«En educación hay mucha 'neurotontería'»

EDUCACIÓN

Javier Cudeiro y Marcelo Castelo
Javier Cudeiro y Marcelo Castelo MARCOS MÍGUEZ

Javier Cudeiro y Marcelo Castelo diseñan un taller para ayudar a los profesores a usar la neurociencia para «secuestrar la atención del alumno»

13 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué hacen juntos un médico experto en neurorehabilitación y un comunicador con TDAH? No es el inicio de un chiste, sino de una propuesta que beneficiará a los profesores gallegos, porque Javier Cudeiro (Ourense, 1960) y Marcelo Castelo (Buenos Aires, 1965) han creado un taller muy peculiar, Dar clase como los neurocracks. Esta tarde celebran uno en la UDC y ya tienen todas las plazas ocupadas.

-¿Son de esos expertos que no quieren que los niños memoricen?

-Javier Cudeiro: ¡Pero si nosotros somos memoria! El futuro no existe, el presente es efímero y todo lo que somos es memoria.

-Marcelo Castelo: Creemos en las clases magistrales. Nosotros, para lo bueno y para lo malo, somos profecéntricos. El profesor es la pieza más importante, y si él no se cree lo que está haciendo, los alumnos...

-Entonces, ¿qué aprende un profesor en su taller?

-M. C. A darle al conocimiento un tinte emocional. Es una herramienta para ayudarle a secuestrar la atención de los alumnos.

-A veces los profesores son malos comunicadores.

-J. C. Es una paradoja y sí, a veces no son hábiles comunicando.

-M. C. Eso que son los arquitectos del futuro.

«Nosotros vamos a acabar con la neuroeducación para volver a refundarla» 

-No solo son críticos con los profesores. También se burlan de la neuroeducación.

-J. C. De las neurotonterías, que hay muchas. Decir neuroeducación es un pleonasmo. Nosotros vamos a acabar con la neuroeducación para volver a refundarla. Cervantes hizo lo mismo con las novelas de caballerías: se burló de todas las anteriores y escribió la mejor novela de caballería.

-M. C. Hemos pasado de indigentes a superdotados de la neurociencia. Y eso tampoco. 

-Digan las claves neurológicas para captar la atención.

-J. C. A mí me gusta el humor, es una explosión neuronal. Es una de las cosas que más recursos cerebrales exige; no se trata de ser un payaso, sino de tener más capacidad para mantener la atención de los alumnos. 

-M. C. Yo nunca pido silencio y siempre empiezo con un cuento. En la neuroeducación hay mucho de sentido común, y a nadie le molesta que unos profesores usen el sentido común. Pero yo, que soy TDAH, siempre he tenido problemas para mantener la atención y veo que esto funciona.

-¿Y funcionan a la primera o hay que tener paciencia? Porque nadie quiere que un profesor haga pruebas con sus hijos. 

-J.C. El primer paso es intentar la docencia apoyada en consejos científicos. Es importante que sean serios y no convertir a nuestros hijos en conejillos de indias. Una clase funciona como una relación personal. La primera impresión es fundamental y a partir de ahí el cerebro, que es muy hábil, es capaz de evaluar si vale la pena o no seguir atendiendo a esa persona. Después, en el desarrollo, la atención es cíclica. Marcelo lo compara con una montaña rusa. Y como en las relaciones, cada equis tiempo hay que renovar los votos (y ahí es donde entra el humor, las historias, los ejemplos, la sorpresa...) que ponen a funcionar el cerebro. Hay otros muchos recursos, pero no pueden usarse todos en los primeros quince minutos, hay que salpicarlos por los 50 minutos que suele durar una clase.En cuanto al uso, vas pasito a pasito, cambiando las cosas progresivamente, retocando y moldeando lo que necesites.

 -M.C. Yo considero que el profesor es como un sherpa, un sherpa de la atención del alumno, al que lleva desde el desconocimiento al conocimiento, y lo hace subiendo y bajando cuestas. Si en su clase no hay nada emocionante, resulta un aburrimiento.

«Preparar una clase es muy difícil, lleva mucho tiempo. Después de pensarla y retocarla, hay que reflexionar si lo que vas a decir motivará a los alumnos»

-¿Cómo se prepara una clase para que tenga éxito?

-J. C. Es muy difícil, lleva mucho tiempo. Después de prepararla, tienes que reflexionar unos 15 o 20 minutos si lo que vas a decir motivará a los alumnos. Y no puedes poner el mismo ejemplo que la semana pasada, o del año pasado. En Finlandia y Corea del Sur los maestros solo tienen un 20?% de su horario en el aula. Cuando tengo que preparar una conferencia nueva, invierto mucho tiempo y me lo tomo como si fuese mi última conferencia.

-M. C. Si quiero ser un profesor extraordinario tengo que aportar cosas «extras». A mí me gusta pensar que no son alumnos, son discípulos, y yo espero que ellos me superen a mí y estar muy orgulloso.

-Pero justo en las oposiciones lo que se valora de los candidatos no es nada de eso. Es memorizar y repetir. Por tanto, una vez que aprueban, ¿deben olvidar todo lo practicado, todo lo aprendido?

-M.C. Si la ventaja competitiva que se valora en una oposición tiene el valor de 20 euros, que es lo que cuesta una grabadora para reproducir una lección, entonces es que la selección tiene un área muy amplia de mejora. 

-J. C. Toda selección es extraordinariamente complicada. El trabajo más importante no se valora. Es igual que para entrar en Medicina. El trato con el paciente, la creatividad en el diagnóstico... eso no cuenta para entrar en la facultad.Todos entendemos que hay que estar muy preparado para trabajar en el CERN en Suiza, pero ¡los profesores están tratando con nuestros hijos! Ya dicen que las cicatrices que más duelen son las que no se ven.

«El principio de autoridad no es opcional. Lo puedes aprender en casa o en las duchas de Teixeiro, pero lo vas a aprender»

-¿Creen en la disciplina?

-M. C. Hay tres maneras de que uno haga lo que tú quieres: la manipulación por el engaño; la coacción (legítima o no); y la persuasión, que es convencer. Un maestro debe usar la coacción legítima y la persuasión.

-J.C. El principio de autoridad no es opcional. Lo puedes aprender en casa; si no te lo enseñan, lo aprendes en el colegio. Si no te lo enseñan, lo aprendes en la pandilla; si no te lo enseñan... lo aprendes en las duchas de Teixeiro... pero que lo aprendes, no tengas duda. Es decir, el principio de autoridad se puede ejercer a palos o con cariño.

-¿Y que aprendan juntos profesores y alumnos?

-J. C. Yo en clase de fisiología del riñón sé más del riñón que mis alumnos. Ahora bien, si quisiéramos hacer un modelo a escala, tendría que aprender con ellos, porque no lo he hecho nunca.

-Me parece que ya sé la respuesta a esta pregunta: ¿un profesor tiene que ser un modelo para el alumno además de dar clase?

-M.C. Debe ser un modelo en la docencia y en el resto, un referente para el alumno. Ahí entra la limpieza, la puntualidad, la educación...