El déficit de la Seguridad Social persiste pese a la reforma de las pensiones y al récord de ingresos

lucía palacios MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

ALBERTO LÓPEZ

Escrivá no cumplirá su promesa de cuadrar las cuentas este 2023

19 abr 2024 . Actualizado a las 16:01 h.

«El sistema de pensiones recuperará el equilibrio financiero a final de legislatura». Este es el firme compromiso que se había marcado el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, para su mandato. E incluso lo repetía como un mantra en plena pandemia, pese a haberse destruido de un plumazo un millón de empleos. Pero no ha sido posible. Abandonará Moncloa sin cumplirlo. Sin alcanzar precisamente su objetivo fundamental: dejar a cero en el 2023 el déficit que arrastra la Seguridad Social desde hace más de una década y cuadrar las cuentas de un sistema clave como las pensiones, gracias al cual viven más de nueve millones de personas y por el que cotizan en la actualidad casi 21 millones de trabajadores.

Así se lo prometió también a la Comisión Europea en el Plan de Recuperación y Resiliencia. Era además una de las recomendaciones que hizo el Pacto de Toledo. Pero Escrivá ha retrasado ahora este reto hasta el 2026. Así lo reconoció en el programa de estabilidad remitido en abril a Bruselas.

Se aplaza hasta el 2026

En el 2023 seguirá habiendo déficit, pese a que en los dos últimos años ha ido poniendo en marcha medidas enmarcadas en las tres fases de la reforma de las pensiones para lograr la sostenibilidad del sistema y pese a que la recaudación está en niveles récord, gracias a que ahora hay más trabajadores que nunca y a que se han elevado significativamente las cotizaciones sociales. Escrivá confiaba en que con una de las medidas incluidas en la primera etapa de la reforma de las pensiones ya se borraría de golpe el déficit: eliminar los gastos que no son propios del sistema y que los financie el Estado, esto es, todas las políticas no contributivas, para que se paguen a través de impuestos y no con las cuotas de los afiliados.

Escrivá cuantificó esos gastos en casi 23.000 millones. La mitad procedían de las políticas activas de empleo, pero también de las tarifas planas de los autónomos, prestaciones por nacimiento y cuidado de hijos, complementos de maternidad, cobertura de lagunas de cotización y gastos de personal. Dado que el mayor déficit se registró en el 2016 —el desequilibrio fue del 1,7 % del PIB, más de 18.500 millones—, sacando esos 23.000 millones tendría que desaparecer y quedar a cero. Además, la reforma de las pensiones ha incluido otras iniciativas para contener gastos y engordar los ingresos: el nuevo sistema de cotización de los autónomos, impulsar el retraso de la edad real de jubilación, el nuevo mecanismo de equidad intergeneracional (MEI), la histórica subida de las bases máximas o el nuevo impuesto a las rentas altas.

La culpa es de la inflación

Pero ha entrado en juego un factor con el que no se contaba y es al que Escrivá culpa de no poder cumplir su promesa en plazo: la elevada inflación. Esto ha implicado un desembolso con el que no se contaba, pues nunca se habían subido las pensiones un 8,5 % para garantizar el poder adquisitivo de los jubilados. Esto supondrá que este año la Seguridad Social destinará más de 190.000 millones al pago de pensiones, un 11,4 % más que el año pasado.

Son más de 15.000 millones extra, lo que ha descuadrado las cuentas del sistema pese a que ya se han sacado 20.000 millones de esos gastos impropios. Así, el 2023 cerrará con un déficit del 0,5 % del PIB, que se reducirá al 0,2 % en el 2024 y al 0,1 % en el 2025, los más bajos desde el 2012 pero que no es el ‘cero’ prometido, que llegará —confía el ministro— en el 2026.

Sin embargo, organismos como el Banco de España, la AIReF o Fedea dudan de que se logre incluso en las próximas décadas, ya que ponen en cuestión que la recién aprobada reforma de las pensiones logre la sostenibilidad. Y eso que el empleo está en máximos, con cerca de 21 millones de afiliados, y la recaudación por cotizaciones sociales se ha disparado más de un 9 %.