Yo hago zumba en el instituto

EDUCACIÓN

Ángel Manso

El IES María Casares de Oleiros ha hecho del ejercicio un proyecto de centro, con recreos activos y una hora extra de Educación Física en primero y segundo de ESO

19 mar 2019 . Actualizado a las 13:00 h.

Zumba, bádminton, brilé, baloncesto, ping pong, fútbol, juegos de mesa o puzles. Los recreos del IES María Casares de Oleiros son cualquier cosa menos aburridos, y el resultado no puede ser mejor: «Los niños vuelven a jugar, que es lo que les falta, porque tienen Educación Física o entrenan, pero no juegan». Carlos Castellanos, uno de los profesores de Educación Física (EF) del centro, defiende que los niños se desfoguen y diviertan con sus compañeros.

Cada semana, entre 40 y 60 alumnos acuden al pabellón en el recreo para hacer algún deporte
Cada semana, entre 40 y 60 alumnos acuden al pabellón en el recreo para hacer algún deporte MARCOS MÍGUEZ

Pero en el María Casares esto es solo la punta del iceberg. Desde el curso pasado tienen una tercera hora semanal de Educación Física en primero y segundo de la ESO y se nota. «Teníamos los recreos activos y nos dimos cuenta que funcionaban muy bien -explica Ángeles Barreiro, la directora- y desde el curso pasado utilizamos esa hora extra de libre configuración para reforzar la materia de Educación Física». Esta hora solo se da en primero y segundo de ESO y en Galicia 34 centros (también de primaria) la destinan a actividades deportivas. En el caso del María Casares lo han convertido en un proyecto de centro con múltiples ramas.

«En primero les cuesta mucho trabajo estar sentados las seis horas de clase. Necesitan moverse»

Este 50% más de clase (el currículo les asigna dos horas a la semana) ha permitido desde dar todo el temario hasta hacerlo con orden y tiempo. Mónica Mourelle -que completa junto a Castellanos y Elena Ferreiro el equipo de profesores de la materia-, solo le ve ventajas a este proyecto.

«Los primeros beneficiados son los niños -apunta- porque nos dábamos cuenta de que en primero les cuesta mucho trabajo estar sentados las seis horas de clase. Necesitan moverse». Pero además, han conseguido, como explica Carlos Castellanos, crear el hábito: «¿Cómo explicarlo? Antes les daba pereza la clase de Educación Física, porque si las tenían muy cercanas en el tiempo se podían pasar casi una semana sin hacer nada y eso no era bueno. Ahora, en cambio, con tres clases semanales saben que tienen que hacerlo, lo han asumido y no les importa. Han creado una rutina de ejercicio». Eso es muy importante, fundamental, como explica Mourelle: «Todos los estudios indican que para que el ejercicio tenga impacto en la persona hay que practicarlo al menos en tres períodos semanales de media hora». Y el María Casares pretende confirmarlo: «Estamos midiendo las capacidades físicas (fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad) de todos los alumnos al principio de 1.º y al terminar 2.º de ESO. Así podremos comprobar cómo han mejorado». Si solo tuviesen dos horas a la semana el resultado no se podría considerar, ya que es necesario tres intervalos semanales para que haya una relación entre ejercicio y cambios de la capacidad física.

«Este año las pruebas nos han parecido más fáciles»

Como este es el segundo curso con el programa todavía no hay ningún dato aunque los estudiantes ya lo han notado: «Las pruebas de resistencia fueron muy duras el año pasado -dice Marina, estudiante de 2.º de ESO- pero ahora nos han parecido más fáciles».

Niños jugando al baloncesto en el recreo del IES María Casares
Niños jugando al baloncesto en el recreo del IES María Casares MARCOS MÍGUEZ

También destacan los estudiantes la oferta tan variada que tienen en el centro: «Yo hacía fútbol -dice Antía, también de segundo- y vinieron de un club de yudo a enseñarnos. Ahora también hago yudo». Mónica Mourelle apunta al respecto que «los clubes de la zona vienen aquí a contarnos lo que hacen y qué horarios tienen. Y en el caso del yudo estuvo muy bien, porque montaron un tatami y vinieron cuatro cinturones negros que les enseñaron las cosas básicas. Para los alumnos fue un descubrimiento».

Otros han aprendido gracias al colegio a jugar al rugbi o al balonmano. Lo dice un grupo de chicos que están practicando ping-pong en el recreo y que están encantados con su nuevo horario: «No peligra un aprobado -explica uno de ellos con humor- y además nos desahogamos de lo que hacemos en clase».

Les gusta tanto que en tercero, cuando vuelven a las dos horas de EF rutinarias -no hay opción a ampliar el horario- a los estudiantes les fastidia.

Las chicas organizan más que juegan

Pueden por supuesto disfrutar igual de los recreos activos, uno de los cuales está regido por los propios estudiantes. «En primero de bachillerato -detalla Mourelle- tienen una unidad que es organizar actos deportivos. Quien quiera puede aprobarla si se encarga de los recreos activos. Así que los de bachillerato organizan, ayudan y corrigen a los pequeños». No es de extrañar que, habiendo notas de por medio, los monitores de bachillerato sean masivamente chicas, un colectivo con escasa presencia en los recreos activos. «Nos preocupa mucho y lo estimulamos -dice Mónica Mourelle- pero es difícil».

«Media pista está reservada para ellas, para que sepan que tienen un lugar propio».

Han dado un paso de gigante con la zumba, que tiene martes y viernes en el pabellón. «Les reservamos media pista. No la ocupan, todavía, y a veces los chicos nos piden el espacio. Pero les decimos que no, porque está comprobado que si no hay una organización, los varones se quedan con la mayor parte del sitio, en la zona central, y relegan a las chicas a los laterales, y ellas acaban por dejarlo. Así que les explicamos que no, que el sitio está reservado para ellas, para que sepan que tienen un lugar propio».