Menos de un minuto para despedir una parte de la historia industrial de Galicia

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

ECONOMÍA

SENÉN ROUCO

Adiós a la torre de refrigeración y a los silos de la central de Meirama, Cerceda

23 dic 2022 . Actualizado a las 08:52 h.

Un sonido como de bombas del día de la fiesta, inmediatamente después otro más bronco, y la torre de refrigeración de la central térmica de Meirama, en Cerceda, se desplomó en el lugar que ocupaba desde que comenzó a funcionar en el año 1980. Todo en unos pocos segundos al filo de las 15.10 horas de este jueves 21 de diciembre del 2022. Con tanta rapidez, discreción y casi silencio que muchos de quienes acudieron a ver el derribo (no era una romería, pero los asistentes se contaban por centenares, posiblemente más de un millar entre todas las zona de observación) incluso se quejaban de que no les había dado tiempo a grabar nada, y eso que llevaban mucho tiempo atentos. Faltó avisar, tal vez unas campanadas como las de los cuartos.

Ante ellos, voló para siempre esa gran torre de hormigón armado sustentada sobre 54 pilares en V, de 108 metros de altura (126, si se incluye la base), con diámetro inferior de 72 metros y superior de 48 —allí donde aún se ve la pintura de un sol que se abre paso que dejó Greenpeace hace cuatro años—. Casi 650.000 metros cúbicos de volumen y más de 10.000 toneladas de peso que ya son escombro (mucho hierro y hormigón podrá recuperarse mediante el reciclaje), con caída perfectamente controlada, sin incidentes.

El perímetro de seguridad era amplio, unos 250 metros, muy vigilado por Protección Civil, Policía Local y bomberos, y se desalojaron nueve casas (unas 20 personas) por precaución. Había además muchos más controles, desde la certeza de ausencia de nidos de aves hasta que el viento pudiese desplazar el polvo, protegido con cortinas de agua circundante. Especialmente para guarecer A Lousa, ese lugar que, con A Brea, está más cerca de la central, todos ellos en la parroquia de As Encrobas. Porque, como ocurre con el lago donde estaba la mina de la que se sacó el carbón aquí quemado para producir electricidad, la llamada central de Meirama es de As Encrobas.

En la torre de refrigeración derribada se trataba el agua que salía del condensador, usada para evacuar al aire el calor de condensación del vapor de escape de la turbina. Los millones de metros cúbicos de blanco y denso vapor de agua por ahí expulsados cada año eran impactantes, pero solo era agua inofensiva. El dióxido de carbono salía a la atmósfera por la chimenea de 200 metros situada al lado, que también se demolerá en breve, a principios de año. Y ayer cayeron también otros elementos menos visibles, pero sí relevantes: dos silos de ceniza de 34 y 44 metros, y el de escoria.

Con ellos se va una parte de la historia industrial de Galicia durante cuarenta años, una central, de 580 megavatios, que ha dado mucho trabajo y mucha luz, pero que también generó una revuelta popular en 1977.