«El margen de mejora en educación no está en el nuevo maestro sino en recuperar al descreído»

EDUCACIÓN

Juan Vaello, psicopedagogo y experto en motivación y convivencia
Juan Vaello, psicopedagogo y experto en motivación y convivencia CESAR DELGADO

Juan Vaello, profesor, orientador y ahora tutor en la UNED en Alicante, estuvo este fin de semana en A Coruña formando a los directivos de los colegios públicos

07 may 2018 . Actualizado a las 10:43 h.

Juan Vaello Orts, psicopedagogo y tutor en la UNED, estuvo ayer en un taller organizado por la Asociación de Directivos de Colexios Públicos da Coruña hablando de gestión de conflictos.

-¿Cómo gestiona los problemas la escuela?

-Con demasiadas quejas. Creo que hay que evitarlas, porque pierdes las posibilidades de solucionar el problema. Por eso les propongo sustituir «es que...» por «podríamos».

-Eso es difícil en la escuela y en cualquier sitio.

-Es difícil porque no hay costumbre, pero resulta más sencillo si se entrena el hábito de pensar en ello. Hay que identificar el problema y pensar en ello. Pero no los cuatro o cinco de siempre, mientras los demás esperan para criticar la solución que encuentren. No. Cuando todo el mundo se pone a pensar es más fácil que aparezcan soluciones.

-¿Los directivos de escuela en España saben ser líderes?

-Hay de todo. Hay gente implicada, que trabajan el sábado o el domingo por la tarde, y otros que no, que son muy resistentes al cambio.

-¿No cree que en educación también hay también un culto al cambio?

-Hay que ir innovando, pero sí es cierto que debes consolidar los cambios antes de pasar al siguiente. No el cambio por el cambio, porque si una cosa funciona lo mejor es convertirla en rutina, mecanizarla.

-¿Qué consejos le daría a un equipo directivo que se hace cargo de un colegio?

-Hay tres cosas que yo destaco: primero, saber tratar con las personas, es decir, implicar al que no quiere participar, ayudar al que empieza y apoyar al que no puede con todo; segundo, mejorar la convivencia, no solo el rendimiento; y tercero, dirigir equipos, que personas incompatibles o que no se conocen mucho puedan trabajar juntas.

-Gestión de personal, vamos.

-Hay que tener unas ideas clave. No tienes que cambiarlo todo, porque si algo funciona es mejor mantenerlo. También aconsejo mejorar las relaciones con las familias, que son muy importantes en primaria.

-Habla de relaciones. ¿El profesor ha perdido la batalla de la disciplina?

-No me gusta usar términos bélicos en educación, creo que hay que convertir las relaciones antisociales en sociales. Y más que disciplina, yo diría que en un colegio tiene que haber respeto y empatía. La empatía es ganarse a los alumnos poniéndose en su piel y si eso se hace bien, uno tiene influencia, pero eso ya es más difícil. Es bueno trabajar en equipo y que unos se aprovechen de las cualidades de los otros. Y, por supuesto, que no haya diferencias entre clases, que todos trabajen de forma similar, en todas las aulas.

«Todos los niños tienen intereses y se les da bien algo»

-No sirve decir al alumno «te escucho» y que nunca se haga nada de lo que dice.

-Soy partidario de la evaluación de los profesores por parte de los alumnos.

-Eso se hace en Gran Bretaña y hay quejas de que los profesores toman todas las decisiones pensando en esa «evaluación».

-No creo que deba hacerse así, ni a final de curso. Más bien algo informal. Que en una o dos tutorías al año, el profesor pregunte a los alumnos qué puede hacer, qué les gustaría que hiciese él. No tanto para que se quejen sino para que propongan cosas.

-¿Qué necesita un profesor para estimular a un alumno a que participe?

-No se trata de un profesor, es el colegio el que tiene que actuar, porque implica al servicio de orientación y a los directivos del centro. Pero es fundamental que participen los servicios sociales y la Administración en general: inspección, el juzgado de menores, las concejalías de familia, las unidades de salud mental infanto-juvenil... Un niño de primaria que va mal en una asignatura es aceptable, pero uno que suspende cinco, es que tiene un problema. Muchos se niegan a todo, porque tienen tal cantidad de problemas en su vida que Pitágoras es el número 300 de sus preocupaciones.

«Tenemos que poner 'cebos' sobre cuestiones útiles para el alumno menos motivado»

-¿Cómo se recupera un alumno así?

-Hay que descubrir sus intereses y aptitudes. Hay que ofrecerles opciones porque todos los niños tienen intereses y se les da bien algo. Las escuelas tradicionales no se asoman a los intereses de los alumnos y hoy en día hay un mundo de cosas interesantes fuera de la escuela, cosas que les entusiasman. Tenemos que poner «cebos» sobre cuestiones útiles para el alumno menos motivado.

-La terminología en clase es poco interesante para un alumno. ¿A veces se esconden los profesores tras los términos técnicos?

-A pocos alumnos les interesa la sinalefa. Y seguramente en el mundo de la docencia hay cierta tendencia a los tecnicismos, cuando la educación debe ser clara y simple, pero explicar algo así supone entenderlo muy bien.

-¿Qué le parece el anunciado mir?

-Soy algo escéptico. Cuando se diseñó el máster del profesorado también se pensaba que lo iba a cambiar todo, y que irían los mejores docentes a dar clase. Y no fue así. Falta motivación para participar, y no me refiero a económica. Con el mir corremos el riesgo de que ocurra algo similar, que se acabe convirtiendo en unas prácticas más. ¿Y si te toca de tutor un mal profesor?

-¿Es más partidario del sistema americano de que los mejores?

-Tampoco. El profesor tiene que estar en el aula y para colaborar con los otros colegios puede hacerlo por las tardes. Pero uno no puede dejar su clase, porque las cosas cambian rápidamente.

«Tienes que asumir que no lo puedes cambiar todo, y que no todo el mundo es responsabilidad tuya»

-¿Es el profesor la pieza clave de la educación?

-Es el que tiene la clave para hacer el «clic», para que el alumno haga «clic», se motive y quiera aprender.

-A veces al que le falta motivación es al maestro.

-Pienso que es terrible tener una carrera de treinta años haciendo algo que no te gusta. ¡O incluso sufriendo! El gran margen de mejora de la educación actual no es tanto formar a los nuevos maestros que se incorporen, sino recuperar al profesor descreído.

-¿Ponerle un «cebo» como al alumno desmotivado?

-Sí, eso mismo. Al principio tienen que ser cebos muy fáciles, que pruebe el sabor que tiene enseñar algo que a los alumnos les encante aprender.

-En algunos centros es obligatorio para todo el claustro asistir a las reuniones de innovación aunque sea para leer una revista. En algún momento ese profesor «descreído» levantará la vista de la lectura y dirá algo...

-La especie humana está diseñada para aprender, es curiosa.

-Claro que en el aprendizaje no todo es diversión.

-Es cierto, también hay que contar con el esfuerzo.

-Los alumnos de ahora no están educados en el esfuerzo.

-Por eso el profesor tiene que despertar su interés por algo y entrenarle en la fuerza de voluntad. Eso se consigue con hábitos y técnica: los hábitos permiten que lo que hoy nos cuesta mucho dentro de una semana se haga sin pensar, y la técnica sirve para hacer más con menos esfuerzo. Claro que siempre hay que tener en cuenta la capacidad de cada alumno, porque tan importante es animar a un joven a que aspire a lo máximo que puede llegar como ayudarle a que encuentre metas realistas.

-¿Y qué pasa con los profesores que intentándolo cambiar todo acaban quemados?

-Es muy importante la protección emocional del profesor implicado. Primero, hay que redirigir la mirada desde el alarmismo a lo positivo. Si tengo ocho alumnos y siete van de maravilla y uno va mal, no puedo pensar que he sido un fracaso. Tienes que asumir que no lo puedes cambiar todo, y que no todo el mundo es responsabilidad tuya.