Fracasan las negociaciones de la UE para fijar un tope al precio del gas
ECONOMÍA
Alemania insiste en garantizar el suministro a su industria a cualquier precio
14 dic 2022 . Actualizado a las 09:06 h.No arrancaron bien las negociaciones de los ministros de Energía este martes en Bruselas y no terminaron mejor. Los Veintisiete solo tenían un cometido para la jornada: acordar el plan de emergencia energética. Pero el gran escollo para lograrlo, el tope al precio del gas que compra la Unión Europea (UE), se interpuso en el camino.
El ministro griego, Konstantinos Skrekas, entró a la reunión, de carácter extraordinario, con aires catastrofistas. No escondió su enfado por las trabas de sus colegas de Alemania (Robert Habeck) y Países Bajos (Rob Jetten), quienes insistieron en diluir la propuesta de un precio máximo al gas —la Comisión lo situó en los 220 euros el megavatio hora (MWh)— para garantizarse el abastecimiento de hidrocarburo en el 2023 a cualquier precio, y aunque ello comporte problemas en países vecinos más humildes. Alegan que la fijación de un techo hará que los proveedores desvíen el gas a otros mercados. «La situación es un desastre. Los ciudadanos europeos agonizan, las empresas europeas están cerrando. Es un momento histórico y todos seremos juzgados», les recordó el heleno.
El tiempo apremia. La temporada para rellenar almacenes comienza a finales de marzo y, para entonces se necesita un mecanismo de corrección de mercado para evitar, como explicó la ministra española, Teresa Ribera, que se «normalicen los precios [del gas] que hemos visto en verano». De lo contrario, la UE se enfrenta al cierre de fábricas en cadena y facturas de la luz desorbitadas, más altas que las vistas este año, cuando el flujo de hidrocarburo desde Rusia, aunque descendente, y las compras de gas natural licuado (GNL) a otros proveedores como Estados Unidos, permitieron a la UE llegar al invierno con el 95 % de las reservas llenas. No obstante, en menos de un mes, ese porcentaje ya ha descendido al 88 %, según GIE.
El fracaso de la reunión también posterga el despliegue exprés de renovables, que permitirá a los países reducir los requisitos ambientales para agilizar la tramitación de proyectos eólicos y fotovoltaicos, entre otros. Su puesta en marcha está condicionada a la aprobación de todo el plan de emergencia energética, donde se incluye el controvertido tope al gas. También lo está el mecanismo de solidaridad para redistribuir la energía hacia los países de la UE con más problemas en caso de crisis.
Hay mucho en juego. La Comisión Europea estima que la UE se enfrenta en el 2023, en el mejor de los casos, a un déficit de gas equivalente al 7 % del consumo anual. De no adoptarse las medidas en su totalidad, ese agujero aumentaría al 14 %.
Propuestas
El Ejecutivo comunitario propuso a finales de noviembre a los países establecer un precio máximo al gas importado de 275 euros el megavatio hora (MWh) cuando la cotización superara ese umbral durante medio mes, una «broma de mal gusto» para cancillerías como la española, que criticó con dureza a la comisaria de Energía, Kadri Simson, por proponer un techo que jamás se llegaría a activar, puesto que en esas condiciones de mercado, ya habría muchas economías al borde de la quiebra.
Esta semana, la Comisión se avino a rebajar ese tope a los 220 euros, todavía «insuficiente» para España, Grecia, Bélgica, Polonia, Italia y Eslovenia, que siguen presionando para bajar de los 200 euros el MWh, umbral propuesto por la presidencia checa de turno de la UE, que también ha sugerido activar el techo cuando los precios alcancen ese umbral y, además, durante tres días se esté pagando 35 euros más por encima del precio medio que se paga en otros mercados internacionales por seleccionar.
Aunque Habeck y Jetten se abrieron inicialmente a esa última oferta, la delegación alemana se echó finalmente atrás, con la esperanza de que su canciller, Olaf Scholz, consiga un mejor resultado para garantizar el abastecimiento de sus industrias, según recoge Europa Press. Tendrá su oportunidad en la cumbre de líderes que se celebra este jueves en la capital comunitaria.
La propuesta tampoco acaba de convencer a la mayoría de los países, incluida España, que no quiere oír hablar de umbrales. La ministra Ribera compareció después de la reunión y explicó que para el Gobierno, sería suficiente con diseñar una cesta de indicadores de precios medios en otros mercados globales para fijar un precio al que se le sumaría una prima, todavía a debate, para garantizar que los proveedores siguen interesados en vender a Europa. «Si España aceptara umbrales de precio que quieren tomar como referencia algunos países nórdicos, los ciudadanos españoles me dirían: `¿Cómo ha aceptado usted un umbral que trasladado a una factura energética no es gestionable?´ Y para los ciudadanos del centro y norte de Europa la preocupación sería el por qué han aceptado un precio más bajo que pone en peligro la seguridad del suministro. El origen del problema es la disponibilidad y los precios del gas y cómo eso afecta a la electricidad, la inflación, la viabilidad de la industria y la pobreza energética de la sociedad o el mantenimiento del empleo», explicó la española, antes de recordar que el país no tiene un problema de suministro, como Alemania, aunque la industria sí se está viendo afectada por la evolución de los precios del gas en Europa, donde algunos operadores están dispuestos a pagar cualquier precio por conseguir hidrocarburo.
Prorrogar el tope ibérico
Mientras las cancillerías siguen negociando entre bastidores, el primer ministro portugués, António Costa, no esconde su deseo de prorrogar la «excepción ibérica» más allá del mes de mayo. Este martes subrayó la importancia de que tanto España como Portugal empiecen ya a negociar esa posibilidad. Hasta ahora, los ciudadanos de ambos países han pagado menos en sus facturas gracias al tope temporal impuesto al precio del gas que utilizan las plantas de ciclo combinado para generar energía.