. Este non é só un grupo burbulla, senón que é unha zona burbulla», apunta Pérez como otra de las ventajas de vivir en la montaña. «Temos moitas vantaxes que igual non ten a xente en conta, pero que poden ser un plus», añade.

Mañana llegarán los primeros alumnos, y el viernes se incorporarán el resto. «Aínda que só sexan seis imos seguir o que di o protocolo da Xunta. Ademais, como hai nenos que entran novos, así teremos máis tempo para presentarlles o centro, para darlles unha entrada amable», dice. Otra de las ventajas de ser pocos.