España sale del alza de tipos con menos hipotecas pero más deudas para el día a día

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ECONOMÍA

Documentación para la firma de una hipoteca
Documentación para la firma de una hipoteca Eduardo Parra | EUROPAPRESS

Los hogares han superado la vorágine de intereses sin que crezcan los impagos pero financiando más su gasto doméstico

14 sep 2024 . Actualizado a las 12:07 h.

Cuando el Banco Central Europeo (BCE) abogó por dar un giro de timón hace dos años subiendo los tipos de interés del 0 % al 0,5 % de una tacada saltaron todas las alarmas. Porque la memoria es frágil, pero los problemas que dejó la gran recesión de hace una década seguían en la retina de todos los españoles: impagos, sobreendeudamiento, desahucios, crisis... El Gobierno instó a la banca a remodelar su programa de ayudas a las familias con hipoteca; la oposición pedía medidas de apoyo; y los hogares y empresas se preparaban para lo peor, una subida sustancial de las cuotas para quienes ya tuvieran créditos contratados y mucha más restricción para los que quisieran pedir un crédito. Aun con todos los problemas que han afectado a una parte de la población en estos dos años, la economía ha salvado los muebles.

Las peticiones para acogerse al nuevo Código de Buenas Prácticas Bancarias para facilitar el pago de las hipotecas apenas han superado las 60.000 del más de millón de casos que se preveían en un principio; los procesos de ejecución hipotecaria superaron los 9.000 el año pasado, un 20 % menos que el anterior; y la morosidad se mantiene en el entorno del 3 %. El huracán de tipos, que ya comienza a remitir después de que el BCE haya vuelto a bajar los intereses hasta el 4 % esta semana (3,5 %, según la nueva referencia oficial), ha hecho mella, pero no han sucumbido las economías domésticas. «Las familias han sabido reajustar sus presupuestos», sostiene Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y director de estudios financieros de Funcas.

Las cuentas de los españoles se han transformado por completo en estos dos años, pero muy al contrario del sentido de lo que se pensaba: tienen menos deuda en hipotecas, pero muchos más compromisos para afrontar su día a día con todo tipo de préstamos. A mediados de 2022, cuando el BCE comenzó su vorágine de tipos, el volumen de hipotecas en activo era de 514.000 millones de euros. Este verano, con el último dato de julio en vigor, se sitúa en 495.000 millones. Es decir, se han quitado 20.000 millones de euros en hipotecas a pesar de que los incrementos de los intereses tensaron a una parte de los hogares. Desde el registro máximo hipotecario, que data de 2007, cuando las familias acumulaban 650.000 millones de deuda por los préstamos para pagar sus casas, el proceso de desendeudamiento se ha ido consolidando a lo largo de los últimos años. Para Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, «este alza de tipos ha coincidido con empresas y hogares menos endeudados y, además, los tipos altos han provocado que sigan desapalancándose».

El ahorro pandémico

En las bolsas de ahorro que muchos españoles consiguieron acumular durante la pandemia se encuentra buena parte de la explicación que argumenta este comportamiento inesperado. O, al menos, una práctica que no ocurría hasta ahora cuando subían los intereses. «Había mucho ahorro acumulado y eso ha tenido efectos positivos porque con menos deuda no hay tantos episodios traumáticos como los que hubo en la gran recesión», explica Santiago Carbó. Coincide en este planteamiento con otros analistas, como Luis Garvía profesor de Icade-Comillas: «De la pandemia salimos con ahorros y ese dinero, ante un sentimiento pesimista como el que hubo en su momento, tuvo unos primeros años de frugalidad y prudencia en el gasto, porque la gente fue prudente», explica.

Esa templanza hipotecaria instalada en los presupuestos familiares también se ha reflejado entre quienes han accedido al mercado inmobiliario para adquirir una vivienda, con créditos cada vez más vinculados a tipos fijos, frente a los variables: los primeros implican cuotas más elevadas pero estables a medio y largo plazo; y los segundos ofrecen mensualidades más baratas al principio, a costa de arriesgarse a subidas a lo largo de los 24 años que, de media, se contratan las hipotecas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, esa templanza que predominó durante los últimos meses de 2022 y los primeros de 2023 -cuando los tipos subieron con mayor rapidez- ha dado a paso a otra era sobre la que Garvía alerta: cada vez más hogares recurren a los créditos para financiar su consumo del día a día. Las estadísticas así lo reflejan. Al contrario del desendeudamiento de las hipotecas, el volumen de dinero acumulado en préstamos personales y de consumo ha seguido aumentando con el paso de los meses hasta situarse en el entorno de los 190.000 millones de euros. Para Garvía, estos datos reflejan que «aquella lección aprendida en su momento se nos está empezando a olvidar», en referencia al mayor endeudamiento para afrontar el día a día con todo tipo de créditos y tarjetas 'revolving', por ejemplo. «Cada vez va a haber más problemas complejos, pero individuales», apunta. Es decir, que «antes había riesgos sistémicos y ahora cada vez hay más problemas particulares» para hacer frente a esta situación de mayor gasto de consumo para muchos hogares que necesitan, al final, endeudarse más. Por ahora, la morosidad en este segmento de créditos personales se encuentra en el mismo nivel que hace dos años, a pesar de que los intereses de este tipo de financiación ha pasado en muchos casos del 5 % al 8 % actual.

Enfríarse a toda costa

En julio de 2020, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, se mostró dispuesta a «enfriar» la economía, si hacía falta. Porque había que contener la escalada de la inflación que, por entonces, llegó a superar el 10 %. «La política monetaria no puede seguir siendo expansiva y sumarse a las presiones inflacionarias impulsando al alza la demanda», insistía Lagarde. Puso todos los riesgos posibles en su balanza: contracción de la actividad, paro, impagos, recesión... Pero a pesar de todos esos efectos colaterales, el BCE insistió en subir y subir el precio del dinero. «Dos años», es el plazo que se marcó Fráncfort. Con 2024 dando sus últimos coletazos, el BCE ha dado por zanjada esta etapa de tipos altos. Y lo ha hecho sin que la economía haya sufrido tanto como se temía en estos meses. Santiago Carbó lo tiene claro: «Es una de las primeras veces en la historia que no ha hecho falta una recesión para enfriar la economía», explica. «Esto antes no ocurría porque todo el mundo esperaba recesión», afirma. Lo que sí hay por ahora son señales de enfriamiento en determinadas economías, como la alemana, aunque las perspectivas de crecimiento de PIB en España siguen altas.