El BCE consuma la mayor subida de tipos de su historia para frenar la inflación

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

RONALD WITTEK | EFE

El organismo endurece el euro para abaratar la factura energética y alerta de una recesión en el 2023 si Rusia corta el gas

08 sep 2022 . Actualizado a las 21:39 h.

Nunca antes en la eurozona se había alcanzado un umbral tan alto de inflación. Con los precios repuntando un 9,1 % en solo un año, poniendo en aprietos a empresas y familias, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido cortar por lo sano y acelerar el calendario de subida de tipos de interés

Lejos de hacerlo de forma gradual, el organismo comandado por Christine Lagarde ha consumado este jueves el mayor repunte de toda su historia, al elevar el tipo de referencia en 75 puntos básicos, hasta situarse en el 1,25 %, solo un punto por debajo del tipo fijado por la Reserva Federal estadounidense. Fráncfort ya había sorprendido en el mes de julio cuando, contra todo pronóstico, subió los tipos desde el terreno neutral al 0,5 %, frente al 0,25 % previsto. El dinero se encarece y lo hace a niveles que no se veían desde el año 2011, antes del rescate bancario español. El objetivo es claro: contener la demanda y evitar el riesgo de una inflación permanente.

¿Por qué tanta prisa? El BCE necesita domar los precios, hoy fuera de control, para evitar daños estructurales en las economías del euro. Por eso prevé más subidas de tipos en los próximos meses, al menos hasta encauzar la inflación hacia el objetivo del 2 % a medio plazo: «Nuestras subidas no solo serán periódicas, sino de la magnitud necesaria para llevarnos más cerca y más rápido a ese umbral», ha anticipado Lagarde. El dinero seguirá encareciéndose y lo hará a toda velocidad.

Así lo decidió este jueves de forma «unánime» su Consejo de Gobierno. Algunos de los miembros, reconoció la francesa, discrepan de esta estrategia a puerta cerrada. No solo porque casi el 40 % de la subida de los precios en la eurozona se puede imputar en exclusiva al encarecimiento de la energía, y no a un supuesto exceso de demanda, también por el riesgo a desencadenar una recesión prolongada —al endurecer el acceso a los préstamos, la actividad empresarial podría verse mermada y el consumo se hundirá—.

Recesión

Los miembros más ortodoxos del BCE, quienes han logrado imponer sus tesis, niegan que la subida prematura de los tipos vaya a desembocar en una recesión. En su escenario base, el organismo descarta que eso pueda ocurrir. Eso sí, sus expertos han rebajado las expectativas de crecimiento al 3,1 % en el 2022 —con desaceleración y estancamiento en la segunda mitad del año—, al 0,9 % en el 2023 y al 1,9 % en el 2024. Unos cálculos que pueden saltar por los aires si, como ha anticipado Rusia, se corta todo el suministro energético desde el este a causa de las sanciones y la introducción de topes a los precios del gas. En ese caso, la eurozona se hundiría un 0,9 % el año que viene.

Factura energética

Mientras los países europeos cruzan los dedos para que eso no ocurra, el BCE trata de mantener con uñas y dientes la paridad del euro con el dólar. Y la subida de tipos va en esa dirección. Países como Alemania necesitan mantener bajo control los precios para seguir siendo competitivos, pero también mantener un euro fuerte para evitar que aumente su factura energética, más ahora que Rusia le ha cortado el suministro de gas a través del Nord Stream.

Una subida tímida de los tipos haría que los inversores huyeran hacia jurisdicciones que ofrecen más rentabilidad, como Estados Unidos. Ese éxodo provocaría que el valor del euro —se ha hundido más de un 15 % en el último año— cayera en el mercado y, con un euro devaluado en las alforjas, cuesta más importar energía que se comercializa en dólares.

Por todas estas razones, es muy probable que el BCE vuelva a disparar los tipos en su próxima reunión del 27 de octubre.

El mensaje a Bruselas: hagan su trabajo

Se acabó la magia del BCE. Es el otro mensaje, más político, que lanzó Lagarde. Y tenía un destinatario claro: Bruselas. «No puedo reducir el precio de la energía o convencer a los grandes agentes para que reduzcan el precio del gas. No puedo reformar el mercado eléctrico y celebro que la Comisión haya tomado medidas para ello porque la política monetaria no puede reducir el precio energético [...] Le corresponde a alguien más hacer el trabajo. Nosotros hacemos el nuestro», le espetó ayer al Ejecutivo comunitario, comandado por Ursula von der Leyen, cansada de que Gobiernos y Comisión depositen en el BCE toda la responsabilidad de gestionar las crisis.

El equipo de la alemana postergó hasta esta semana lo que para muchas cancillerías europeas era inevitable y deseable: una propuesta para intervenir el mercado de la electricidad, donde los precios han llegado a multiplicarse por cinco, en el caso de Alemania.

La estrategia, ahora coordinada entre el BCE y la Comisión, es clara: mantener un euro fuerte para no agrandar la factura energética y solucionar al mismo tiempo los problemas estructurales de ese mercado, agravados por la ofensiva rusa.

Estados Unidos y China

La maniobra de Fráncfort sigue la misma línea que la estrategia estadounidense, aunque los problemas son de naturaleza muy diferente. Estados Unidos no tiene un problema con la factura energética —de hecho, está aumentando sus ingresos con la venta de gas natural licuado (GNL) a Europa— sino con una economía recalentada por los ingentes estímulos fiscales de los últimos años, que han disparado la demanda. Un dato: en Estados Unidos hay tres vacantes de empleo por cada parado. En la UE hay una vacante por cada tres. «No tratamos de imitar a otros bancos centrales. Es una situación muy diferente», alegó Lagarde.

Mientras las dos grandes potencias occidentales ponen coto al dinero barato, al otro lado del globo, en China, la estrategia de su banco central discurre por otros derroteros: el país asiático sorprendió al mercado en agosto al bajar el tipo de referencia del dinero del 3,7 % al 3,65 %, tras constatar que la economía está desacelerando. En su caso, los precios energéticos no son un problema de la magnitud del que afronta la eurozona. No solo porque Rusia le riega de energía barata, también porque está revendiendo gas a los europeos para reducir su factura.

Una salida forzada y abrupta a 10 años de dinero casi gratis

«Esto es solo el comienzo», anticipa Carlos Balado, profesor de la OBS Business School y director de Eurocofin, quien cree que tanto el BCE, como los Gobiernos e instituciones comunitarias han llegado tarde para evitar la recesión: «Demorar decisiones siempre tiene efectos más drásticos», explica. Se refiere al impacto que tendrá la subida pronunciada de los tipos, tanto sobre el crecimiento como sobre el empleo en plena crisis energética. No obstante, insiste en que es una medida «inevitable». Y no le falta razón.

Al BCE no le ha quedado más remedio que encarecer el crédito, forzado por las circunstancias (la guerra). Y ni siquiera tiene garantías de que pueda vaya a ser eficaz, teniendo en cuenta que la escalada de los precios no está vinculada a un exceso de demanda. «Estamos aún al comienzo. Hay que tener en cuenta que la subida de tipos durante la crisis del petróleo duró 10 años y costó Gobiernos. Lo que estamos viendo ahora es la salida abrupta de 10 años de tipos de interés gratis. Esto no se había producido antes en la historia», señala Balado.

El único resorte que se ha guardado el BCE para evitar que se congele el crédito a las economías más débiles es mantener el calendario de reinversiones de los vencimientos de deuda pública que compró durante la pandemia (PEPP) hasta el 2024.

Países endeudados

La subida de tipos, tan pronunciada, anticipa problemas para los países más endeudados, como España, que deberán pagar rentabilidades más altas para conseguir que les financien. No obstante, Balado señala que los mercados desconfían ahora de Alemania: «Hay mucho nerviosismo por el impacto de la crisis energética y su capacidad para afrontarla». Y, tarde o temprano, los problemas de Alemania se acabarán contagiando al resto de la economías del euro.

En España, se verá más penalizada la empresa que compite en el mercado nacional que la que lo hace en el exterior: «El sector expuesto a competencia internacional va muy bien. Pero todas se verán afectadas en cuanto a la traslación de los costes a los precios porque los consumidores aquí tienen menos margen en la renta que los alemanes», explica el experto, quien cree que España podría incluso esquivar la recesión. Aunque nada evitará un estancamiento en la segunda mitad del año.

Una moneda, 19 economías

Como ya ocurrió en la última crisis, la política monetaria del Banco Central Europeo no se amolda a las necesidades de 19 economías bien distintas entre sí y con niveles de deuda pública muy dispares. Para evitar futuras fragmentaciones y tensiones financieras, como las que desembocaron en rescates en el pasado, Balado opta por recuperar una receta tan ansiada como controvertida: los eurobonos.