Brais Martínez, 10 en bachillerato y el sueño de ser político

Montse Carneiro A CORUÑA / LA VOZ

EDUCACIÓN

CESAR QUIAN

El alumno del colegio coruñés Calansanz Padres Escolapios, ajedrecista y boxeador aficionado, con 18 años le ha dado una vuelta al estereotipo de la actividad parlamentaria, a la que encamina su formación

24 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Con 18 años cumplidos el último Día del Padre, Brais Martínez Iglesias ha descubierto algo que tanto le va a complicar la existencia como ofrecerle animación perpetua. «Me he dado cuenta de que todo en la vida es estudio», dice sin reparar en la enjundia de la frase, que aligera de inmediato: «Hay que aprovecharla». La vida o el estudio, que son lo mismo. Por esta sapiencia precoz este chaval formado en el colegio coruñés Calasanz Padres Escolapios, que encaja incómodo el elogio de «excelente» a pesar de su extraordinario expediente académico, también ha comprendido que «para estudiar hay que descansar». Y entonces el hilo del pensamiento se le va a los veranos en Malpica, todo el día fuera, «con mis amigos tirándonos al agua en el puerto», dice, anticipando ese horizonte azul brillante que lo recibirá pasada la selectividad, el 17 de julio.

Nadie duda de que aprobará la ABAU. Acabó ESO con matrícula de honor de nota media y en los dos cursos de bachillerato consiguió el 10. «Es fruto del esfuerzo. Soy constante. Tengo amor propio y quiero dar lo mejor de mí... ¿Más que los demás? No, no, los ambientes enrarecidos y tristes se te acaban pegando», razona. Para su madre, que cuenta que trataron de educarlo para que fuese capaz de tomar decisiones por sí mismo, porque «tiene que aprender a equivocarse» por mucho que el «cónclave familiar lo apoye y acompañe», Brais es «organizado, versátil y muy despierto», también «solidario, con los pies en la tierra, y cooperativo. Se alegra del éxito de los demás».

Con estos mimbres llega al verano del 2020 este jugador de ajedrez apasionado de la música y los viajes, de los torneos de debate y del chess boxing, modalidad que combina ajedrez y boxeo. Desde que a los 9 años -«yo era un poco raro», avisa- empezó a darse cuenta de que disfrutaba más del Telediario que del fútbol televisado que veían sus amigos, Brais fue madurando una idea que pronto se convirtió en la certeza de haber encontrado su lugar. La política era lo suyo. «España atravesaba una situación muy mala en el 2010. Tengo vagos recuerdos, pero me sabía los nombres de todos los diputados del Congreso. Imaginaba cómo sería representar a tanta gente que un domingo va a votar y deposita sus esperanzas en ti, cómo estar a la altura», apunta entre comentarios sobre casos sonados de escasa ejemplaridad. 

Meritocracia o enchufes

Brais Martínez Iglesias admira a Julio Anguita, Ana Pastor y Girauta. «Su afán no es económico ni ocupar un sillón en un consejo de administración. Anguita valoraba más al pueblo que a sus compañeros de partido», desliza del que considera uno de los puntos flacos de su profesión soñada. «A mí me gustaría vivir de la política, aunque fuese casi sin cobrar, más que trabajar en una empresa con un sueldo de muchos ceros. Lo que no me gusta es el enchufismo o cómo se llega a ser diputado. Pocos lo consiguen por la vía de la meritocracia», explica el muchacho para argumentar su decisión de matricularse en un doble grado de Ciencias Políticas y Derecho. «La política es transitoria. El cambio es beneficioso, airea. Un gobierno prolongado crea corrupción, puertas giratorias y un control excesivo de la Administración… Mira el PSOE andaluz», señala.

El 12 de julio votará por primera vez en las elecciones gallegas. En septiembre empezará el curso en la Universidad Carlos III o la Autónoma de Madrid. Seguirá jugando al ajedrez. «Mi afición favorita y, con la música, lo que más me relaja. Es una asignatura más». Y seguirá haciéndose preguntas. «En el Top 100 mundial de ajedrez solo hay una mujer. Y sinceramente, no sé por qué. El machismo latente de la sociedad».

Ciencias, letras y puertas giratorias

El análisis político de Brais Martínez no omite los grandes marcos. «Si fuera presidente, reformaría desde abajo los pilares del país. La educación. Sabemos que los países que destacan en las pruebas Pisa tienen la misma ley desde hace 50 años, una ley seria en la que todos están de acuerdo. No es tan difícil. Más inversión en sanidad, los recortes son inconcebibles. Hay que reforzar los sectores primario y secundario. El terciario en España está muy abultado en PIB. Y luego los paraísos fiscales, las empresas offshore, las puertas giratorias, la amnistía fiscal...».

El futuro político alerta de que la sociedad relaciona «las ciencias con los inteligentes, y las letras con los más tontos, y así un médico o un físico tienen más prestigio que un filósofo o un historiador del arte. Nuestra sociedad demanda tecnología, pero no humanidades, que son importantísimas y están en desaparición».