¿Puede el hundimiento de la libra desencadenar una recesión?

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ANDY RAIN | EFE

La bajada masiva de impuestos que acometerá el Gobierno británico siembra dudas sobre la estabilidad de sus cuentas

27 sep 2022 . Actualizado a las 21:16 h.

Un euro ya vale menos que un dólar. Perdió la paridad en agosto. Y la libra va por el mismo camino. El valor de la moneda británica, que todavía conserva la efigie de la difunta Isabel II, se ha hundido esta semana, alcanzando el lunes su mínimo histórico en la apertura de los mercados (1,0327 dólares). Desde febrero de 1985 no se asistía a una debacle de tal calibre —entonces, una libra se cambiaba por 1,07 dólares—.

En el último año, la divisa ha perdido un 21 % de su valor, en comparación con la caída del 17 % del euro. Y solo en los últimos cinco días se ha dejado casi un 5 %.

¿Qué ha pasado?

La caída libre se produjo después de que el Ejecutivo británico, liderado por la primera ministra Liz Truss, anunciara el pasado viernes un plan de rebajas fiscales masivas para compensar el encarecimiento de los precios en las facturas de empresas y hogares —la inflación se sitúa en el 10 %—. La medida no ha gustado a los mercados. No se fían de que, reduciendo la recaudación, el Ejecutivo de Truss pueda garantizar la estabilidad de las cuentas públicas. Asumen que el país deberá endeudarse. Y hacerlo cuando soplan vientos de recesión, significa que el Reino Unido tendrá más problemas para devolver el dinero con su respectiva rentabilidad a los inversores —estos se han desprendido en las últimas horas de una gran cantidad de bonos de deuda británica, buscando refugio en Estados Unidos, donde el clima económico y los tipos de interés son más atractivos—. La OCDE estima que la economía británica se estancará el año que viene (0 %). Pero esa proyección podría quedar caduca si la libra se sigue hundiendo.

Algunos analistas han apuntado también a la falta de coherencia entre la política del Gobierno —impulsará la inflación— y la política monetaria de su banco central, que ha subido los tipos y ha anunciado que seguirá haciéndolo —el alzas dificulta la financiación de empresas y hogares—.

¿Existen precedentes históricos?

El Ejecutivo de Truss está utilizando la misma receta que empleó el expresidente estadounidense Ronald Reagan en 1981: rebaja generalizada de impuestos. Claro que, el dólar tenía más músculo que hoy la libra. Y, a pesar de ello, los ingresos federales se redujeron en un 9 % en los primeros dos años, al tiempo que aumentaba el desempleo. Los recortes fiscales no funcionaron, así que al Gobierno de EE.UU. no le quedó otro camino que volver a subirlos.

La caída de la libra refleja la desconfianza de los inversores en la economía británica y en la efectividad de la fórmula de Truss. Los analistas de Morgan Stanley estiman que a final de año una libra se cambiará ya por un dólar. La japonesa Nomura, según Bloomberg, anticipa que la divisa perderá la paridad con el dólar en noviembre y cerrará el año valiendo menos que la moneda norteamericana.

¿Qué consecuencias puede acarrear?

La caída de la libra solo puede empeorar las cosas. Cuando una moneda se deprecia, se abaratan las exportaciones de su economía, pero se encarecen las importaciones. Y eso es un problema para un país como el Reino Unido, cuya balanza comercial es deficitaria —de julio del 2021 a julio del 2022 gastó 99.400 millones de euros más de los que ingresó por sus ventas en el exterior, según su oficina estadística—. El país importa ingentes cantidades de energía, alimentos o manufacturas. Con una moneda debilitada, les saldrá más caro importar. Si la libra sigue cayendo, a las empresas británicas les costará más dinero adquirir productos y producir, repercutiendo ese sobrecoste en el precio final e impulsando de nuevo la inflación en un momento especialmente delicado. La subida de tipos en el Reino Unido ya ha encarecido la hipoteca media en el país unas 1.000 libras anuales (1.121 euros). También se encarece el precio de la gasolina y el diésel al repostar. Solo con la caída de la libra del viernes, día del anuncio, a los británicos ya les cuesta unos tres euros más.

El impacto puede ser incluso mayor si se tiene en cuenta el volumen de capital que está huyendo del parqué de Londres —su bolsa ha perdido casi un 3 % de su capitalización en la última semana— y del enorme peso que tiene la actividad financiera e inversora en la economía británica.

Otra de las consecuencias que podría tener a medio plazo es el aumento de las insolvencias, impagos y morosidad de empresas que ya no puedan hacer frente a los sobrecostes.

¿Se puede atajar la crisis?

La única forma de evitar una espiral inflacionista que desencadene cierres de empresas y desempleo sería ganar autonomía energética (imposible a corto plazo) y subir los tipos de interés para revalorizar la libra, con lo que eso conlleva: menos dinero en circulación para prestar a empresas y hogares. El economista jefe del Banco de Inglaterra dejó claro ayer que la bajada de impuestos decretada «requerirá una respuesta monetaria significativa». En otras palabras: tendrán que acometer una nueva subida de tipos en el mes de noviembre —en la actualidad se sitúan en el 2,25 %, frente al 1,25 % de la zona euro y el 3 % en Estados Unidos—.