Draghi pide inversiones masivas frente a la «lenta agonía» económica de la UE

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Yves Herman | REUTERS

El italiano reclama emitir deuda conjunta para sufragar los 800.000 millones de euros anuales adicionales que se necesitan para competir con EE.UU. y China

10 sep 2024 . Actualizado a las 16:55 h.

El dato es revelador: desde que arrancó el siglo XXI, la riqueza de los hogares europeos ha crecido la mitad que la de sus pares estadounidenses. Una tendencia que se acentuó con la crisis financiera y las recetas para combatirla —recortes y bajadas salariales—. El producto interior bruto (PIB) per cápita europeo apenas avanzó un 10%, frente al 68% norteamericano desde el 2008.

Esta «lenta agonía» de la UE, como lo definió este lunes el ex presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, durante la presentación de su informe El futuro de la competitividad europea, no solo se traduce en menos renta, también en menos inversiones, menos dinamismo empresarial y menos oportunidades. El ánimo, como dijo el italiano, es el de las épocas de crisis. Solo hay que echar un ojo a las fábricas. El gigante de la automoción, Volkswagen, estudia el cierre de factorías y el recorte de plantilla en Alemania por primera vez en su historia. Es una señal de que algo va muy mal en la UE. 

Para revertir la situación, el italiano presentó en Bruselas un manual con 170 propuestas orientadas a reducir la brecha con su rival estadounidense. En términos de productividad, esta se explica por el desigual peso del sector tecnológico. «La UE es débil en las tecnologías emergentes que dirigirán el futuro crecimiento. Solo cuatro de las 50 mayores empresas tecnológicas mundiales son europeas», advierte el documento, en el que se refuta la idea de que los costes laborales sean el problema. El equipo de Draghi apunta en otra dirección: la falta de innovación. Las empresas en la UE invierten en ella 270.000 millones de euros menos que las estadounidenses y lo hacen en sectores como la automoción, que fueron punteros hace décadas. Además, resulta muy difícil poder crecer en escala. Las buenas ideas acaban ahogándose en el océano de barreras regulatorias de la UE, de un mercado único fragmentado que ha hecho que el 30% de los unicornios europeos —negocios jóvenes valorados en más de 1.000 millones de euros— hayan emigrado a Estados Unidos desde la crisis financiera. «Estamos matando nuestras pequeñas empresas», alertó Draghi, antes de pedir más coherencia regulatoria y menos burocracia.

Otro punto clave sobre el que pivota la competitividad es el precio de la energía. Las empresas y hogares europeos pagan más del doble en sus facturas. Y estas podrían aumentar más por la falta de coherencia entre las políticas climáticas e industriales, que han hecho que las fábricas europeas tengan que asumir sobrecostes para cumplir unos objetivos de descarbonización mucho más ambiciosos que los de sus rivales. «El sector de la automoción es un ejemplo clave de falta de planificación», denuncia el italiano, quien observa que la fecha de caducidad para el coche de combustión (2035) no ha venido acompañada de un esfuerzo proporcional para desplegar alternativas. No obstante, respalda la política arancelaria defensiva frente a la «amenaza» china. Es más, instó a la UE a abrazar esta década una política comercial «pragmática, cauta y específica, mirando caso por caso». El reto es enorme porque la inacción en las últimas legislaturas han permitido a los competidores tomar la delantera en innovación (EE.UU.) y en costes (China).

Bajar los impuestos en la factura de la luz

Además, el informe admite que los beneficios de la descarbonización no están llegando al cliente final, por lo que no hay incentivo para abrazar tecnologías más eficientes y menos contaminantes, a menos que se cambie el funcionamiento del mercado eléctrico —sugiere desacoplar el precio de los combustibles fósiles de las renovables y la nuclear, fijar topes dinámicos al gas, crear plataformas para negociar contratos a largo plazo para las industrias y pymes (PPA) y reducir los impuestos de la factura de la luz a los ciudadanos estableciendo un techo a los cargos del sistema, que genera unos ingresos de 200.000 millones de euros al año para las Haciendas de los Veintisiete—. 

Renovables y nuclear 

Otra de las recomendaciones que ha lanzado el informe de Draghi tiene que ver con extender la vida de las centrales nucleares e invertir en reactores de última generación para reducir sus costes operativos, además de aumentar los esfuerzos y la inversión en proyectos de fusión nuclear, una tecnología revolucionaria que podría cambiar todo el modelo de la UE en la segunda mitad de siglo, generando ingentes cantidades de energía barata. 

También se hace mención a la urgencia por sufragar las infraestructuras para el hidrógeno verde e insta a resolver los cuellos de botella en la tramitación de proyectos eólicos (desde su solicitud hasta su despliegue pasan alrededor de seis años de media) y desarrollar, de forma paralela, soluciones de almacenamiento y mejoras en la red para no generar nuevos tapones. De lo contrario, alerta, «la factura de empresas y hogares podría aumentar». Además, llama la atención del BCE en torno al sobrecoste de construir eólica marina —un 40% más en el 2030— a causa de la subida de los tipos de interés. En este sentido, abaratar el precio del dinero ayudaría a la UE a sufragar parte del coste de la transición.

Acelerar proyectos mineros

Nadie duda a estas alturas de la gran dependencia exterior de la UE. Casi la mitad de las importaciones provienen de países no alineados con sus intereses, siendo su mayor vulnerabilidad. Por eso en el informe se insta a aumentar en la próxima década las inversiones en Defensa en unos 500.000 millones de euros y a desplegar una «política económica exterior» genuina para asegurarse materiales críticos para el desarrollo de las renovables y los servicios digitales, creando una plataforma de compras conjuntas —abarata los precios—, sin dar la espalda a la minería, también en aguas profundas.

Hay que «acelerar la apertura de los yacimientos domésticos», reduciendo de tres a siete veces el tiempo de tramitación de los permisos. Además, apunta al potencial que tiene la UE para el reciclaje de materiales.

Financiación

La gran cuestión es cómo financiar esas inversiones masivas, que ascienden a 800.000 millones de euros anuales —habría que multiplicar por cuatro el presupuesto de la UE—. Draghi fue claro al respecto: «Necesitamos una financiación común. Es esencial [...] Es un tema muy sensible, habrá que hacer concesiones», explicó ayer, haciendo alusión velada a los países que, como Alemania y los Países Bajos, se oponen a compartir riesgos emitiendo deuda conjunta. El informe urge a desplegar más incentivos fiscales: «Impactarán en las finanzas públicas, pero las ganancias de productividad pueden reducir los costes fiscales», reza el documento, en el que también se le da un tirón de orejas a la Comisión Europea por la deficitaria regulación para conseguir un mercado único de capitales —pide un regulador bursátil único—. Y es que la UE depende en exceso de la financiación bancaria, que suele ser muy conservadora al invertir en proyectos.

Reformular las ayudas de Estado

Además, se hace alusión al modelo actual de ayudas de Estado. El italiano reconoce que han generado distorsiones dentro del mercado interior, al beneficiar más de las empresas de unos países respecto a otras, por eso sugiere que estas se limiten a los proyectos de carácter transfronterizo. También ha recomendado ejercer mayor control a los subsidios nacionales, poniendo de ejemplo la competencia desleal de Alemania: «A finales del 2022, se habían concedido a las empresas de la UE 93.500 millones de euros en ayudas anticrisis, predominantemente vinculadas a la energía. De ellas, el 76% fueron extendidas por Alemania, frente al 9% de España y el 5% de los Países Bajos», recoge el informe. 

Formación de los trabajadores

Uno de los capítulos del informe se dedica en exclusiva a analizar el problema que supone la escasez de personal cualificado para las empresas y el impacto que tiene en la competitividad. El diagnóstico es pesimista. Los resultados muestran que los jóvenes tienen cada vez más problemas con las matemáticas avanzadas y la comprensión lectora. Los modelos educativos en Europa no están dando los resultados esperados y el informe Draghi apunta a varias causas: el escaso e ineficiente gasto público en educación, el escaso interés de las empresas por invertir en la formación continua de sus trabajadores -a pesar de que la mayoría denuncian tener problemas para reclutar personal cualificado-, la baja calidad de los cursos de formación continua que se imparten -sufragados frecuentemente con dinero público- y las «pobres condiciones laborales y los bajos salarios» en algunas profesiones donde abundan las vacantes -la sanidad, los cuidados o los trabajos de alto riesgo-. Es por ello que insta a revisar los modelos educativos, aumentar el apoyo económico a las familias más vulnerables y orientar mejor los cursos de reciclaje profesional.