El dinero en efectivo no cede la corona: casi siete de cada diez ciudadanos lo usa a diario

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

MARTINA MISER

El acelerón de los pagos digitales con la pandemia no amenaza al metálico

02 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace cuatro años, la población española —y la de la mayor parte del globo, en mayor o menor medida— vivía todavía confinada como modo de luchar contra la propagación del covid. Recluidos en nuestras casas, las compras online, y sus consecuentes pagos digitales, se tradujeron en un intenso despegue de los abonos con tarjeta y una caída sin precedentes del uso del efectivo, que el miedo al contacto físico, por temor a un potencial contagio, exacerbó. En aquel momento, los pagos con tarjeta dieron el sorpasso al metálico, cuya retirada de los cajeros cayó un 20 %.

Hubo quien se apresuró a pedir la extremaunción para el dinero contante y sonante, siguiendo la estela de otros países que —como Canadá o, en Europa, Suecia, Noruega, Dinamarca o Finlandia— llevan años en cabeza de la carrera hacia las cashless society; es decir, sociedades sin efectivo, o casi. La preferencia creciente por la comodidad —y la tranquilidad— de no llevar efectivo en el bolsillo es un hecho, pero no lo es menos que, tanto hoy como en el futuro próximo, continúa reinando el metálico. Así lo confirma el último Estudio sobre hábitos en el uso del efectivo, realizado por el Banco de España, que concluye que en el 2023 el 65 % de la ciudadanía lo usaba a diario. Es decir, que casi siete de cada diez españoles pagaron en monedas o billetes cada día.

Habitual en comercios físicos

Y aún hay más, ya que el supervisor indica que, «para el 60 % de la población, este medio de pago continúa siendo el más habitual o principal para la realización de las compras en comercios físicos». Esto es, que cuando no optamos por el comercio electrónico, sacamos antes de la cartera los billetes que la tarjeta.

Este porcentaje es, además, similar al observado en el 2022, lo que «podría indicar una cierta estabilización en su grado de uso para dichos fines, tras la notable disminución que experimentó como consecuencia de la pandemia», explica el Banco de España.

En cualquier caso, aunque el efectivo no parezca dispuesto a ceder su corona de rey, el estudio matiza que el año pasado perdió algo de peso como opción secundaria, ya que el 30 % de los ciudadanos lo emplea como segundo medio de pago más habitual, lo que supone tres puntos porcentuales menos que en el 2022.

Otro aspecto destacado es que el 11,6 % de la ciudadanía utiliza exclusivamente dinero en metálico para realizar compras porque no cuenta con otros medios de pago o por no utilizar los que tienen.

El análisis del supervisor también relaciona directamente la edad y el nivel formativo con el mayor o menor empleo del efectivo. La brecha generacional es evidente, ya que el 74 % de los mayores de 65 años prefieren pagar en metálico frente a menos de la mitad (el 47 %) de los que tienen entre 25 y 34 años, que pagan principalmente con la tarjeta. Y aún hay más diferencias, ya que entre los más jóvenes —de 18 a 24 años—, uno de cada cuatro (el 26 %), emplea el móvil en sus transacciones.

El móvil se come a la tarjeta

Según los últimos datos hechos públicos por Mastercard, la adopción del teléfono móvil es cada vez mayor, ya que, si en el 2022 era el método favorito para pagar de tres de cada diez españoles, el año pasado paso a serlo de la mitad de ellos.

Tras el notable incremento de su uso está el argumento de la comodidad, especialmente entre los más jóvenes. De hecho, entre la generación Z (menores de 30 años), es el método preferido para pagar para el 76 %, mientras que baja a solo un tercio entre los baby boomer, que son los que escogen la tarjeta o el efectivo.

Además de la edad, el Banco de España también señala un segundo factor como determinante en el mayor o menor uso del efectivo: la facilidad para acceder a él, una cuestión polémica en los últimos años, especialmente en el entorno rural, debido al cierre de oficinas bancarias como consecuencia del proceso de concentración financiera tras la crisis.

No tener oficina bancaria o cajero próximos acaba impulsando los pagos con tarjeta o móvil, fórmulas que, además, cuentan con aceptación generalizada en los comercios físicos.

¿Quiere decir eso que veremos en un futuro no lejano la desaparición del dinero físico? El Banco de España no lo cree, porque la mayoría de los españoles ni se lo plantea. Siete de cada diez ciudadanos consideran que seguirán usándolo igual dentro de un año, concluye el estudio, aunque los más jóvenes sí piensan que irán disminuyendo su empleo. Así, aunque cuando viajemos al norte de Europa tengamos que prestar atención por si en la puerta de los establecimientos nos advierten de que no se admite efectivo, aquí el metálico ha recuperado la salud tras la pandemia.