El caramelo envenenado de la ministra de Vivienda

A. Estrada MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

SERGIO PÉREZ | EFE

De hablar del «quinto pilar del Estado del bienestar», Isabel Rodríguez ha pasado a reconocer que estamos ante una situación de «emergencia social» donde no logra consensos para aplicar medidas

27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el PSOE decidió hace dieciocho meses enarbolar la bandera de la vivienda no anticipaba que se iba a convertir en uno de sus flancos más vulnerables políticamente. La ley de vivienda se aprobó en mayo del año pasado con 176 votos a favor, 167 en contra y 1 abstención. Los votos favorables fueron del PSOE, Sumar, Podemos, ERC, Bildu y Más País; votaron en contra PP, Vox, Junts, PDeCAT, Ciudadanos y el PNV, socio habitual de investidura que se revolvió contra esta ley al considerar que invadía competencias exclusivas de las comunidades. A la ley le siguió la creación del Ministerio de Vivienda. El origen de esta cartera ministerial se remonta a 1957; después, José Luis Rodríguez Zapatero también creó esta cartera ministerial que fue ocupada por María Antonia Trujillo, Carme Chacón y Beatriz Corredor. El ministerio de Zapatero desapareció tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria hasta que lo rescató el actual Ejecutivo.

La ministra Isabel Rodríguez se estrenó defendiendo la vivienda como el «quinto pilar del Estado del bienestar» y pidiendo «confianza» a los jóvenes y «tranquilidad» a los pequeños propietarios. Esta semana se convirtió en el «saco de boxeo» de toda la oposición e incluso de sus socios por la «inacción» del Ejecutivo ante el problema de la vivienda. El ministerio, un departamento con una capacidad limitada ya que son las comunidades autónomas las que tienen la mayoría de las competencias en Vivienda, se ha convertido para Isabel Rodríguez en una complicadísima gestión de uno de los principales problemas de la ciudadanía.

Isabel Rodríguez (Abenójar, Ciudad Real, 1981) es licenciada en Derecho por la Universidad de Castilla-La Mancha. En el 2004 fue senadora por la provincia de Ciudad Real, la senadora más joven de la democracia, ya que solo tenía 22 años y todavía estaba estudiando la carrera. Llevaba dos años como alcaldesa de Puertollano cuando Pedro Sánchez la nombró ministra de Política Territorial en el 2021 y portavoz del Gobierno.

Como ministra de Vivienda y Agenda Urbana ha hecho gala de su talante dialogante y es ferviente defensora de «la política que transforma la vida de la gente». Sin embargo, los resultados no la acompañan por ahora.

Invadir competencias

La ley de vivienda no ha tenido la aplicación esperada por el Gobierno. Al poco de aprobarse se celebraron elecciones autonómicas y municipales y cambió el color político de muchos gobiernos autonómicos. Pocas comunidades han aplicado los instrumentos que recoge la norma, como la declaración de zonas tensionadas para topar los precios de los alquileres.

A ello se suma que el Tribunal Constitucional ha anulado varios artículos de la ley por invadir competencias autonómicas como el referido a la calificación permanente de la vivienda protegida para impedir su venta en el mercado libre. Ese inicial apoyo parlamentario a la ley se ha diluido y, ahora, los grupos que la respaldaron exigen otras medidas. Así, Podemos avisa de que no apoyará los Presupuestos Generales del Estado para el 2025 si el Gobierno no baja un 40 % los precios de los alquileres. O Sumar, socio de gobierno pero uno de los más críticos con la política de vivienda del Ejecutivo, reclama que se prohíba la venta especulativa de viviendas y que solo se puedan adquirir para vivir en ellas o para ponerlas en alquiler asequible.

De todas las críticas recibidas en el debate en el Congreso de esta semana, la que más ampollas levantó en Rodríguez fue cuando Sumar y Podemos la situaron del lado de los rentistas, ya que la ministra posee varias propiedades en Ciudad Real. Rodríguez respondió enojada que sus propiedades «no valían ni a la mitad del chalet de Galapagar», en alusión a la casa que compraron el exvicepresidente Pablo Iglesias y la actual eurodiputada Irene Montero en ese municipio madrileño. La ministra «perdió los papeles», según Ione Belarra, secretaria general de Podemos.

Pero el problema de la vivienda no se da solo en España. En Reino Unido, el primer ministro laborista Keir Starmer ganó las elecciones prometiendo la construcción de millón y medio de nuevas casas con cierto grado de protección; también Kamala Harris ofrece tres millones de casas nuevas. En España necesitamos 600.000 viviendas más hasta 2025 para cubrir el déficit que existe sobre todo en Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Alicante, según el Banco de España. La escasez de vivienda no solo genera malestar social. También, advierte Funcas, amenaza con convertirse en un cuello de botella para el crecimiento económico.