Vuelve el tiempo del profesorado

Alejandro Tiana Ferrer FIRMA INVITADA

EDUCACIÓN

MAría Pedreda

15 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

A mediados del siglo XIX comenzó a regularse la profesión docente en los países con los sistemas educativos más avanzados. Se crearon las Escuelas Normales y se organizaron los escalafones del profesorado. El carácter artesanal de la profesión docente fue dando paso a sistemas más profesionalizados, al igual que estaba ocurriendo en otros sectores laborales. Ese cambio suponía el reconocimiento de los docentes como piezas clave en la formación de los ciudadanos del nuevo Estado-nación.

Cabría lógicamente inferir que el profesorado ha ocupado desde entonces un lugar central en los sistemas educativos. Y en cierto modo ha sido así. Pero, no obstante, cuando nos hemos preocupado por mejorar el nivel de la educación de nuestros jóvenes e intentado identificar los factores que podrían ayudarnos a conseguirlo, hemos mirado con frecuencia en otra dirección.

Así, en diferentes países y momentos, se ha puesto la esperanza de la mejora en diversos aspectos, como el currículo impartido en los centros educativos, el establecimiento de estándares de rendimiento cuyo grado de logro debe de ser evaluado periódicamente, la definición de las competencias básicas que deben desarrollar los jóvenes, la creación de entornos favorables para el aprendizaje o la incorporación masiva de las tecnologías de la información y la comunicación a la enseñanza.

Y no cabe duda de que todos ellos son factores relevantes, que tienen una poderosa influencia. Pero la experiencia y la investigación nos confirman una y otra vez que hay un factor que destaca sobre todos los demás, llegando a pesar casi tanto como todos los anteriores juntos: el profesorado. En efecto, el currículo, el clima escolar, los procesos de aprendizaje, el uso de las TIC en los centros educativos, todo ello viene mediado por la actuación docente, que es quien permite sacarle realmente fruto. Los docentes son quienes más influyen en lo que sucede en los centros docentes y en el aprendizaje de sus estudiantes, como bien sabemos. De ahí su importancia.

Por eso me atrevo a afirmar que, si mediados del siglo XIX fue la época del primer reconocimiento del profesorado, estamos asistiendo ahora, siglo y medio después, a la vuelta de un tiempo con preocupaciones del mismo signo, aunque su concreción sea lógicamente muy diferente. Y también se puede decir que ha vuelto en España el tiempo del profesorado, la necesidad de reforzar la profesión docente, que debe ser una prioridad de la política educativa de los próximos años.