Maersk, el coloso del transporte marítimo que ha puesto sus ojos sobre Galicia

Sara Cabrero
S. Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Edgar Su

La empresa danesa es una de las mayores compañías de transporte marítimo de mercancías del mundo, acaparando más del 20 % del sector

03 nov 2022 . Actualizado a las 18:11 h.

Galicia ha atraído las miradas de Maersk. La naviera danesa quiere desarrollar en suelo gallego uno de los proyectos más ambiciosos anunciados en los últimos años. Tal y como desveló este jueves el Ejecutivo de Sánchez, el gigante del transporte marítimo ha llegado a un acuerdo con el Gobierno para construir en suelo gallego y andaluz dos grandes centros de producción de gases renovables para su flota. Y para poder erigir estos macrocomplejos habrá que invertir 10.000 millones de euros hasta el 2030, un dinero que saldrá principalmente de las arcas de la naviera danesa y otros potenciales socios, aunque desde el Gobierno ya han dejado caer que es posible que terminen entrando como inversor estratégico a través de alguna herramienta de financiación disponible como los fondos europeos. Fuentes conocedoras de la operación apuntaron que las instalaciones gallegas estarán situadas en el puerto exterior de A Coruña.

Pero, ¿qué es exactamente Maersk? Se trata de un gran conglomerado danés dedicado básicamente a las actividades de transporte marítimo y energía. Y lo hace copando gran parte de este mercado. Porque desde el año 1996, el grupo puede presumir de ser una de las empresas de transporte marítimo de contenedores más grandes del mundo. Un dato: cada año se encarga de trasladar más de 12 millones de contenedores. Con sede en Copenhague, Maersk cuenta con oficinas en más de 135 países.

Maersk tiene historia. Mucha. Fundada a principios del siglo XX, el germen de la naviera surge de la compañía de vapores Dampskibsselskabet Svendorg, creada por la familia Møller (concretamente por Peter Maersk Møller y su vástago A. P. Møller). La llegada de las vacas flacas obligó a los Møller a repensar el negocio. Tras conseguir algo de capital, se hicieron con un barco de vapor y, a finales del año 1904, comenzaron a perfilar lo que sería la naviera del futuro. No les fue nada mal. Porque ya en 1912, Møller hijo decidió fundar otra compañía de buques de vapor, una empresa que se vio muy impulsada por los tormentosos vientos que trajo consigo la Primera Guerra Mundial. Mientras el mundo languidecía a causa del conflicto bélico, Maersk crecía de manera vertiginosa impulsada por las necesidades de transporte que requería la guerra. 

Con el viento soplando a favor de las dos empresas, A. P. Møller siguió afanándose en la diversificación y en 1918 puso en marcha un astillero en la ciudad danesa de Odense. Ya con dos décadas de experiencia a sus espaldas, Maersk comenzó a prestar en 1928 los primeros servicios de transporte regular con salidas mensuales. Si la Primera Guerra Mundial fue todo un impulso para la empresa, la Segunda supuso un auténtico frenazo a la expansión de la firma. Y es que, 36 de sus 46 barcos fueron requisados para el conflicto y 25 de ellos acabaron en el fondo del mar llevándose consigo la vida de 150 marineros.

Pero los Møller siguieron trabajando para sacar adelante un proyecto que dio su salto definitivo en la década de los setenta. Tras varios años impulsándose gracias al bum del petróleo, en el año 1973 la empresa añadió a su flota el primer barco de contenedores, el Svendborg Maersk, un buque con capacidad para 1.800 contenedores que tenía por objetivo aprovechar al máximo el espacio de las naves para transportar con el mínimo coste la mayor cantidad de mercancías posible. La primera piedra del rentable negocio que en la actualidad domina en todo el mundo. 

Y en esta pata de negocio les fue muy bien. En el año 1993, viendo el potencial de esta forma de transporte, Maersk decidió apostar fuerte por el sector adquiriendo y absorbiendo a otros competidores. Hasta hoy. Las cifras hablan por sí solas. En los nueve primeros meses del 2022, Maersk obtuvo un beneficio neto de 24.340 millones de dólares (24.581 millones de euros), más del doble de lo que había logrado solo 12 meses antes. 

¿Qué está pasando en este sector para que la naviera haya cosechado tremendas cifras? En el último año, el precio de alquiler de los contenedores (los conocidos como fletes) ha escalado de manera vertiginosa debido a los cuellos de botella que está sufriendo el comercio mundial. Maersk trabaja a destajo, sin descanso, acaparando alrededor del 20 % del transporte mundial de mercancías por mar. Según los últimos resultados que presentó la compañía, solo un 0,6 % de todos los cargueros se mantuvieron inactivos durante el tercer trimestre del año, un dato completamente inusual. Otra cifra que puede ayudar a dar idea de lo bien que le marchan las cosas a la compañía: el precio de los fletes aumentó un 229 % en el tercer trimestre en comparación con el mismo período del año pasado, aupado básicamente por la alta demanda. De hecho, las tarifas de la propia naviera danesa han pasado de 1.909 dólares por un contenedor estándar a 3.561. 

Maersk no quiere quedarse atrás. Con más de un siglo de actividad a sus espaldas, este coloso de los mares busca ahora seguir navegando de la mano de las energías verdes. Y parece que Galicia puede convertirse en su nuevo impulso en esta carrera.